
- Blog
- Publicado
- ¡Sé el primero en comentar!
- 4 a 7 min. de lectura
- Leído 1582 veces
Paul McCartney aquí, allá y en todas partes
80 años de una de las voces más importantes del siglo XX.
1 Hoy, 18 de junio de 2022, se publican decenas de artículos que celebran los 80 años de vida del músico inglés James Paul McCartney. Algunos periódicos y portales electrónicos se limitan a reproducir los cables distribuidos por las agencias internacionales de noticias. Otros dedican varias páginas para abordar cada aspecto de la vida y la obra de Paul McCartney con rigor, sin reñir con la amenidad. Comentan cada disco que registró desde su primera entrada al estudio de grabación, revelan datos poco divulgados entre el gran público, vuelven a contar la historia que todos sabemos. La mayoría rebosan gratitud, admiración y cariño: imposible regateárselos al hombre que escribió la letra e ideó los acordes de «Eleanor Rigby», «Hey Jude», «Let It Be», «Band on The Run», «No More Lonely Nights», «Hope of Deliverance» y sí, «Yesterday».
Ciertos escritos pasan a escondidas delante de sus discos sinfónicos y señalan la vacuidad de sus discursos a favor de la comida vegetariana: se cuenta que impide la venta de toda hamburguesa, perro caliente y choripán preparado con carne cerca de los recintos donde se presenta. Algunos mencionan sus afanes por reescribir la etapa final de los Beatles a su favor, en duelo permanente contra el fantasma de John Lennon. Tal vez se repita el cuento acerca del doble sometido a retoques plásticos para suplir al verdadero Paul McCartney desde que falleció en accidente de tránsito ocurrido la madrugada del 9 de noviembre de 1966. Si fuera cierto, el otro se llevaría los parabienes y estaríamos ante uno de los reemplazos de personas más exitosos de la Historia; reflejan los poderes que giran alrededor del nombre Paul y el apellido McCartney.
A su edad permanece recto, toca 37 canciones repartidas en dos bloques, acaso se olvida de alguna que otra palabra al cantar, trata de que su registro no le falle a la hora del yeah, yeah, yeah. Dejó de teñirse el pelo e hizo bien: el tinte resalta las arrugas del rostro, la piel caída y los dientes postizos: es una impostura. Mejor lucir las canas al viento, señal de que se vivió lo suficiente para fijar su legado ante la posteridad. Dan fe la biografía de 864 páginas escrita por Philip Norman; la publicación de todas las letras de sus canciones escritas de 1956 en adelante, compiladas en dos volúmenes y en orden alfabético; los seis episodios dedicados a sus conversaciones con el productor Rick Rubin; la otra mirada del director Peter Jackson a las sesiones de enero de 1969 que obvia la amargura del documental Let It Be ensamblado por Michael Lindsay-Hogg para convertirlo en la sonriente puesta en escena de Get Back. Y ofrece conciertos de tres horas de duración para los afortunados que gastan cientos de dólares al viajar por tierra, o por avión, con tal de conseguir su entrada y verlo con binoculares desde el último asiento del estadio.
2 Dos días antes de cumplir 80 años, Paul McCartney terminó su gira Got Back en el vecindario de East Rutherford, Nueva Jersey. Desde 2002 hasta 2019 no pasó temporada sin que lo contrataran para recorrer buena parte del planeta. Dejó de hacer pausas prolongadas, como las que se sucedieron de 1979 (última gira de su grupo Wings por el Reino Unido) hasta 1989 (para promover el álbum Flowers In The Dirt). Cuenta con la estabilidad ofrecida por los guitarristas Rusty Anderson y Brian Ray, el tecladista Wix Wickens y el baterista Abe Laboriel, Jr. El público agradece que retome las canciones que nunca sonaron en concierto con los Beatles. «The Night Before», «Lovely Rita», «She’s Leaving Home», «Hello Goodbye», incluso «A Day In The Life» combinada con «Give Peace a Chance», se asoman para contento de los escuchas.
Sólo se echa en falta que no se respalde en los discos que grabó desde Flaming Pie (1997) hasta McCartney III (2020): lo mejor de su obra solista se asoma en títulos como «Beautiful Night», «Appreciate», «Only Mama Knows», «How Kind of You», «Who Cares», «On A Hurry» y «Gratitude». No treparon tan alto en las listas de éxitos como «Silly Love Songs», «My Love», «Live and Let Die» y «With a Little Luck», pero tienen sus bríos. El tiempo no se quedó detenido en los sesenta, los setenta y los comienzos de los ochenta: las buenas canciones se siguen escribiendo.
Y nos sentimos afortunados de que hayan suficientes registros en video y en cinta para regresar a las canciones que tanto queremos. A muchos les gustaría que existieran filmaciones del virtuosismo inhumano de Niccolò Paganini, del malhumor de Ludwing van Beethoven causado por su creciente sordera y del fraseo juvenil de Wolfgang Amadeus Mozart ante la corte imperial reunida en Viena. Sólo tenemos los testimonios de sus contemporáneos y las versiones relatadas por los historiadores. En cambio, podemos repasar casi todas las eras que abarcan la vida y la obra del músico inglés sir James Paul McCartney, nacido en el puerto de Liverpool el 18 de junio de 1942 en el hogar formado por Jim y Mother Mary McCartney, desde que se presentó en el Cavern Club hasta nuestros días.
3 Son contados los seres humanos que amanecen, van al baño, desayunan, revisan la agenda del día, hacen su trabajo, almuerzan, se encuentran con amigos, tienen citas, maldicen el tráfico, regresan a casa, cenan ligero, ven la televisión y se acuestan sabedores de que mucha gente está pendiente de lo que hacen, dicen, callan y tiran a la basura. Es agradable, también molesto y muy peligroso: John Lennon y George Harrison lo padecieron en carne propia.
A veces buscan lugares donde puedan confundirse entre la multitud para hacer sus compras, pasear al perro, dar su caminata vespertina, ir al cine. No lo consiguen. Paul McCartney lo supo el 14 de enero de 2000 cuando decidió darse un paseo por Santiago de Cuba, pronto lo reconocieron («oye, ¿ése que va ahí no es Paul, el de lo Bitle?»), y se armó el inevitable revuelo a su alrededor cuando visitó la Casa de la Trova. Se resignó, escondió su mirada detrás de un par de espejuelos oscuros, y aceptó firmar autógrafos con su mano zurda. Siempre habrá admiradores que se atrevan a rozarlo para constatar que existe más allá de las portadas de los discos, los pósters fijados con grapas a la pared y la pantalla del televisor.
4) Muchos celebramos que Paul McCartney siga aquí, allá y en todas partes. Sus primeras señales se emitieron desde Londres y Nueva York; llegaron hasta Los Mochis, Fray Bentos y Amatitlán, esos rincones apenas visibles en los mapas recién desplegados sobre la mesa. Estoy en su compañía desde los seis años; sí soy partidario de la monarquía británica, siento felicidad ante la contemplación de la Union Jack y celebré de lejos el jubileo de platino de la reina Isabel II, las responsables son las canciones que escribió junto a John Lennon, o por aparte, aderezadas con los aportes de George Harrison, Ringo Starr y George Martin.
¿Me salvaron de ese panorama que se reduce al trabajo de lunes a viernes, el partido de fut los sábados por la tarde, la ida a las cantinas después de ganar, perder o empatar, y quitarme la resaca el domingo para volver a empezar? Seguro que sí. Recorté cada noticia acerca de John, Paul, George y Ringo publicada en la prensa guatemalteca de 1993 hasta 2002, aún espero verlo en concierto y no me quiero perder la celebración del centenario de su nacimiento prevista para el 18 de junio de 2042. Falta poquito: veinte años se pasan volados. Para mientras, todos juntos ahora unimos nuestras voces para que se escuche desde aquí hasta el mero centro de Londres:
«Today it’s your birthday. We’re gonna have a good time. We’re glad it’s your birthday. Happy birthday to you!».