La televisión es siempre un lugar seguro

Tal vez fue culpa de mis padres por no haberme dado hermanos, o no haber pasado suficiente tiempo conmigo, pero la realidad es que la televisión ha sido para mí como una hermana mayor, como una amiga. Por eso y más, aunque afuera (o dentro de mi corazón) llueva, truene o relampaguee, la televisión es un lugar seguro al cual siempre puedo volver.

No había pensado mucho en mi relación con la pantalla chica, que ahora puede ser una televisión, una computadora o mi propio iPhone, hasta que me vi con cuatro servicios de televisión por streaming contratados. De pronto me volví a sentir como la niña que a los 9 años le exigió a su mamá que contratara el cable para poder ver a los Backstreet Boys en algo llamado MTV, la misma que años más tarde pidió una computadora de escritorio y la misma que después dio un discurso de la importancia de tener Internet en casa. Igual, solo que ahora lo pago yo, bueno, más o menos.

Pero ¿cómo llegué a ese deseo irrefrenable de entretenimiento? Como el resto de los mortales, todo empezó con Netflix. Ya saben, un mes de suscripción gratis, veamos qué hay de bueno, veré House of Cards de la que Gabriel tanto habla y de ahí lo cancelo. Él no la terminó y yo solo vi la mitad del primer capítulo de la última temporada. Los dos la terminamos aborreciendo, no por Kevin, fue por lo mal que terminó. Pero de ese mes de prueba, queridos amigos, ya han pasado tres años y seis meses.

La verdad es que a pesar de mi magnífica y larga relación con Netflix (una de las más duraderas de mi vida), hay situaciones en las que la exclusividad no se me da. O tal vez es que, como la canción de Natalia Lafourcade, para mí Nunca es suficiente. Justo como suceden las infidelidades, una madrugada, hará un año y medio, estaba muy aburrida y me descargué HBO GO.

De nuevo, creí que sería temporal, pero de Sharp Objects, pasé a Big Little Lies, el fenómeno de Game of Thrones, Insecure, Divorce y Chernobyl hasta darme cuenta que amo mucho las producciones de HBO y el catálogo de esta plataforma.

Claro, uno creería que con dos servicios ya es suficiente, pero siempre hay espacio para más entretenimiento. Edito la sección de Cultura en un diario nacional así que de regalo de Navidad, Fox me obsequió una suscripción al contenido Premium de su app. Ahí, a mí disposición las series de la cadena (las cuales ya retiraron de Netflix), las originales de Latinoamérica como Aquí en la tierra, más el acceso a ver las transmisiones en vivo de sus canales.

El servicio más reciente es el de Amazon Prime, al cual me dieron acceso como invitada. Lo he explorado poco, la verdad, pero ya me topé con joyas como la serie The Marvelous Mrs. Maisel y la película Suspiria. Además, me encanta su catálogo de cine mexicano, del cual soy muy fan.

Supongo que lo que ahora se estarán preguntando es si tengo tiempo de ver todas las plataformas. Pues un poco sí, vivo a 6 kilómetros de mi trabajo y, sin embargo, cada mañana me hago casi una hora y media para llegar. Si a eso le sumo el regreso y lo multiplico por 5 días. Bueno, ya ustedes entenderán porque prefiero pasar los sábados y hasta los domingos encerrada en mi casa y comiendo comida china (sola o en compañía). Call me Señora, pero esos días salgo solo si la reunión, el match o las ofertas de ropa lo ameritan.

Entre semana también hago uso de estos servicios, especialmente a la hora del almuerzo. En serio, prefiero saborear mi comida volviendo a ver Girls que escuchando los dramas de las señoras Godinez de la oficina.

Una vez, en un libro de publicidad leí una frase que decía algo así como que "no necesito 100 canales de televisión, solo uno que tenga todo lo que quiero".Yo tampoco necesito 100 canales de televisión, cuatro plataformas de streaming están bien, pero no me enojaría tener Hulu o hasta Blim. Porque sí soy de barrio y nunca nos viene mal volver a ver a Itati y a su "Maldita lisiada".

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