Palabra de amor para una despedida

La vida de Cohen y porqué debe ser un recurso de cabecera.

Muchas veces uno tiende a deslumbrarse por los mitos. Personajes que van más allá de ellos. A mi criterio que es de lo más normal. Sin lugar a dudas siempre sucede, olvidamos que muchos de esos mitos, son solo seres mortales igual que nosotros, pero que han hecho algo especial de sus vidas que los hace merecer un lugar en el panteón de los inmortales.

Hace unos días mire el documental Marianne & Leonard: Words of love del director Nick Broomfield. Una historia de amor duradero entre el gran Leonard Cohen y la que fuera su musa, la noruega Marianne Ihlen. El cineasta Broomfield, quien fuera amigo íntimo de Ihlen, narra su relación, desde los primeros días llenos de sol en Grecia en la isla de Hidra, hasta los primeros pasos que luego convertirían a Leonard Cohen en la leyenda que es.

Ver el documental me hizo sacar por un momento a Cohen del mito y ver su lado más humano e íntimo. Un hombre dado a los excesos, listo para pisar el acelerador hasta el fondo tanto en su arte como con las drogas, el budismo y claro, las mujeres. Él encarnaba a la perfección esa frase del buen Charles Baudeliere que reza:

¡Es hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, embriagaos; ¡embriagaos sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como os plazca.

El film aborda mucho de esos aspectos para entender ese detrás de escena de la música de Cohen. Especialmente, en las canciones que él le dedico a Marianne: So long, Marianne, Hey, That’s No Way to Say Goodbye y Bird on a Wire. Letras con una descripción sensible y recóndita de su tiempo juntos, una historia de amor que solo se extendió por unos cuantos años, pero que resonó durante décadas. Al ver estas historias, da la impresión de que las personas normales, (alguien como yo, por ejemplo) nos quedamos sin el privilegio de poder experimentar ese tipo de vivencias. Locaciones paradisíacas, un hedonismo como el de la década de 1960 y muchos de los despertares artísticos que se desataron posteriormente por muchas de esas personas que lo vivieron.

No sé ustedes, pero me dan arcadas en pensar que lo único que yo tengo son posts de Instagram llenos de selfies con orejas de perro sacando la lengua, boomerangs de cosas sin sentido alguno y fotos de lo que me estoy comiendo en ese momento. Suena mal de mi parte, pero pareciera que esas generaciones anteriores se lo robaron todo, y no nos dejaron nada de eso. Ni si quiera unas cuantas migajas.

Ahora solo me queda verlos por televisión, como si se tratara de algún programa de History Channel, lleno de imágenes de civilizaciones que se extinguieron hace muchos años. No lo sé, tal vez solo sea un poco de envidia de mi parte. Lo que si sé es que luego de ver el documental decidí poner uno de mis discos preferidos de Leonard Cohen, Songs of Love and Hate.

Entendí poco a poco que, son solo algunos los destinados a vivir esas experiencias para luego hablarnos de ellas, a través de su música, la poesía o la pintura. Con la esperanza de que los que siguiéramos en este plano pudiésemos aprender algo de ellas y hacer que nuestras vidas sean más interesantes, menos miserables y no tan mundanas como muchas veces nos pasa. Que nos decidamos a realmente vivir esta existencia que como cualquier film, terminara nos guste o no con un crédito que dice FIN en un fondo negro.

Para ver en Netflix: Marianne & Leonard: Words of love


Para escuchar: Thanks for the Dance, You Want it Darker, Songs of Love and Hate

Última modificación Miércoles, 06 Julio 2022 12:26
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