Ana Lucía Montúfar

Los periodistas también callan

Mi pasión por la comunicación nació en 2017, cuando apenas tenía 19 años, fue un amor repentino y sin previo aviso.

Aún recuerdo con claridad. Aquel momento en que entré por primera vez a un estudio de grabación -era pequeño- pero eso bastó para atraparme y erizarme la piel. En ese preciso instante supe que era lo que quería hacer el resto de mi vida.

Así que para los siguientes meses puse toda mi energía en estudiar arduamente para poder graduarme del colegio, mi mayor obstáculo eran las matemáticas, quizá no era tan mala, pero yo simplemente las odiaba. Al final, logre ganarles la batalla, así que para final de dicho año yo ya me estaba graduando.

Aún albergo en mi memoria aquellos momentos, en que los familiares y amigos me realizaban la típica pregunta: ¿Qué vas a seguir en la universidad?, y yo con mucho orgullo respondía: Comunicación.

Segundos después de haber pronunciado esa fatídica palabra, sus labios decian palabras positivas, pero en sus rostros se reflejaba la decepción total. Para ese entonces, sabía que comunicación no era el tipo de carrera que desea un padre para su hijo o por lo menos no en Guatemala.

Pero mi mente aún seguía incrédula, y decidida a seguir mi pasión, aún admiro la audacia de esa pequeña niña, porque no sabía lo que la vida le deparaba más adelante.

Al año siguiente entre a la universidad a estudiar dicha carrera, mi admiración seguía y crecía con total facilidad, los años han pasado y aún sigo en la constante lucha por conseguir mi título.

Mi devoción por esta labor no ha cambiado, simplemente ha madurado, porque ya no tengo un concepto tan idealizado como al comienzo, porque el pedestal que le tenía, cayó hace varios años. Le debo tanto a esta carrera, ya que me ha sacado de mis más profundas tristezas y ha logrado que me enfrente a mis más grandes miedos.

Así que para 2020 con la tormentosa llegada de la pandemia, la vida decidió arrebatarme a mi padre, quien era el mayor proveedor dentro de la familia, sin una despedida decente ni tiempo para vivir un duelo.

No tuve más salida que comenzar a buscar empleo, porque los bancos y las empresas de telefonía, en definitiva no van a esperar a que superes tu perdida y luego te decidas a pagarles. Busqué por varios meses y ninguna empresa me llamaba.

Así que en mi desesperación decidí decirle a mi mamá, que llamara a un amigo que posee un local de venta de tomates en el mercado CENMA, y le propuse que yo iba a contabilizar las cajas de tomate, por una pequeña paga, a lo cual aceptó por teléfono.


Pero al llegar a mi supuesto primer día de trabajo, me indica que él consideraba que ese trabajo no era para mí, porque al ser una mujer mestiza y de clase media, me iba a constar acoplarme a ese lugar. Pero cuando tienes necesidad de dinero no estás viendo el lugar donde estás, porque estás decidido a conseguir una entrada de dinero, cosa que él no comprendió.

Con total decepción me retiré del lugar, y decidí no darme por vencida, así que ese mismo día le escribí a un amigo comunicador y le expresé mi deseo de comenzar a emprender en el ámbito de la Comunicación, y con total disposición decidió ayudarme.

Así que para las semanas siguientes envié papelería a varios medios, hasta que uno llamó, y ese día comenzó mi aventura dentro de los medios de Comunicación. Antes de llegar allí todo lo había imaginado de forma tan distinta, hasta que caí en la realidad y mi mente se percato de lo siguiente:

Ser periodista no es fácil, y quien te diga que la universidad te lo enseña todo, es metira hay jugadas de las empresas que no están en los libros. Al final esas son las tácticas que necesitas aprender, porque son las que te permitirán moverte allí adentro.

Siempre te dicen que el periodista debe de velar por la veracidad en la noticia, pero aunque quisiéramos hacerlo, en muchas ocasiones, la realidad es que estás atado de manos y de pies, porque trabajas para los intereses de una empresa, y en ocasiones sin paga, porque no tienes experiencia laboral. Y en ocasiones, el periodista también calla las injusticias de una empresa que no paga lo que su trabajo merece, y simplemente guarda silencio por necesidad.

Pero no solo las empresas han desprestigiado la labor comunicacional, sino la ciudadanía misma, al no desear informarse e inmiscuirse más en los temas que aquejan a la sociedad, al pensar que el trabajo periodístico no tiene valor, “porque es solo escribir” o “es solo de pararse y hablar”, sin considerar el trabajo que hay detrás.

Pero a su vez, me atrevería a decir que Guatemala, tampoco está lista para tener un periodismo real. Hasta que las personas no sepan el valor de la información, nada cambiará. A todos aquellos periodistas que murieron ejerciendo esta labor y para aquellos que aún continúan en la lucha diaria, déjenme decirles que me quito el sombrero por cada uno de ustedes porque merecen una ovación de pie, ya que solo la vida sabe que enfrentan cada día.

Y para los viene les diría: esta es una carrera que requiere de sacrificio y determinación, habrán días de algarabía y otros de decepción, pero al final del día solo te queda la satisfacción de haberlo arriesgado todo por tu pasión.

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