INDIFERENCIA...
Indian Widow (1783/1784), Joseph Wright of Derby Year (extracto)

INDIFERENCIA...

¿Acaso tus ojos no saben lo que es llorar?


MAÑANA

Joaquín viajaba cada día sentado del lado derecho del tren y casi siempre permanecía silencioso durante la hora y media que duraba el viaje. Algunas veces se hacía acompañar de un libro para ahogarse entre las palabras, la tinta y el veloz caminar de su transporte. Esa mañana advirtió que una mirada penetraba su lectura. Volvió el rostro y descubrió una bella imagen.

Cabello largo, piernas largas y contorneadas, de minifalda provocativa y una curva describiendo sus caderas. La investigó con una sonrisa nerviosa y ella devolvió, en cambio, una mirada penetrante y sensual. “Viviana”, dijo acercándosele al oído. “Mi nombre es Viviana”.

Joaquín no superaba al hombre común, y sonrojado se adelantó a brindarle el lugar. “Siempre te he observado, y casi siempre veo que tu atención se pierde en algo, en alguien. Y cómo envidio esa manera de mirar”, agregó la dama. Joaquín enmudeció, apenas atinó a preguntarle acerca del tiempo que llevaba así. “Creo que desde que te conocí; además, te he soñado haciendo el amor conmigo”, disparó a quemarropa.

Un momento de incredulidad para Joaquín. Sintió estremecerse, quedó embrutecido ante tan inimaginable historia o confesión. Viviana no dijo más. Llegaron a una estación a medio camino de donde era el destino de Joaquín y ella se bajó, no sin antes darle un beso en la mejilla que terminó por estamparle la sensación más abrumadora de su vida: un
pantalón mojado y una erección de los once mil diablos.

Y entonces descubrió que en esas imágenes recorridas, a través del reflejo de la ventana, observó una silueta que muchas veces se perdía entre la muchedumbre. Por supuesto, entre sus más entusiastas pensamientos, jamás pasó por su mente que una mujer tan hermosa le prendiera fuego en la distancia.

LAPICERO
Veo el lapicero subordinado al destino de tener que escribir y aprovechar mientras exista como tal. Sesgado sobre el escritorio, empecinado en que alguien llegue y lo obligue a derramar charcos, a crear formas, a destilar ideas y sueños, maldiciones e improperios.

Una coraza que si bien es fuerte, puede ser blanda y apuesta a que quien lo utilice –sí, esa es la palabra- sepa que puede doblegar su naturaleza en un dos por tres. Adentro de esa coraza recorre, o parece sosegada, la sábila que habilita el infortunio del ser así. Pero así como endeble igual es de rebelde, porque de repente esconde tras su serenidad el líquido, no tan líquido, y piensa dos veces sacarse el color.

Pero ojo, debe tener cuidado, porque esos caprichos de no querer servir para lo que sirve, también le ponen la bandera de desechable. Y entonces adquiere ligereza y deja que creen con él, y aminora así cualquier intento de suplirlo. Pero sigue inerte hasta que alguien aparezca, lo tome entre sus manos y decida imponer su ley.

Acepta cualquier reto, bueno, casi cualquier reto, porque hace lo que debe si está en la posición adecuada: paradito, con la mina hacia abajo, con un grado de inclinación aceptable. Pero jamás, jamás para arriba; topa y hace retroceder al incauto, que olvida que a veces, las cosas no son siempre como las quiere el fuerte, sino como lo manda la lógica.

Es importante, como todo en esta vida, pero pasajero... como todo en esta vida. Para qué quiere uno más. Uno escribe, hace y deja de hacer, según las circunstancias, según lo manda la fatalidad, la ironía. La importancia se la da uno, pero también otros; de eso no hay duda. La tinta fluye más dependiendo de quién lo tenga entre tus manos.

¡Oh, Puto lapicero!

Quién te dijo que no eres una especie de imagen y semejanza.

INDIFERENCIA...

¿Acaso tus ojos no saben lo que es llorar?
¿Acaso tus labios no conocen el besar?
¿O decir te amo? Tal vez, adiós.

¿Acaso tus brazos no saben proteger?
¿Acaso tus manos se han endurecido sin saber acariciar?
Tal vez, solo saben lastimar.

¿Acaso tu cuerpo no sabe dar calor?
¿No sabe lo que es pasión? ¿no comprende la excitación?
¿Acaso temes perder la cabeza enamorándote?
¿Acaso piensas en no dañar tu corazón... nuevamente?
Tal vez hay algo diferente o alguien consciente.

Tal vez tus ojos han llorado demasiado;
tal vez tus labios han besado y han dicho te amo en lugar de adiós.

Tal vez tus brazos se han cansado;
tal vez también tus manos.

Tal vez no hay quién merezca ese fuego;
tal vez tu pasión se decepcionó.

Tal vez te has enamorado demasiado y perdido la cabeza aún más.
Tal vez no te queda ya corazón con tanto daño.

¿Acaso no hay más soñadores?
¿Acaso solo alienadas mentes? ¿comerciables cuerpos?

Tal vez falsos creyentes;
tal vez mentirosos profetas,
tal vez comprables enamorados.

Tal vez solo asquerosos seres que no llegan a ser humanos.

¿Acaso ya no hay sinceros 'te amo'?
¿Acaso se están acabando?

Tal vez...

Tal vez aún quedas tú;
acaso, también yo.

Tal vez aún creas, y después yo.

¿Acaso seas tú quien diga un sincero te amo?

Tal vez acabará tu llanto y soñarás de nuevo.
Tal vez sea yo quien escuche tus labios.

¿Acaso me reflejaré en tus ojos o me adueñaré de tu corazón?
Tal vez de tu mente.
Tal vez sea yo quien diga te amo;
y sea otra vez el que se ahogue en llanto.

¿Acaso existes tú?

Tal vez yo...


Última modificación Domingo, 17 Marzo 2024 11:28
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