¿Un famoso muerto saca lo mejor de ti?

Al parecer, las redes sociales se convierten en campos de batalla.

Cuando una persona famosa se muere salen a la luz varios tipos de públicos: los que eran refans y se sabían todas sus canciones, los que les da igual y los que presumen de ser intelectuales como para hablar de temas tan triviales como un cantante o una monarca.

Para bien o para mal, crecí con la nariz metida en la revista Vanidades y la Enciclopedia Universal en 20 tomos. Por eso, cuando el jueves pasado anunciaron que en la reina Isabel II estaba muy enferma y que los presentadores de la BBC llevaban corbata negra, yo sabía que íbamos a presenciar algo histórico.

Puse la BBC en línea y esperé por el anuncio que hasta ese momento solo había escuchado en películas: “Interrumpimos nuestra programación (…) La reina ha muerto”, seguido del God Save The Queen. Si se preguntan porqué tanto interés, es sencillo: lo hice por la anécdota. Ojalá Televisa se esmere tanto cuando se muera Chabelo.

Más tarde ese día, le comentaba a mi editor que, haciendo cuentas, he convivido más con la familia real británica que con la de mi papá. Parece chiste, pero es anécdota. Gracias a las revistas y la televisión, amé a Diana, odié a Carlos, fui a la boda de Carlos y Camilla, y luego a las de William y Harry. Es más, hasta sé que comían los corgis de la reina.

Ese día pasaron cosas graciosas, como la presentadora mexicana que se puso a llorar en pleno programa o todas las personas que recordaron que habían estudiado en colegios o liceos británicos. Digo, yo estudié en el Colegio Italiano y no lloro cada vez que la selección italiana de futbol no clasifica a un Mundial. Pero pues, cada quien; por cosas más tontas he llorado.

No soy partidaria de las monarquías, pero, dado nuestros últimos gobernantes, tampoco es que nosotros sepamos jalar muy bien la carreta ¿verdad? Yo me quedaré con que, por ahora, estas personas existen y cumplen con su función, tal y como lo hacen las hermanas Kardashian en EE.UU.

Mientras tanto, las redes nos siguen dando material para un experimento social, con gente hasta amenazando con golpearse con tal de probar un punto. No hagan corajes, chicos. Por allá ni nos topan. Limítense a verlo como el espectáculo que es.

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