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Caricatura
Como si no supieran que el sistema sangra hasta a los que no tienen...
DE MI VIDA
Tu imagen es plena, certera, eterna. Hoy imagino que estás bien. Que te liberaste de todas tus penas, dolencias, dramas, temores. Me pregunto cómo estás, donde te encuentras.
Claro, lo sé; te quedaste metida en mí para siempre.
Vuelvo el rostro, me arrimo a la taza de café que dejo enfriar porque simplemente pienso en tantas cosas. Te recuerdo cocinando, esperándome, dispuesta a complacer todos mis caprichos. Y te extraño, no por eso, sino por todo lo que siempre hiciste. Me sacudo las migajas de soledad recurriendo a los recuerdos, pero éstas se vuelven mucho más pesadas y me atormento.
Tú ya no estás sola, él se fue, creo, me aferro a pensar, que contigo. Con usted, así te trataba, te recuerdas.
Tu sentimiento me quedó grabado por los siglos de los siglos; tu temple, tu estoicismo, tu carácter. Y sin embargo, te llevaste todo. Se me exprimió el corazón, las ganas, el deseo. Pero irónicamente me diste fuerza, me hiciste prometer entrega, sacrificio a pesar de los pesares.
Cabalgo por las nubes, esas que me imagino te llevaron a un lugar extraño, del cual no tengo ni idea. Veo el viento a veces y se me repite el escenario de aquella noche tormentosa, de adioses sin voz, de fortaleza fingida para soportar la tristeza de tu partida.
Me duele el alma, y eso que no creo en ella.
Me duele la vida, el saber que así tenía que ser, que no podías más, que era mejor verte sabiendo que no volverías, a tenerte sabiendo que tu cruz seguiría sin que yo pudiera cargarla por ti.
Te quedaste sin fuerza y luego él decidió seguirte. Y ahora el vacío es terrible, mucho más de lo que imaginas, aún con tanta locura a mi alrededor, aún con tanta vida, dicen, por delante.
Si tan solo fuera posible que algún día pudiera estar nuevamente en tu regazo.
CONQUISTA
Tomo un respiro; mis palabras se ahogan, fluyen pero no terminan de ser. Se pierden en el silencio, en la mágica oscuridad, se transforman en locura.
Pretenden alcanzar un momento intenso, superar la barrera de la tranquilidad, someterse a la prisión que me deja sin escuchar. No entiendo razones, no me importa, no quiero dejar de hablar, de decir, de expresar lo que siento en ese efímero momento. La certeza nos consume, el riesgo es latente, la inmaculada frase fluye como un río violento que arrastra mi alma, mi ser, mi vida, mi todo; digo miles de cosas en un instante, no me importa que no haya respuestas del otro lado. Es más, me importa un pepino.
Pero siempre debe haber un pequeño espacio para capturar una imagen; esa que diga que todo marcha sobre ruedas, que la conquista se acerca, que los mundos se convertirán, en breve, en un tumulto de estrellas fugaces cabalgando con rebeldía y sin sosiego.
Una brisa inunda todo a su paso, el vertiginoso manantial no encuentra reposo; avanza, deja su manto, ahoga el decir, el discurso, todo.
El terremoto está próximo, será una sacudida de incalculable magnitud, pero luego vendrá la calma. Es un fragmento de vida, de historia, de emoción.
Mis manos son dos grilletes poderosos, pero también pinceles que dibujan; no se puede escapar hasta que la última sílaba se escriba sin necesidad de tinta. Eterna locura, eterna soledad, eterna amalgama de sensaciones, eterna fatalidad.
Estás sobre un pedestal; frágil como un trozo de papel, con una historia nueva, con un ramillete de mariposas revoloteando por todos los rincones, diciendo sin decir. No hay necesidad. Tu corazón latiendo a mil, y yo, perdido entre tus piernas.
CARICATURA
Una gota cae justo sobre mí. Me causa frío. Leo una nota terrible en un diario. Ahora resulta que defender mi vida, en detrimento de la del agresor es mi boleto directo a la cárcel, a esa en la que viven como reyes algunos, hacen su filial del delito y casa los que cómodamente sangran (como muchos otros de corbata y camisa fina) a este país que no es más que una pesadilla.
No me voy porque ahora no puedo, pero llegará el momento. Dicen que la distancia es el olvido y para esta realidad no hay nada más eficiente que este pensamiento, parafraseado de aquellos boleros que se han ido borrando con el tiempo.
Duele ver cómo aquellos que dicen aplicar la justicia la hacen viable para quienes hacen daño a esta sociedad que se fragmenta, que se quiebra como un espejo, y se les nota que nunca han vivido en carne propia un delito que atenta contra su vida. Ya les tocará, y no es una amenaza, sino una realidad que los chapines decentes hemos experimentado.
Hay que jugarse la vida de muchas maneras. Cuidándose de que los esbirros del volante, quienes acusan una soberbia terrible, hacen de su transporte un arma letal. De los que te arrancan las ilusiones de un plomazo porque no les diste el celular, la cadena o de los que piden impuesto, como si no supieran que el sistema sangra hasta a los que no tienen ya ni una gota para donar. Vaya paisito el que estamos construyendo.
Lo peor de todo, es que quienes pueden hacer algo no lo hacen, viven del miedo del guatemalteco promedio, de la incertidumbre, del terror. Y entonces, si tomo la justicia en mis manos, porque mi
vida está en peligro, seré víctima de la pronta, certera y exhausta justicia chapina.
Nadie me da garantías y la única certeza es que, quizá, a lo mejor, voy a pedir que aparezca el Chapulín Colorado para, por lo menos, causarle risa a los que me den en la madre. los miraste mal.