De pies a cabeza
El jardín de las delicias, El Bosco (extracto)

De pies a cabeza

Locos con pinta de cuerdos, cuerdos con sueños de locos,


DESCARO

El descaro es total.
Tu sonrisa me mata, tu mirada me aturde, tus labios me consumen, tu piel me quema, tu existencia me provoca.
Y afuera en la calle, la gente se muere porque unos infames les roban su plata. Bueno, que son los más, porque en esta nuestra Guate, cuesta que no te asalten de mil maneras.
Te carcome la inmundicia de los ambiciosos, de aquellos a los que ves vestidos de traje, viajando, y ahora, ya sabemos que es con los ahorros de la gente que cree, sueña y tiene ilusiones.
Vuelvo la mirada y te encuentro refugiada en un lago de seda, pidiendo en silencio el calor del cuerpo a cuerpo, el crujido de la cama, la complicidad de las paredes, que como silentes testigos, guardan los secretos que tenemos.
Agarro el cigarrillo, ese que dejaste por un momento y te robo el vicio, el alma, un suspiro, la calma, la noche. Te muerdo, te gusta, te hago mi escultura perfecta y te sentís la misma Afrodita.
Mujer, cuánto cuesta no idolatrarte; soy un enjambre de ideas, palabras, locuras, que busca seguir el caudal de las frases que luchan por hacer un espacio en el túnel de esta vorágine de intermitentes imágenes, soñando con hacerse tinta, verso, poema, discurso, elixir, veneno, recuerdos.
La noche se extiende; la vida es hoy y ahora, no mañana, no ayer. El precio a pagar es un día menos, el premio es disfrutar un momento más. No termino de entender pero, para qué, si lo que busco es seguir de largo, no detenerme en ningún lugar, solo seguir, igual que ese descaro total, igual que esa mirada tuya, igual que esa piel candente, igual que tu lengua certera.
Ni más ni menos.

 

DECEPCIONES

Me bebo el vaso de agua de un solo trago. La cólera se apodera de mi como yo de tu cuerpo. Recibo la noticia que me amarga la esencia, el alma (¿existe acaso?, cual herencia de una visión del mundo que todos creen que es así), me nubla la perspectiva y siento deseos de largarme, de no voltear y lanzarme en una frenética búsqueda de otra realidad.
La tormenta va pasando, como esos besos que recorren tu piel acaramelada. Me dicen no va más; no lo puedo creer, pero pienso, esto es así. Para estar de pie hace falta haber caído, ni más ni menos. Pero la frase trillada es una metáfora y nada más.
Veo a mi alrededor y el mundo camina igual, o quizá peor que antes. Yo, claro, no siento ser peor, pero a lo mejor sí; uno nunca sabe. Uno se ve como quiere verse.
Se me agotan las palabras, pero la ilusión se mantiene firme y soberana, como si fuera esa mirada tuya tan implacable. Advierto que debo continuar, mientras haya pueblo habrá revolución, dice aquella consigna laboral que no significa ya nada en esta etapa de la decadencia del ser, por el tener.
La conciencia me dicta que el roble, aquel del que fue hecho mi padre, me da un hálito de insensatez para seguir de frente.
Lo menos que debe hacer es pelear, pelear hasta que la esperanza se vuelva sombría e incertidumbre. Por eso es aquello de tener siempre la maleta lista, uno nunca sabe.
Los golpes hay que soportarlos y aprender a ser fuerte. Eso es lo de menos. El asunto es darse cuenta de que en el devenir de todo esto que se llama humanidad, el agua del río no es la misma, y que las olas, si uno no se deja llevar, te devoran la vida, la ilusión y la esperanza. Al final, hay que echar mano de aquella oración casi implacable: la esperanza es lo último que muere.


DE PIES A CABEZA

Retrocedo miles de años y vulnero mi ser con recuerdos; con rostros que son páginas de un libro que no termino de escribir. Las letras que elijo para tal faena son caricias y millones de besos. Unas, inocentes, las más, irreverentes, subversivas, peligrosas, cual explosión en las horas pico.
Y de los besos mejor ni hablar. De pies a cabeza. Del norte al ecuador de tu existencia. Del punto medio de tu ser hasta la suavidad de tu piel que toca el suelo.
Completa, sin ningún espacio más para colocar otro sello. Un pasaporte de viajero. Tu piel, mis labios; tu textura, mis dedos; tu hambre, mi sed; tu locura, mi pasión; tu necesidad, mi deseo; tu inocencia, mi insolencia.
Un viaje a la extravagancia, al tormento, delirio, perdición, desencanto, magia, sutileza, embrujo, cielo e infierno. Todo en un segundo, en diez, en veinte...
Locos con pinta de cuerdos, cuerdos con sueños de locos, locos en el medio del incendio, incendio que nos marca la piel, la vida, las ganas, ganas que corroen las tuyas, tuyas las noche de insomnio, de sueño a medias, medias que no necesitas para volverme tu esclavo, esclavo que sigue tus pasos, pasos que marcan el tiempo, tiempo que se consume al ritmo del viento, viento que toma tus besos y los transporta al infinito.
Las fotos en mi cabeza se sacuden y tropiezan unas con otras, aunque son más las unas que las otras, pese a que las otras no dejan de ser ellas. Las manos, mis manos, quieren atormentarte, hacer que te sacudas de mil maneras, una y otra, y otra, y otra vez. Dejarte sin respiración.
Que cierres los ojos mientras me sientes, mientras imaginas que estoy a punto de sentirte, mientras ansías que llegue la otra frase, palabra, sílaba disfrazada de tibieza y suavidad, haciendo remolinos en ti, como cuando me pierdo en tu cabello, en la profundidad de tus ojos. Como la primera vez.

 

Última modificación Domingo, 17 Marzo 2024 11:29
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