
- De amor y otras drogas
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Entretenimiento y esperanza, eso me dan los Juegos Olímpicos
Las Olimpiadas te ayudan a seguir... incluso como espectador.
El deporte no es algo que esté muy presente en mi vida. De hecho siempre digo que yo pienso en deportes cada cuatro años; o sea cuando hay Juegos Olímpicos. Al haber nacido con cero coordinación física, esta afición por “la justa olímpica” empezó como la mayoría de cosas en mi vida: con la televisión y las transmisiones durante la década de 1990 y los primeros años de los 2000. Por azares del destino, durante mi adultez, tres juegos olímpicos de verano, Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020 (aunque en 2021) han coincidido con tres momentos de mi vida que me gusta calificar de “atropellados”.
Empecemos por Londres 2012, es la mañana del sábado 4 de agosto y yo tengo cuatro días de haber salido del hospital después de un cuadro combinado de fiebre tifoidea y dengue, porque ya no se puede ir uno de excursión en un país tropical sin quedar como payasa. Estoy en mi último semestre de la Universidad y no fui a estudiar toda la semana. Todavía me paso los días adormitada, pero hoy, recostada en la cama de mi mamá, me esfuerzo por mantener los ojos abiertos mientras veo la final de Marcha de 20 kilómetros. De pronto las cámaras y los comentaristas empiezan a notar y hablar del guatemalteco, de Érick Barrondo.
De pronto ya no tengo sueño. Estoy más nerviosa y religiosa que de costumbre, y casi armo mi propio rosario para que no hayan penalizaciones y ese muchacho consiga una medalla. Cuando Barrondo entra segundo, yo ya estoy hecha un mar de lágrimas, probablemente porque soy una sentimental, pero sobre todo porque ¿qué tan común es ver a un chico, que viene de un país lleno de corrupción y desigualdad, sobresalir hasta ganar una Plata olímpica en la tierra de las Spice Girls? Extrañamente, esas lágrimas las he repetido esta semana, en pleno Tokio 2020, con cada victoria del badmintonista guatemalteco Kevin Cordón, ante sus rivales. Se siente bonito tener esperanza.
Video de Kevin Cordón clasificando a cuartos de final de bádminton en Tokio 2020.
https://twitter.com/LosGanadoresgt/status/1420700713915723776?s=20
Más allá de entender o no entender las reglas de ciertos deportes, lo que más me gusta de los Juegos Olímpicos ahora que soy adulta es que me ofrecen justo la dosis de abstracción que necesito. ¿Han contemplado cómo está el país, o el mundo, allá afuera? Que si la pandemia, que si el descaro político desmedido, que si doña Conrruptela, que si me van a vacunar hasta 2030 si bien me va. Mi cabeza va a estallar. Y no, no se trata de ignorar lo que está pasando, de ser indiferente ante lo obvio, es solo que todos necesitamos un descanso mental y físico aunque sea durante dos horas y media, que es lo que duran las transmisiones de natación.
Este año, como en 2016, me toca ver las olimpiadas desde el desempleo. Es más, ya hasta hago la broma de que siempre “limpio” mi agenda para poder estar en cuerpo y alma con las transmisiones, aunque, bueno, the joke is on me. En Río, me tocó ver a Michael Phelps llenarse el cuello de medallas y convertirse en el deportista más condecorado en la historia de los Juegos Olímpicos; o el despertar de Simone Biles, que en 2020/2021 nos vuelve a demostrar que ser la mejor también pasa por visibilizar temas como la salud mental. A veces es necesario desconectarse del mundo para volverse a conectar con uno mismo.
Aunque no soy muy asidua de las películas de superhéroes, una de las cosas que me gusta es que cuando salgo de verlas siento que puedo con todo, que todo es posible. Ahora, cuando evito pensar qué será de mi vida mañana o el otro mes, siento algo similar con los Juegos Olímpicos y su formula sencilla: gana el mejor, sin importar de dónde viene. Así que hoy me quedo con las Olimpiadas, con Kevin, con el nadador Luis Carlos Martínez, con los Barrondo, con el resto de la delegación guatemalteca, con las clavadistas mexicanas que acaban de ganar el bronce, con Alexa Moreno que compite en unos días, con las sudamericanas del BMX, con las niñas de skateboarding. El mundo se desmorona pero yo me quedo con ellos.
Luis Carlos Martínez clasificó a la seminifinal de 200 metros mariposa en Tokio 2020.
https://twitter.com/COGuatemalteco/status/1420702464165122050?s=20