Bajo el manto del Señor de los Cielos

Circula un meme en el que se escribió que Shirley Rivera, juramentada como presidenta del Congreso de la República por el período 2022-2023, «promete una administración regida completamente por “el Señor de los Cielos”».

Si le tomamos la palabra en sentido literal, podemos suponer que Shirley Rivera se acogió a la protección del narcotraficante mexicano Amado Carrillo Fuentes, conocido entre sus pares como El Señor de los Cielos por su dominio de los cargamentos de droga mandados por avioneta a sus consumidores en Estados Unidos y fallecido el 4 de julio de 1997, mientras lo operaban para alterar sus facciones.

Fuera de bromas, refleja la condición de sepulcros blanqueados que ostentan muchos funcionarios públicos cuestionados por su pobre desempeño en el cargo, su enriquecimiento a la vista de cuantos les conocieron cuando alquilaban casa en la colonia Bethania y su defensa de la democracia como el orden perfecto para lucrar con los fondos obtenidos gracias a nuestros impuestos.

No contamos con el ofrecimiento de una gestión pulcra, verificada por la Contraloría General de Cuentas de la Nación para demostrar ante la opinión pública que no se desperdició un solo centavo de quetzal a la hora de legislar por el bien del país, sin distinción de creencias e ideologías.

Más bien nos envían el mensaje de que el suelo se abrirá bajo nuestros pies para tragarnos (Nm. 16. 28-34), o nos brotará lepra en toda la piel por murmurar en contra de nuestros gobernantes (Nm. 12. 9-10), o el fuego del altar nos consumirá (Lv. 10. 1-2) si objetamos sus gastos dispendiosos, evidenciamos sus torpezas en política exterior, divulgamos las generosas dietas que se asignan cada vez que se juntan a sesionar y denunciamos la aprobación de leyes que atentan contra los intereses de Guatemala.

Así las cosas en la teocracia de facto que nos rige al cumplirse el tercer año de la pandemia brotada en Wuhan, territorio de la República Popular China, equivalente al año 2022 de la Era del Señor.