Eddy Roma

Retrato del hombre reservado

Todos los mitos alrededor de mi persona son falsos.

Mick Jagger


1) Es la noche del 29 de septiembre de 2021 en la ciudad de Charlotte, estado de Carolina del Norte. Un hombre delgado, estatura mediana —para los gringos, la estatura mediana equivale a un metro 78 centímetros de altura— se acerca al bar Thirsty Beaver Saloon: el Castor Sediento. Pide una cerveza, insiste en pagarla, sale a tomársela afuera. Supongo que la sorbe despacio para disfrutarla. Tuvo un día muy ocupado, mañana se presenta en concierto.

Los demás comensales están en lo suyo. Nadie le mete un codazo en el costado a su compañero de pláticas para señalarlo. Ninguno se le acerca a pedirle que trace su firma sobre la servilleta medio deshecha que le muestra. Tampoco hay audaces que lo aborden, teléfono en alto, para solicitarle la foto que presumirán ante sus amistades. El visitante termina su cerveza sin intromisiones, aunque me lo imagino dispuesto a aceptar los saludos y las peticiones siempre que no le roben muchos minutos porque a eso vino, a pasarla tranquilo sin que nadie lo moleste.

Al final, cosa rara y extraordinaria, pasa inadvertido. Decide captar el momento para compartirlo en sus redes sociales. Durante dos o tres días, todo portal electrónico dedicado a la farándula entretiene a sus lectores con la noticia de que Mick Jagger, el cantante de los Rolling Stones, un rostro familiar para miles de admiradores dispersos en buena parte del planeta Tierra, conservó la incógnita en el bar. «¿Cómo pudo ser? Probablemente algunas de las personas que aparecen en la foto tenían entradas para el show de los Rolling Stones en el Bank Of America Stadium del jueves por la noche», conjeturó medio en broma medio en serio el redactor del cable enviado por la agencia de noticias ansa. Para sus más rematados seguidores es una herejía; para Jagger se cumplió lo expresado al periodista español Diego A. Manrique: «Yo necesito pasarme una noche bailando sin que nadie me interrumpa para contarme lo importantes que fueron los Stones en su vida».

Y yo me la pasaré sentado durante una o dos horas mientras tecleo unas cuantas líneas para celebrar que Mick Jagger arribe entero y sano a sus 80 años. Me pregunto por qué es un guiño de complicidad para mí y para varios de mis amigos; trataré de explicármelo al final de este ensayo. Sólo podemos traerlo acá con el uso de la imaginación: es improbable que lo veamos en concierto junto al remanente de los Rolling Stones. Aún así nos alegra que llegue a la edad del patriarca y vamos a celebrar su cumpleaños como si estuviéramos entre los 300 invitados a acompañarlo en el Chelsea Physic Garden de Londres.



2) Mick Jagger es muy estricto con su privacidad. Se cuenta que devolvió el generoso anticipo entregado por cierta casa editorial para publicar sus memorias. Tras varias sesiones de larga duración, el escritor designado para ordenar sus recuerdos se encontró con un puñado de anécdotas desabridas. Ninguna guardaba relación con el personaje surgido de la clase media londinense que desafió al famoso establishment (es un decir), recibió los favores de la princesa Margarita (para horror de la reina Isabel II), animó las noches en la discoteca Studio 54 del brazo de la nicaragüense Bianca Pérez Moreno de Macías (primero) y la tejana Jerry Hall (después), y se curtió como hombre de negocios (ése es otro decir).

Jagger afirma que no se permite ni una mirada sobre los minutos que acaban de pasar, ya no digamos los meses o los años. Deja que otras personas se encarguen de contar o inventar su vida en artículos de prensa, biografías no autorizadas y testimonios ofrecidos por la gente que perteneció a su círculo más cercano. De escapársele alguna confidencia ante su entrevistador, rápido la aparta de un manotazo.

Si la tragedia irrumpe en sus aposentos, se recluye en la torre más apartada de su castillo y limita sus declaraciones a un par de comunicados. Muchos criticaron el silencio que guardó tras el suicidio de su novia la diseñadora de modas L’Wren Scott acontecido el 17 de marzo de 2014 en Nueva York, cuando los Rolling Stones estaban por presentarse en la ciudad australiana de Perth: 11,613 millas los separaron. Muchos se escandalizaron a las pocas semanas cuando lo vieron en compañía de la coreógrafa Melanie Hamrick. La vida continuó su marcha: Melanie dio a luz a Deveraux Octavian Basil Jagger, el octavo hijo de Mick, el 8 de diciembre de 2016; coincidió con el aniversario luctuoso de John Lennon. La vida también le concedió el chance de evadir la insularidad del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Algo alcanzó a observar más allá del balcón instalado en lo alto del hotel y la ventanilla del avión antes de su regreso a Londres, Nueva York, el sur de Francia, ahí donde tenga su residencia a salvo de fotógrafos y recaudadores de impuestos.

 



Charlie Watts se quedaba dentro de su habitación, dibujando cada mueble y cada pliegue de las cortinas; Jagger procura conocer la ciudad donde estará cerca de día y medio. Podemos verlo en el documental
Olé Olé Olé!: A Trip Across Latin America, donde se retrata el recorrido de los Rolling Stones por el continente americano desde su arribo a Santiago de Chile hasta su aterrizaje de penúltima hora en Cuba. Jagger hace su tiempo para asistir a la descarga de candombe presidida por Rubén Rada en Montevideo y darse un paseo por el cementerio de La Recoleta en Buenos Aires sin que lo acosen los rolingas más empedernidos. Ante el público reunido en la Ciudad Deportiva de La Habana declara que la noche antes salió a bailar salsa y tomarse unos mojitos. Aparte de manejar los negocios es el relacionista público de la banda: le toca salir de exploración, otear el ambiente y presentar su informe a la junta de accionistas.

3) Al principio, nos atrapa la actitud y la energía de los Rolling Stones. Sólo entendemos el título de la canción, la pronunciamos a la buena de Dios, tarareamos los riffs sin entender lo demás. A los años, con nuestros estudios de inglés a tientas desde la escuela primaria, tratamos de distinguir cuáles letras fueron escritas por Mick Jagger y cuáles se deben a Keith Richards; cuesta discernir la propiedad cuando se componen canciones en colaboración. Después se revisan los créditos: si la canción es de Mick, se encarga de la guitarra rítmica y Keith ni se asoma al estudio. Si los cortes grabados de 1978 en adelante tienen algún toque moderno (disco, punk, new wave, rap, uso de samples), pertenecen por entero a Mick. Keith siempre será estricto al defender el clásico rhythm and blues.

Acerquémonos a un disco poco valorado en la producción de los Stones, Undercover, puesto a la venta en noviembre de 1983. «No es un álbum tan especial», lo descartó  Jagger en su larga entrevista con Jann S. Wenner publicada a finales de 1995 en la revista Rolling Stone. Dos cortes parecen pensados para editarlos en versión 12 pulgadas y pincharlos en la tornamesa. Las parejas sienten el llamado de la pista, dejan sus vasos en la mesa, comienzan a bailar envueltos por luces multicolores. De repente alguien le presta atención a la primera estrofa del corte que da título al disco: «oí los gritos del Central 42 / son tan fuertes que hacen estallar tu cerebro / la lengua de la oposición es cortada en dos / ni te asomés a las calles, estás en peligro / cien mil desaparecidos / están perdidos en las cárceles de Sudamérica».

Sigue otro estreno, «Too Much Blood». Máquina de ritmo, tumbadoras, fraseos de trompeta. No parece canción de los Rolling Stones. Jagger declara que quiere bailar, quiere cantar, quiere barrer con todo y hacer el amor. Pero en eso menciona que capta tensión en el aire: corre demasiada sangre. Y recita: «mi amigo era este japonés / que tenía una su novia en París / la cortejó por seis meses / y al fin ella dijo sí / vos sabés, la llevó a su apartamento / le cortó la cabeza / puso las demás partes del cuerpo en el refrigerador / se la comió poquito a poco / la puso en el refrigerador, la puso en el congelador / y cuando se la terminó se llevó los huesos al Bois de Boulogne / ¿y podés creer que un taxista se fijó cuando los enterraba?».

Violencia política en los países americanos sometidos a dictaduras y violencia sin explicación en las grandes ciudades de Occidente. Cárcel y persecución por oponerse al gobierno; encuentros cercanos con tipos desquiciados en parques y edificios. Estamos ante canciones escritas y grabadas antes de que Mick Jagger cumpliera 40 años: seguro eran tiempos recios. De joven celebró los sabores del azúcar morena y señaló al diablo como la mano que empuja la historia desde la crucifixión de Jesucristo hasta el asesinato de los hermanos John y Robert F. Kennedy. De mayor cuestionó los llamados a la guerra para liberar al emirato petrolero de Kuwait tras la invasión ordenada por el dictador iraquí Saddam Hussein, armado a conveniencia de Estados Unidos para combatir contra la república islámica de Irán de 1980 a 1988: «Highwire», nueva canción de estudio incluida en el álbum Flahspoint (1991), les recordó a los oyentes que «les vendemos misiles, les vendemos tanques / les damos créditos, pueden llamar al banco / sólo son negocios, pueden pagarnos con crudo / les encantan estos juguetes, vayan a jugar con sus pleitos».

 



En ocasiones nos preguntamos quién fue esa mujer que lo llevó a la desesperación tras declinar sus avances amorosos y le advirtió entre dolido y vengativo al dedicarle «She’s So Cold»: «quién te creerá que fuiste una belleza /cuando los días se acorten y las noches se alarguen / la noche se desvanece cuando llueve / nadie sabrá cuando ya estés vieja / cuando ya estés vieja nadie sabrá /que fuiste una belleza, una tremenda belleza/ una tremenda belleza pero tan tan fría». Pero hay algo que no pueden ofrecerle las conquistas de la noche anterior, las sacerdotisas vírgenes, el trago: la cercanía de un amigo: «necesito alguien con quién llorar mis penas / necesito alguien a quien proteger», «una sonrisa libera al corazón que sufre», según declaró en esa cálida oda a la amistad que tituló «Waiting on a Friend» y embelleció con el saxo tenor de Sonny Rollins. Y todo artista, por muy reservado que sea, se retrata a sí mismo a la hora de escribir, pintar, esculpir. 


 

4) Cuando Jagger alude al obispo San Agustín de Hipona en «Saint of Me» («Agustín supo de la tentación / amó a las mujeres, el vino y la canción / y todos los placeres elevados / de hacer algo incorrecto»), también se autorretrata. Figura entre los contados seres humanos que partirán satisfechos de este mundo. Sin ocupar cargos de gobierno, sin pertenecer a dinastías reducidas a papeles decorativos, tiene las riquezas del rey Salomón a su disposición. Afirma sin reparos que Dios le dio todo lo que quiso: «lo vi en el sol de medianoche / y lo sentí en la carrera que gané / y lo escucho entre la fuerza de la tempestad /y lo siento en el helado amanecer / y lo aspiro en el vino que pruebo / y lo veo en el rostro de mi padre/y lo escucho en una sinfonía / y lo siento en el amor que tenés por mí». Tiene la conciencia en paz, sabrá asumir su defensa en el tribunal de las almas, maneja bien su discurso. Sus palabras sobreviven a la transcripción, la mudanza a idiomas ajenos, la puesta en limpio, la entrega al corrector, la poda del editor y el corte final antes de su publicación en papel.

 



¿Quieren una muestra? «El aumento del extremismo y de las tendencias xenófobas, conectado con el vacío del poder que se ha producido en el Este, muy cerca de las fronteras alemanas, hacen que ésa sea un área muy peligrosa para el comienzo del nuevo siglo, un terreno abandonado para que llegue alguien y asuma una posición dictatorial y rígida. Porque, a pesar de todos esos tratados de Maastricht que estamos intentando sacar adelante, no tenemos una política exterior europea coordinada. La guerra del Golfo demostró todos los agujeros que teníamos en la política exterior europea; aquí cada uno actúa separadamente y por su cuenta, cada uno en función de sus intereses», le comentó a la periodista española Rosa Montero para
El País Semanal poco antes de cumplir 50 años. 

Jagger es buen lector, aficionado a la historia. Expresó su admiración a Jorge Luis Borges en un hotel de Madrid y se quedó al borde del soponcio cuando Borges lo ubicó como el cantante de los Rolling Stones (no falta quien dude de la autenticidad del relato contado por María Kodama, testigo ocular a pesar de su miopía; yo la acepto sin cuestionarla). Tiene cepa longeva: Eva Ensley Mary Scutts, su mamá, falleció a los 87 años; su papá, Basil Fanshawe Jagger, apodado Joe, murió a los 93. Ya cumplieron el siglo: Eva nació el 6 de abril de 1913 en Sydney, Australia; Joe vino al mundo una semana después en Maldon, condado de Essex. Su hijo mayor aún tiene genes en la reserva. 

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