¿Lejos estamos mejor?

Las reuniones familiares me desatan la ansiedad.

Una de las cosas que no esperaba este diciembre era una reunión familiar. Y no me refiero a la familia con la que hablas al menos una vez por semana, intercambias stickers de Doña Lucha o te celebran tus cumpleaños, sino a personas que no veía en más de 10 años.

A diferencia de los cumpleaños y cenas navideñas, hay reuniones que te toman por sorpresa. Es irónico que mi trabajo básicamente sea hacerle preguntas (entrevistar) a extraños, pero mientras me dirigía a este encuentro “familiar” llevaba el corazón en la garganta.

Con la familia de mi papá conviví poco o casi nada, por lo que mi única referencia es el lado materno. No creo que hayamos sido una imagen de revista, pero mientras mis abuelos vivían ellos eran nuestro pegamento, de verdad creo que su amor y bondad lo podían todo.

No tengo hermanos, al menos no unos con los que haya crecido, así que básicamente me crié entre primos. Sin embargo, la vida adulta, los conflictos entre papás, las lenguas que tienen más filo que una espada o la postura política son capaces de, tristemente, convertirte en un extraño.

El evento no era el más oportuno, un funeral nunca lo es, pero por un momento reflexioné en que tal vez pudimos ser una de esas familias que comen juntas los domingos o que eligen a sus primos como padrinos de bautizo de sus hijos. Mentiría si les digo que no deseé eso que veía entre mis amigos y conocidos.

En ese mismo lugar me rodeaban dos personas con las que no tengo lazos de sangre, pero que son esenciales en mi vida porque me han visto crecer de distintas formas. Entonces me cayó el veinte de que realmente todos habíamos sobrevivido a la “separación” y formado vínculos tan cercanos como para comer los domingos o pedirles apadrinar a nuestros hijos. Tal vez esa era nuestra familia ahora, o al menos una parte de ella.

A pesar de las circunstancias, me emocionó ver que todos hemos crecido y que las nuevas generaciones ven las cosas de forma distinta. Yo no voy a quejarme de los centennial de mi familia, porque siento que se despojaron de algunas “cargas” con las que los “mayores” nos tocó crecer. Mil puntos por eso, la verdad que me hubiera gustado conversar mucho más con algunos.

A mí me parece que todo eso por lo que alguna vez se “peleó” parece sin sentido en la actualidad, pero defiendo que cada uno tiene que buscar lo que le dé paz mental. Lo mejor que podés hacer es desearle cosas lindas a los otros en su camino, y soltar.

 

Última modificación Lunes, 08 Enero 2024 18:59
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