Eddy Roma

Me lleva el Diábolo

El Titán Norberto Paterno, El Diábolo, dejó este plano esta semana, el ring pierde a un gigante.

 1) De editar la sección de espectáculos de algún periódico, le hubiera dedicado la primera plana y tres columnas al deceso del luchador argentino Norberto Paterno, divulgado el miércoles 26 de abril de 2023 por la página Cuadrilátero Catch. Acá no estamos familiarizados con su nombre de pila, pero se fijará de inmediato en la memoria de los que ya peinamos canas y aceptaron la calvicie si lo asociamos con El Padrino y el Diábolo, dos de los personajes incorporados al elenco del siempre recordado programa Titanes en el Ring transmitido del 2 de abril al 31 de diciembre de 1982 por el Canal 11 de Buenos Aires y divulgado en tierras centroamericanas al año siguiente.

Norberto Paterno ya tenía su historial en la troupe dirigida por Martín Karadagián. Primero se presentó como el Gran Sullivan, con sus bigotes de manubrio de bicicleta en alusión a John L. Sullivan, campeón del boxeo librado a puño limpio. Luego se vistió de saco, chaleco y corbata tocado con sombrero al estilo del profesor Jirafales para interpretar a Long, el brazo armado de la mafia integrada por Short (José Raúl Roca, antes conocido como Joe Galera), Taylor (no encontré su nombre verdadero) y El Padrino (Mario Varela), quien fumaba tabaco entre el público infantil y se paseaba con el estuche de violinista donde escondía su ametralladora. 

Hasta hace poco supe que Paterno salía de Long y no del Padrino, como muchos lo pensamos cuando lo veíamos asomarse en su automóvil convertible modelo mil novecientos treinta y tantos. Luchaba contra los buenos y contra los malos, auxiliado por las intromisiones de Short y la complicidad del réferi William Boo. En cierto combate dejó desmayado a Genghis Khan (el boliviano Juan Levy Rodríguez) y lo depositaron cual fardo en el asiento trasero del carro antes de llevárselo y exigir rescate por su liberación. Intentaron hacer lo mismo con Cleopatra (Stella Maris Bianchi), la reina que acompañaba a Julio César (Adolfo Omar Sánchez). Se la llevaron cargada con todo y trono. Ya la tenían reducida a cautividad, ya estaban por arrancar el auto para salir volados del estudio, cuando se apareció Mr. Moto (Alejandro Rodríguez Mateos) al rescate. Mr. Moto siempre pensaba en Cleopatra antes de enfrentarse a su oponente. Para disgusto de Julio César, la soberana no se mostraba indiferente a tal inclinación y al parecer la correspondía.

Pues Mr. Moto salvó a Cleopatra de sus secuestradores y se lanzó contra Long como el estudiante que arremete contra su acosador a la hora del recreo, sabiendo que todas las apuestas están en su contra pero igual le dejará su buen moretón de recuerdo. «Pato», creador de contenido del portal Ochentubers, da a entender que ambos no se llevaban bien en plan «en este pueblo no podemos caber los dos». Mr. Moto abandonó el programa a media temporada tras enterarse que la mafia pretendía emboscarlo, amarrarlo y reducirlo a pulpa. En solitario y en despoblado, señor juez, con toda alevosía de parte de los agresores y amplia desventaja para el agredido.

2) A veces, el mismo luchador estaba a cargo de uno o dos papeles adicionales. Rubén Peucelle se apresuraba a ponerse el disfraz de la Momia Negra que sufrió la esclavitud en su vida anterior y era aficionada al boxeo. Juan Manuel Figueroa, el tercero y más célebre portador de las vendas de la Momia Blanca, podía asomarse en la misma función como el Olímpico con su antorcha en mano y replicar los movimientos del Androide operado a control remoto por el profesor Demetrius. Si el Androide se enfrentaba a la Momia Blanca, el elegido para suplir a Figueroa era Rubén Velásquez, también a cargo de Atila.

Con esos antecedentes, Norberto Paterno fue llamado por Martín Karadagián para asignarle su nueva tarea. «Me cita en la oficina y me dice “tengo otra cosa para vos, que quiero que la hagás porque le das la talla”. Y bueno me da el Diábolo», recordó para la conmemoración del 50 aniversario del estreno televisivo de Titanes en el Ring. Dice el «Pato» que la máscara del Diábolo replicaba las facciones del general Jorge Rafael Videla, quien dirigió buena parte del «proceso de reconstrucción nacional» que le apretó el cuello a los argentinos de 1976 a 1983. Si es cierto, los Titanes se la jugaron: 1982 fue el año de la presidencia de Leopoldo Fortunato Galtieri y la frustrada recuperación de las islas Malvinas.

«También estudiamos arte escénico», recordó Paterno, «porque había que hacer explotar a la gente. Porque el base, el que hacía de malo, era el que generaba el tumulto en la gente, no sé si viste, para que eso caliente, y después el que hacía de limpio hacía dos cosas y se llevaba los augurios (sic), pero todo lo hacía el base. El base era el sucio, y el limpio era el limpio, pero siempre triunfaba el bien sobre el mal».

Ese aprendizaje se reflejó en los movimientos del Diábolo desde que asomaba la cara por la cortina y se abría paso hacia los encordados agitando su capa de un lado para otro entre la bulla armada por los niños. «Él había dicho “si el Diábolo, los chicos copian las manías del Diábolo: esto (gesto con las manos para anunciar que ya tengo un plan malvado), esto (los dedos índices puestos como cuernos sobre la frente) y esto (el rostro embozado), yo al Diablo lo hago famoso”», comentó Paterno al aludir al ojo certero de su patrono para idear caracteres, elegir al portador y hacerlo famoso entre el público.

Basten esas escenas para recordar a Norberto Paterno a miles de kilómetros del lugar donde nació, hizo carrera, formó su familia, salió en la televisión y falleció a los diez días de que partiera Alfredo Giardina, el otro réferi complaciente con los rudos de Titanes en el Ring.

Última modificación Domingo, 17 Marzo 2024 11:24
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