Ana Lucía Mendizábal Ruiz

Los creadores de contenido y nuestra dormida capacidad de asombro

Con un poco de atención... todos pueden asombrarse.

Cuando trabajaba como maestra en el colegio Loyola, allá por 1990, recibí una capacitación con una maestra de arte que nos invitaba a los docentes a luchar porque los niños no perdieran la capacidad de asombro. El llamado me pareció de lo más justo, sobre todo, porque muchas veces, cuando nos ponemos el sombrero del maestro, caemos fácilmente en rutinas. Transforman la experiencia del aprendizaje en una sucesión de rutinas grises y muchas veces tortuosas.

No sé qué tanto hice para mantener a mis pupilos despiertos, pero sin duda, la lección impartida por la experta sí se quedó en mi memoria, aunque, personalmente, la rutina y los quehaceres muchas veces me robaron la posibilidad de maravillarme, ante lo que estaba a mi alcance.

El tiempo pasó y aunque como dije, tenía vigente el recuerdo de la maestra de arte y el curso que nos impartió, pronto la rutina me ganó. Sin duda alguna, habría disfrutado y conocido más si hubiera tenido los ojos y la atención más abiertos. Durante muchos años trabajé y estudié en el Centro Histórico, que como todos saben cuenta con edificios, monumentos y espacios culturales de lo más originales y cargados de historia. Sin embargo, casi siempre estuve distraída y disfruté poco de toda esa riqueza.

También tuve la oportunidad de viajar a destinos turísticos y culturales gracias a mi trabajo. Pero, debo confesar, que no siempre iba tan entusiasmada ni interesada en ver más allá de lo aparente. Es decir, había perdido parte de la magia que radica en la mirada.

Irónicamente, fue en el tiempo de la pandemia, cuando no había muchas opciones para visitar los espacios físicos, cuando, en el escaso tiempo libre que tenía, descubrí a los creadores de contenido. Yo sabía de su existencia, pero como muchos comunicadores tradicionales, aún no le había dado la bienvenida del todo a esos nuevos medios.

Aunque ya usaba Facebook hacía mucho tiempo, tanto el YouTube como el Instagram habían sido solo fuentes ocasionales de consulta para el trabajo. Sin embargo, en el tiempo libre, cuando ya había terminado casi todas las series de Netflix y el cable tampoco me daba muchas opciones, empecé a explorar. Así descubrí cómo algunos de los creadores internacionales habían llegado a Guatemala y habían comenzado a difundir las bellezas del país.

Había videos de todo tipo, desde los muy aficionados con datos poco fiables, hasta los que ya para entonces eran capaces de competir con cualquier buen documental. Uno de los primeros que vi, de cabo a rabo, fue el recorrido que, en 2015, hizo el mexicano Alan Estrada (alanxelmundo).


Luego vi, las primeras visitas de Luisito Comunica que también había estado en el país y su visita había levantado sinfín controversias.

Las opciones se multiplicaron y hasta la fecha, veo todos los videos que hablan del país. En la actualidad hay demasiada repetición de destinos. La mayoría no pasan de La Antigua Guatemala, el Lago de Atitlán, la subida del volcán Pacaya o al de Acatenango y si de verdad son muy aventureros se van a Semuc Champei.

También he aprovechado para ver los videos realizados por estadounidenses, canadienses y europeos, con los cuales, además refuerzo el poco inglés que domino. Casi siempre encuentro detalles que a los otros se les han escapado.

Ahora hay creadores de contenidos como el español Paulino G y el mexicano Mister Krax, entre otros muchos, que ya centran la mayor parte de sus videos en Guatemala y otros muchos guatemaltecos que se han animado a hacer turismo interno y contar sus aventuras.

Recientemente vi en YouTube el recorrido gastronómico de la serie “Me voy a comer el mundo” que conduce la española Verónica Zumalacárregui que viajó por la capital, la Antigua Guatemala, el volcán de Acatenango y distintas poblaciones alrededor del lago de Atitlán. Además de darme hambre y nostalgia por sabores que ahorita no puedo probar, me pareció bastante agradable el paseo virtual.

En algunos de estos contenidos he descubierto aspectos que me han maravillado y en otros casos he rescatado vivencias propias que ya tenía en el olvido

Así que puedo decir que, en alguna medida, los creadores de contenido (mal llamados influencer) me han ayudado a recobrar el asombro que siempre ha despertado en mí Guatemala, un país pequeño que, si se sabe observar con detenimiento, se vuelve gigante por su cultura, historia, tradición y belleza. Ojo: Esta no es una invitación a meterse en YouTube, sino más bien a abrir bien los sentidos cuando se tenga la oportunidad de viajar por el país.

 

 

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