Ahora que soy “grande”

Así respondió Gerson Andreé Ovalle Morales en su trabajo final "20 preguntas existenciales" para el curso Estilística. Estudiante de comunicación y entusiasta del turismo urbano, es autor de la columna Nómada de fin de semana.

***

Recuerdo una vez que fui a zona 10, iba a almorzar con unos cuates, todo bien. La reunión terminó y dispuse regresar a casa. Al salir del parqueo, un idiota no calculó su espacio y velocidad, y me chocó, era un Toyota Hylux. Para mi mala suerte, el conductor era un niño de papi. Sí, de aquellos que sienten que el mundo es suyo, de los que con una llamada, papi les solucionará todo. Era un sujeto de aquellos que usan gorra Lacoste, camisa Polo, pantalón súperapretado, un reloj de oro en cada brazo y cadenas súperfinas. Ya saben, aunque la mona se vista de seda.

Me bajé del auto y le dí un gope a su capó. Le alegué por lo que había hecho, él asustado solo me dijo: ¿acaso vos sabes quién soy yo? a lo cual respondí:

“no sé ni quien putas soy yo, mucho menos voy a andar sabiendo quién sos vos”.

Esta anécdota tan estúpida, me hizo reflexionar. Realmente no me conozco, ni sé quién soy, sé cuál es mi nombre, mi pasado, mi presente, y tengo una idea de cómo será mi futuro, sé lo que me gusta hacer, comer, escuchar, pero realmente siento que no me conozco.

Pensando el ejercicio es simple, soy un estudiante de comunicación de 20 años, amante del cine y de los buenos libros, con un trabajo miserable, una cuenta bancaria en ceros y en la mente los sueños más caros, con una familia muy amorosa y unida, pero un total fracaso para el amor. Sí, ese soy yo.

¡Qué vida tan vaga!, incluso, a veces creo que no me merezco la mayoría de las cosas que me han pasado, tanto las buenas como las malas, no me merezco la maravillosa familia que tengo, ni la calidad de amigos, pero tampoco me merezco la soledad que he cargado durante 5 años, ni el rechazo tanto personal como laboral que he sufrido. Aunque siempre me cuestiono esto, el ejercicio siempre termina con esta conclusión: sos la mera y te mereces el mundo, ¡Crack!

Así es de grande mi ego, soy único, un jefe, lo mejor que le ha pasado a todos los que me conocen, soy lo más genial, definitivamente. Tan seguro estoy de esto, que, si los extraterrestres vinieran a invadir, me quisieran a mí, es obvio, creo que ellos buscarían a un ejemplar humano único, que no tenga mierda en la cabeza, que sepa un poco de todo y que no tenga nada que perder, para ellos sería la mejor opción. No me importaría traicionar a mi planeta, mientras esté en el lado ganador. Les brindaría todo lo que me pidieran.

Eso algún día tiene que pasar, le tengo tanta fe a los aliens, sé que existen, pero creo que ya no les interesa venir a la Tierra. No los culpo, si yo fuese un extraterrestre, la Tierra sería el último lugar que visitaría. Y es que vivir en la Tierra no significa nada, es un lugar de seres conflictivos, me incluyo. Seres que están acabando con su planeta. Por ello aquella metáfora tan trillada de la olla de cangrejos, sobre todo, si hablamos del país en donde vivo, Guatemala, un país orwelliano, que socialmente huele a pestilencia,

en donde todos somos iguales pero algunos son más iguales que otros,

un lugar de corrupción, hipocresía y falta de humanidad, que está maquillado con algunos lindos
paisajes, que ya nos estamos encargando de destruir, para que empareje con nuestra situación social. Verdaderamente vivir en Guatemala significa: falta de oportunidad y carencia en todo sentido.

El mundo y en especial mi país son tan caóticos, que a veces pienso que todo esto es una simulación, que todo es una broma de un ser superior que nos controla. Por momentos me siento controlado, en ocasiones no quiero hacer cosas, pero por alguna extraña razón termino haciéndolas. Es como en Adjustment Bureau, esa película de Matt Damon, en la que seres superiores diagraman nuestra día a día, qué hacemos y qué no, así de simple, no creo vivir bajo mi voluntad.


Pero a veces, me gusta creer que tengo el dominio total de mi vida, y me gusta actuar como el amo y señor de mi Universo, comer lo que quiero, hacer lo que se me plazca y darme descansos, aunque no los merezca, no importa si tengo tareas de la universidad u otras obligaciones, yo me tiro al sillón con una bolsa de frituras y me pongo a ver caricaturas como los Súpercampeones.



Vaya anime, sé que a muchos les trae recuerdos, siempre fue de mis caricaturas favoritas, de siempre, aunque. Nunca me gusto el final, cuando me contaron que Oliver Atom despertaba sin piernas, lo odié. Pasaron muchos años hasta que me enteré que era un mito, pero en su momento me afectó. Incluso, en aquella ocasión, cuando me operaron y desperté, pensé, que algo así me había pasado, pero no. En verdad, me hubiese gustado despertar, pero de una manera más dramática, ver cables a mi alrededor, incluso, ver como salían chispas y luces por todos lados, para mí sería cómo un sueño, me creería un cyborg de los Teen Titans.

Conociéndome sé que me daría risa, estaría feliz cómo niño que acaba de cumplir su sueño, me pondría a autoexplorarme, para ver qué poderes o habilidades tengo ocultas. Viviría mi vida al límite, no me pondría barreras y haría todo lo que yo quisiera, pero como no soy un cyborg, vivo con miedo y nunca vivo cada instante como si fuera el último, siempre me pongo peros o altos, simplemente por miedoso.

Yo sé que no estoy disfrutando mi vida plenamente, pero no soy de los tipos que se arriesgan, porque siempre que lo hago, lo pierdo todo. Si mi abuelo escuchara esto, estoy seguro de que me escupiría en la cara y me diría: ¡Espabilá serote! ¡yo crié a un hombre, no a un cobarde!- No me extrañaría, él siempre fue duro conmigo, se notaba que me quería y que solo buscaba lo mejor para mí, pero siempre me regañaba y me trataba de enderezar, yo sabía que no lo hacía con maldad, pero
me molestaba que todo era hacia mí.

A mis primas nunca les dijo nada, me imagino que por ser mujeres, ya que ellas chingaban [molestaban] más que yo y a pesar de eso, siempre les dio todo su amor. Por eso pienso que mi vida hubiese sido mejor de haber nacido mujer, ya que, en mi casa siempre mis primas fueron las consentidas. Siempre lo he dicho y lo sostengo, si yo fuese mujer seria bien puta, no sé si sería guapa, pero sí sabría cómo manipular a los hombres, evidentemente para conseguir lo que quiero. Después de estas declaraciones, no me queda duda de que mi abuelo me está odiando en estos momentos. Me gustaría que aun estuviese acá, pero falleció.

Sé que algún día lo volveré a ver, eso cuando muera, claro está. En ocasiones he imaginado cómo sería morir, aunque nunca tan joven. No me quiero imaginar qué dirían mis deudos, serian cosas cómo: era tan joven, tan buen muchacho que era, tan buen futuro que tenía, era una gran persona, siempre tan correcto, y así, las frases típicas. Palabras prediseñadas para este momento, de personas comunes, que solo llegan a beber café y comer pan dulce y por el morbo que esto representa. Pienso que solo mi madre, mi padre y mis familiares y amigos más cercanos dirían algo verdaderamente valioso. La mayoría serían elogios y cosas buenas, me imagino que varios mencionarían recuerdos muy bonitos y amenos.

Creo que todos me dirían esas cosas que jamás me dijeron, porque claro, siempre valoramos más a las personas cuando ya no están. No sé por qué sea eso, creo que más que todo es por egoístas, ya que todas las personas representan un beneficio para nosotros y cuando se van es cuando nos damos cuenta de su importancia, porque ya no cumplen más su función.

En fin, Si se me permitiera pedir algo para el momento de mi velorio, yo solo pediría dos deseos, el primero sería el poder escuchar todo eso, lo que me dicen al pie del ataúd y el segundo sería entablar una profunda conversación con la muerte antes de entrar al mundo de los muertos.

El segundo deseo parece loco, pero es que, en realidad, tengo mucho que decirle a la muerte, siempre la he visualizado como una mujer, y quisiera tenerla de frente para hacerle conciencia de todo el daño que ha hecho, que me ocasionó a mí y a mi familia, a mis abuelos y a millones de personas a lo largo de la historia. Me gustaría que pudiera sentir cómo es ser una persona, así sea solo por 10 minutos, que sienta qué es morir de cáncer, quizás así nos entendería mías, dejaría de jugar con las esperanzas de la gente.

Le preguntaría ¿qué hay después de morir? ¿qué pasa con nosotros? ¿reencarnamos? O si ¿alcanzaremos la vida eterna? Y es que la inmortalidad del alma es un tema que, siempre me ha dado vueltas en la cabeza. La vida eterna no existe, me refiero a que no existe un paraíso en donde todos vamos después de la muerte, mas bien, creo en la reencarnación, y solo creo en la inmortalidad, pero aquella inmortalidad que se fabrica en vida, la que te vuelve una verdadera leyenda, esa que te hace ser recordado para siempre, como esa canción que dice: no se muere quien se va solo se muere quien se olvida.



Aun con todo esto, nunca he pensado cómo quiero morir, solo sé que no tan joven, pero si pudiese elegir, me gustaría que mi muerte fuera heróica, quizá en algún tipo de apocalipsis zombi o en algún cataclismo nuclear, en donde la Tierra quede devastada, regrese a su estado primitivo y lo único por hacer sea sobrevivir, me gustaría que fuese así, pero quisiera estar completamente solo, ya que a menos que sea un soldado experimentado y capaz de ayudarme, prefiero no tener estorbos, definitivamente no aceptaría compañía.

Definitivamente, ese es uno de mis demonios, el ser incapaz de pensar en alguien que no sea yo. Otro de mis demonios es el que siempre tengo miedo. Todo me causa temor, no me refiero a fantasmas y cosas paranormales, me refiero a cosas de la vida real. Tengo miedo a aceptar oportunidades, enfrentarme a nuevos retos, conocer nuevas personas, no saber qué es lo que la gente piensa de mí. Todos esos miedos son los demonios que he arrastrado toda mi vida. Nunca he podido controlarlos, creo que no puedo hacerlo por que son parte innata de mí, son parte de mi esencia, me complementan y me hacen ser lo que soy. No siempre representan algo malo para mi vida, gracias a que padezco de esos miedos, muchas veces me he salvado, de conocer personas falsas o de tener malas experiencias, así que no siempre mis demonios son malos.

Aunque también creo que acreditarle todo lo bueno y malo que me ha pasado a mis demonios, sería tonto. La vida es muy incierta, nunca se sabe lo qué va a pasar, es una realidad de posibilidades infinitas, pero creo que la razón del por qué es incierta, es por que cómo seres humanos, eso es lo que nos mantiene vivos. La incertidumbre, la oportunidad de que cada día pase algo completamente inesperado y que las cosas cambien radicalmente. Todos los días al despertar somos un lienzo en blanco, que puede decidir cómo hacer su día.

Por eso la vida es incierta, porque es la única razón que nos mantiene vivos, el pensar que tenemos posibilidad de que las cosas cambien. Ya me estoy escuchando muy filosófico, o por el contrario, una suma de elucubraciones, no lo sé. Incluso ya llegué al punto de creer, que no pienso por mí mismo, solo repito los argumentos de otros. Ideas que he aprendido a lo largo de los años, desde que estaba en el kinder.

Siempre he pensado que es así, que estamos limitados a aquello que desde niños nos enseña el constructo social, ya que los pensamientos, ideas y formas de razonar, son regalos que desde que nacemos nos hace la sociedad. Pienso que todos nuestros pensamientos y argumentos están prediseñados y nosotros solo le cambiamos algunas palabras.

Pensar por mí mismo sería tan difícil, cómo alcanzar la felicidad en un memento determinado, me refiero a que jamás somos completamente felices, y no hay un momento exacto para hacerlo, aunque la felicidad es muy subjetiva. Es imposible ser completamente feliz, se puede ser estable, pero feliz a perpetuidad. Lo creo así porque el ser humano siempre quiere más, nunca llega a un estado perfecto, en donde lo tiene todo, en donde está satisfecho, siempre le falta algo y para mí, ese es el sentido de la vida, el nunca creer que es suficiente, si ya no tenemos razones para vivir, entonces deberíamos de estar muertos.

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