arango versus el coronel

-1997-

la discusión fue acre. el maestro arango se opuso con vehemencia a que se le entregara el premio nacional de literatura “miguel ángel asturias” al maestro monterroso. su argumento principal fue, “él no ha vivido en el país.” el callado como esquivo francisco morales santos, miró oblicuo. imagino que se adhería a la propuesta de arango, pero sostuvo un silencio. el capitán cifuentes —flamante como miserable director de bellas artes— también guardó silencio. entonces, expuse que el sentido trascendente de la obra era suficiente argumento para otorgar el premio. arango levantó el mentón en posición de rechazo. medité unos segundos en contestar. continué con mi defensa al premio a monterroso, “el exilio es una ruta amarga por transitar”, eso lo sé. lo viví incidentalmente, pensé. lo vivo. además, medité de forma despectiva, pero no lo expuse, “hay dioses mayores y dioses menores. como una reflexión cáustica sobre la calidad de la obra de arango sobre la de monterroso”. sin embargo, callé. después comprendí que esa reunión era una suerte de farsa. el coronelito cifuentes —lo escribo con desprecio— lo tenía previsto. quería —como fue su función en el espionaje militar que practicó— enemistar a los creadores. pero, sobre todo, fue para limpiarle el rostro a los presidentes militares/oligarcas, obviaremos sus nombres, por respeto a la memoria de las víctimas. pero ese año 98, en abril, se mandó a asesinar al padre gerardi. principal promotor de la recuperación de la memoria histórica, luego del terrorismo de estado que vivió el país por casi tres décadas. el asesinato lo ejecutó un demente capitán y otro coronel. —padre e hijo— el crimen fue reventarle, romperle la cabeza con una piedra. el meta mensaje era evidente. ¡terrible la violencia anticomunista! ¿cuánta maldad contiene la ideología de derecha? al final se votó. ese consejo para las artes aprobó por tres posiciones a favor y dos contra que se le otorgara el premio al maestro monterroso. los días se suscitaron en el afán de notificar al maestro. además, de preparar su regreso a guatemala. augusto se había exiliado en méxico en el año 1956. toda una vida. ese año ’98 el país tenía dos años de haber firmado los acuerdos de paz firme y duradera. es de recalcar que la miseria espiritual del capitán se media por su composición en maldad. por ejemplo, contrató un hotel de ínfima categoría para hospedar al maestro. todavía recuerdo que le expuse, “el hotel colonial de la 14 calle zona 1 es un antro de prostitución.” me miró con desprecio. no me respondió pero me ordenó, que como parte de mis atribuciones —como director de la editorial del estado— debía ser el edecán de monterroso. acepté gustoso. ordenó —en un despacho— que me dieran un auto bastante desvencijado que tenía el ministerio. terminé usando mi carro. así que me presenté solicito y presto para atender al maestro. obvio. lo llevé al hotel. el maestro declinó la oferta. me dijo que lo llevara a otro lugar. busqué un hotel en la zona elegante de la ciudad. cuando vi al capitán. le dije, “qué poco criterio tenés por escoger ese hotel.” no me contestó. ahora, con los años, comprendo el mensaje que se le enviaba al maestro. a dos cuadras de ese hotelucho quedan los reparos de la policía nacional. espacio ominoso de tortura. ese fue el lugar, donde el maestro estuvo preso por manifestarse contra el régimen de oprobio del dictador ubico y logró, en el año ’44, escaparse. ¡vaya! la derecha siempre ha sido maldita. este detalle lo sé, porque al salir de la premiación me encaminé por la sexta avenida del centro histórico, al pasar frente al palacio de la policía, catorce calle, el semáforo me detuvo. así le explicó a barbara jacobs —su compañera— que de ese edificio había logrado escapar, al descender la escalinata y tocar la calle de la esquina había corrido como quien vio al diablo por toda la catorce calle hasta que la ciudad se le acabó más allá de la avenida elena. todo esto mientras la luz daba su cambio de color al verde. momento que concluyó con un beso tierno para bárbara. el accionar de la derecha se articula con todo aquello que conculque la dignidad humana. por eso, las huestes militares, a través del capitán, habían escogido el hotelucho de la catorce calle. como se estiló en esta ocasión —como en otros momentos con algunos escritores que retornaron esos años del exilio— se le preparó al maestro varias visitas. un par de encuentros. la ceremonia de entrega del premio nacional —desde los acuerdos de paz, el palacio nacional de gobierno se convirtió en palacio nacional de la cultura— fue elegante, en el salón de los espejos. las palabras sentidas del maestro evocaron varios aspectos, pero recuerdo uno en particular cuando comentó que se sentiría honrado si alguno de sus cuentos se incluyera en las ediciones escolares. además, cantó de forma implacable el farragoso himno nacional. tonada larga, el himno nacional de guatemala lo escribió, el poeta, cubano, josé joaquín palma. ¿creo que hay una paradoja allí? ¿ustedes qué piensan? la última vez que vi al maestro monterroso estaba sentado en el jardín del hotel. meditaba. para mi el tiempo se hizo batalla en las letras. pero ese año en particular, con ese precario consejo de las letras de la dirección de bellas artes, se organizó una revista, algarero cultural. coincidí muchas veces con el maestro arango. siempre suave con esa cadencia que otorgan los años. platicamos variado. esbozó los trazos, como pintor que también era, para identificar la revista. con más ahínco que sabiduría mi persona organizó el diseño. en alguna ocasión el maestro arango, me relató que en ’88 le entregaron el premio nacional de literatura. cuando la política de terror del estado imponía sus fauces de bestia acerada. precisamente llegó un día el coronel cifuentes a buscarlo. le expuso que se le había otorgado el premio y punto. nada más. crear el premio nacional de literatura —en medio del terrorismo de estado— fue limpiar un poco la violencia. aportar elementos para tener un brazo cultural en la política del terror. pasó una década, ese año, ’98, también se tramitó el exiguo pago que tenía el premio para el maestro arango. porque aquel año. solo fue una pompa en medios. al recordar parte de mi adolescencia, mi madre una vez compró un libro, que leí gustoso. “el zopilote biónico”, del maestro arango, una parodia a los guaruras —matones de oficio— con una serie de ilustraciones. exquisito libro. ese año, con la amistad sencilla que me deparó el maestro, se me fueron develando otros poemarios exquisitos: “memorial de la lluvia” o “el archivador de pueblos”. un año más tarde, con la arrogancia que tiene la juventud, envié a la mierda al coronel. el canalla también me tendió una trampa en la administración. no caí. así que de patas a la calle. al final, se tensó la cuerda hasta reventar por la ideología en oposición que nos contenía. estas letras delatan a ese ser miserable que intentó navegar en dos aguas. incluso el capitán tiene una novela, “ven marzo ven”, que narra la insurrección cívica de 1963, ese año que parte de los oficiales jóvenes formarían el primer movimiento guerrillero por las atrocidades de otros militares. además, un cuento, sobre un perro, “grumete”, es la historia de su vida. ese animal navega entre dos posiciones, un perro de la calle y a la vez un perro que vive en la base militar. al final, el capitán cifuentes, sirvió al amo de la violencia del anticomunismo. lo sé porque en una declaración de amargura, una vez, marco antonio flores, el bolo flores, me narró cómo el capitán le había otorgado el premio a luis alfredo arango. ‘o lo recibes o te matamos.’ intuyo que el maestro arango entró en una depresión larga. murió relativamente joven. vivió con mucho dolor en ese país que no despunta a la dignidad. he guardado un silencio oportuno, hasta ahora, para que parte de la historia encuentre en estas letras un homenaje a los creadores como arango, quienes se quedaron en un país consumido por la violencia o monterroso, quien se tragó el exilio completo. ¿amanecerá alguna vez en esa republiquita acuartelada de coronelópulus?

 

 

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