¿Pueden los besos ayudar a cerrar el trato?

Besar un sapo y que ni eso sepa hacer... sad... sad...

Ok, lo entiendo, solo a mí se me ocurre escribir acerca de los besos en tiempos de Covid-19, pero es que si algo se extraña es poder besar sin remordimiento. Y por remordimiento me refiero a besar a alguien y luego pasar una semana sintiendo que te duele la cabeza o la garganta. ¡Nueva normalidad será la gran! Los besos lo son todo y aunque es un riesgo responder a mi propia pregunta desde el primer párrafo, para mí los besos pueden ayudar a cerrar o a anular el trato del sexo.

No sé decirles si la población solo puede dividirse en gente que besa bien y gente que besa mal, pues mas bien creo que es una cuestión de química y de cómo nos gustan los besos a cada uno. Y bueno a veces hacemos clic con alguien, y otras no. Aunque supongo que también existen principios básicos de moral y urbanidad, porque a nadie le gusta que le devoren la cara en la primera cita. No sean bruscos, chavos.

Como Caso Práctico 1 pondré a E., cuyos besos comienzan siendo muy suaves pero poco a poco adquieren más movimiento y más intensidad, por lo que inevitablemente lo único que quiero es tener esa boca en todas partes de mi cuerpo. El Caso Práctico 2 es I., quien desde el primer beso me metió más dientes que lengua. Mi sentido de la lógica me decía que no iba a funcionar, pero quise comprobar mi teoría, y efectivamente lo único que hizo fue apresurar las cosas sin tomarse el tiempo de mover un poco más los músculos. Oigan, los besos, como las caricias, son parte del foreplay o juego previo, y qué tanto los sepan usar define lo memorable u olvidable de una cogida.

En los primeros años de mi adolescencia vi un capítulo de Sex & The City en el que a Charlotte (Kristin Davis) sale con un tipo que besa muy mal y al que decide darle otra oportunidad y enseñarle a besar, aunque al final solo queda toda moreteada porque él le succionó la cara. En ese momento, y con casi cero experiencia en eso de besar, yo no entendía a qué se refería, pues creía que todos los besos eran iguales. Ya saben, juntar los labios con los de otro adolescente y ya. Pero no, eso de besar resulta complejo, casi un arte como dicen algunos por allí.

Es con el tiempo y con los sapos (a quienes yo no me he cansado de besar) que aprendemos lo que nos gusta y lo que no. Bueno, con todas las prácticas sexuales pasa igual, es solo probando y experimentando que nos conocemos. Besar relaja, besar nos desconecta de la realidad aunque sea un ratito y besar nos prepara para saber qué esperar para el futuro. ¿O sino por qué siguen sellando el trato del matrimonio con un “puede besar a la novia”? Jajajajaja.

Una vez hablábamos con una amiga acerca de si se puede “cambiar” a un mal besador y yo le decía que sí, que se puede cambiar por otro que tal vez resulte un buen besador. No, en serio, creo que si se trata de alguien que te gusta mucho, es tu novio o con quien vas a pasar más que una noche, sí es algo que debería tener solución. Tal vez podrías aplicar la vieja táctica de guiarlo y en medio de los besos decirle que quieres algo así y algo asá, y demostrar tu satisfacción cuando lo hace cómo te gusta.

Si luego de eso sigue besando horrible, lo mejor es hablar. Que cliché decir que la comunicación es la solución, pero después de un tiempo (después de los 30) te das cuenta que, efectivamente, decir las cosas puede ayudar a arreglarlas; solo hace falta tener un poquito de tacto. Pero dilo, siempre dilo, porque un beso es una caricia con los labios. Y para aprender a acariciar, lo que se necesita es practicar.

Última modificación Martes, 22 Octubre 2024 14:16
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