
- De amor y otras drogas
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¿Ayudé a pasar el canastito para el Cash?
En este Pueblo Chico Infierno Grande les gusta meter miedo con la biblia en mano.
Todos tenemos un pasado oscuro. El mío no tiene que ver con mi vida amorosa/sexual ni con mi familia. La única cosa de la que me arrepiento es de cuando, de adolescente, albergué en mi sala algunas reuniones de Casa de Dios. Ya sé, mejor me hubiera muerto de chiquita.
Para ponerlos en contexto, no provengo de un ambiente religioso. Mi familia no es de ir a la iglesia. Aún así, de adolescente decidí asistir a la iglesia evangélica, a la Fraternidad Cristiana, específicamente. Dejé de ir porque aunque conocí gente muy buena onda, el discurso me hacía sentir culpable por quien era o lo que me gustaba. Así de simple.
Tiempo después, tendría 16-17 años, una amiga del colegio me invitó a un “grupo de jóvenes” de su iglesia (A.K.A. Casa de Dios) Yo había ido a uno de esos en la Frater y me gustaba porque una vez vimos The Hot Chick como parte del mensaje. No recuerdo en qué momento de la historia, la compañerita me pidió de favor hacer las reuniones en mi casa.
Aunque no me sentía muy cómoda, le pedí permiso a mi mamá, quien, algo incrédula, dijo que sí. No recuerdo ninguna “predica” en especial, pero sí el canastito que pasaban al final para depositar la “ofrenda”. Sí, esas que después se ponen en las cuentas de los pastores.
Hay algo en Cash Luna que nunca me simpatizó, como un mal presentimiento. Hubo un tiempo en que muchos a mi alrededor admiraban su estilo de predicar, lo “innovador” que era. Para mí era solo un tipo gritón, con devoción de payaso, que empezó a salir en todos los canales de tv.
Una sola vez fui a esa famosa Casa, que más que de Dios parecía del Señor de los Cielos. Nada relevante porque para mi “mala suerte” ese día el payaso no predicó y en su lugar estaba su esposa.
Por mí pasaron los años y, sobre todo, la Universidad y el ejercicio periodístico. Cuando salió aquel famoso reportaje de Univisión, me gané unos cuantos insultos solo por compartirlo. El tipo tiene una marea de fanáticos más peligrosos que los ultras de cualquier equipo de futbol.
En realidad, cualquier persona puede creer en lo que sea o quien sea que le de la gana, el problema es llevarlo a otros niveles. En este Pueblo Chico Infierno Grande ya se les volvió costumbre juntar religión y política, porque no hay mejor manera de meter miedo que con una biblia en mano.
Entonces viene Cash y en su más reciente mensaje llama serpiente a Jordán Rodas y se refiere al encarcelamiento del periodista José Rubén Zamora en tono de burla. “¿Cuántos creen que Dios va a hacer justicia en este país?”, pregunta.
No, la justicia no es la de Cash Luna, la que él en su infinito ego quiere que se haga. Usar el nombre de Dios para tus intereses, para dominar gente, para perpetuar la corrupción y para discriminar a las minorías debería ser considerado el peor de los pecados. Lamentablemente en Guatemala, ese parece el pan nuestro de cada día.