¿En el amor soy Rauw Alejandro?

Envidio a la gente que “actúa normal” delante de quien le gusta.

hace unos días, Rauw Alejandro, uno de los cantantes urbanos más populares de la actualidad, concedió una entrevista en la que contó cómo supo que estaba enamorado de Rosalía, su actual novia: “Se me volcaba el estómago y me ponía torpe”.

Alguien me envió su declaración junto al mensaje: “La mayoría de sus canciones hablan de sexo y ahora resulta que se ponía torpe”. Aunque comprendí su duda, lo primero que hice fue lanzar una carcajada y pensar en todas las veces (tampoco tantas) en que yo he sido Rauw Alejandro.

La gente imagina que al tener una columna en la que mencionas mucho las palabras “coger” y “orgasmo” a una se le facilita eso de “relacionarse”. Siendo justos, para salir con alguien de Tinder o para darte a alguien en un after no se necesita mucho: hasta los tímidos podemos. Pero claro, todo cambia cuando alguien te gusta “de verdad”.

No es que se pueda coger con cualquiera, pero digamos que con que si ambos se sienten atraídos, hay química y hay ganas, ya tienen básicamente todo. Por otro lado, están esas personas que no conociste en plan “vamos a tener algo”, sino que aparecieron y, sepa Dios cómo, te gustaron por ser inteligentes, tener buen gusto cinematográfico o por, simplemente, reírse de tus “chistes”.

Para poner un ejemplo más pop, vamos a la escena de Clueless (a.k.a. cine de arte de 1995) en que Cher (Alicia Silverstone) se da cuenta que está enamorada de Josh (Paul Rudd). “Ahora no sé cómo comportarme cuando está cerca”, dice mientras ve las noticias en lugar de The Real World.

Ponerse nerviosa al estar cerca de alguien que te gusta parece hasta de adolescentes, Clueless ES una película para adolescentes. No sé cómo le hace la gente que tiene la capacidad de actuar normal cuando “esa” persona está cerca.

La realidad es que la única forma que yo encuentro de “actuar normal” a veces puede confundirse con indiferencia. Ya sabes, no quiero que te atrevas a creer que me importas, así que prefiero ignorarte. Lo sé, soy de la verga, amigos. También sé que los que me gustan probablemente no merecen el mismo trato de los que me caen mal, jaja.

Menos mal que, incluso los torpes sociales, a veces encontramos quien “descifre” nuestros mensajes. Y claro, esa emoción también se siente como la de un adolescente, o peor, como si estuvieras metida en una maldita comedia romántica dirigida por Garry Marshall. Y pues eso nunca viene mal, sin importar cuántos años tengás.

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