PARA SOÑAR
Guatemala, extracto, Efraín Recinos

PARA SOÑAR

Me temo que esta Guatemala seguirá desangrándose... 


YO... EL ESTÚPIDO

Voy conduciendo mi carro, moto, camión, bus, tráiler y quiero que el que va delante de mí se haga a un lado, porque si no me lo paso llevando. Le enciendo las luces para que vea el grado de prisa, prepotencia o soberbia que me domina, de la que hago alarde.
Me importa un comino que la calle tenga baches, esté colmada de otros tantos igual que yo, porque yo quiero llegar, salir, mostrar que mi vehículo lo puede todo y que mi vida no vale nada.
Ganar en la carrera que tengo en mi mente, en mis traumas, en mi subconsciente.
Los límites en algunos recorridos son establecidos, pero en este país del yo hago lo que quiero, nadie respeta nada. Soy tan así, que pienso que por ir a 120 km/h en la Aguilar Batres, la Roosevelt, Bolívar, Periférico, o cualquier otra vía, gasto menos gasolina, ahorro tiempo y llegó más rápido.
Me vale que sean horas hábiles y me posiciono sobre los pasos de cebra, esos que pintaron en las esquinas de las calles y avenidas, y me da lo mismo que la gente de a pie tenga que meterse en el laberinto que dibujo, junto a otros iguales que yo.
Si el semáforo está en rojo miro cómo logro burlarlo y pasar sin importarme que del otro lado vienen otros con el derecho de vía. Si veo a alguien que “camina” en su carrito a una velocidad de ¡60 km/h! le tiro el mío para que se haga a un lado.
En auto nuevo busco que me miren, que me adoren, que me tengan miedo; en mi carro viejo trato de no quedarme atrás y soy igual de prepotente. En el tráiler, camión o bus,
me complace ver que me tienen terror porque un riatazo de estos no cualquiera lo soporta, y yo me puedo escapar.
Realmente, el problema no es el vehículo.
Pero si voy a pie, también tengo mis cosas. Me bajo de la banqueta y creo que el que viene en carro tiene que bajar la velocidad, aunque no tenga razón para hacerlo. Me paso
enfrente, y no importa si voy con mi familia o que me bocinen para que me haga a un lado.
Realmente, el problema no es ir a pie.
Es que a mí la vida me sale sobrando.

Atentamente, Yo... El estúpido.

PARA SOÑAR
Me temo que esta Guatemala seguirá desangrándose y no hay quién tome la batuta y rompa las cadenas que nos atan a una realidad terrible y dolorosa.
Me temo que es mejor morderse la lengua, cortarse los dedos, sacarse los ojos, encontrar la locura, hacer como que no pasa nada.
Me temo que nadie quiere que esto cambie, que todos están conformes con que a los autobuseros (ahora también los del transporte municipal de la capital) se les de millones de quetzales por un servicio malo, inseguro y lleno de asesinos en serie (digo pilotos), sin saber quiénes y cómo son.
Me temo que a los chapines (si es que nos consideramos así, o debemos seguir polarizando nuestra esencia) nos da lo mismo y seguimos dando excusas, como que por las malas condiciones de las calles y asfalto hay accidentes. Acaso nadie se da cuenta de que son los que manejan (carro, moto o cualquier otro vehículo) los responsables (por imprudentes, animales, intolerantes y cafres) los culpables de tanta muerte.
Seguimos imaginándonos perfectos.
Vaya soberbia.

Me temo que a los que se han matado leyendo y aprendiéndose de memoria las leyes, se les atrofió el cerebro, y ahora hacen sus sesudas propuestas de que a quienes se les impute y castigue por hechos violentos de fuerte impacto, se les reduzcan las penas, porque no es posible que se mueran en la cárcel.
Me temo que a los señores agentes de la policía, los ladrones, robacarros y asesinos, les tienen tomada la medida, porque siempre que hay enfrentamientos, quienes salen perdiendo son los individuos del orden público, y que éstos solo están preparados para intimidar a los ciudadanos inocentes.

Me temo que es mejor olvidarnos de todo. Que es mejor soñar con estar perdido, sacudirme este desencanto, pensar en otras cosas, como en una tarde lluviosa en Pana, con tus labios en los míos, con tu cuerpo aderezando la cama, con mis manos haciendo dibujos en tu piel, sintiéndome el rey del universo.

ESPERANZA
Podría irme a otro país, hacer más dinero, tener más propiedades, escribir miles y miles de libros, tener el doble de sueños, saturarme con imágenes del desarrollo de las grandes naciones y crecer más, mucho más.
Podría hacerlo, porque así se me terminaría olvidando el sufrir del chapín que no tiene conectes con los políticos, que no tiene la oportunidad de ganarse con tranquilidad el sustento de su familia.
Se me acabarían borrando las escenas de dolor de los familiares de los miles de asesinados por los miembros de las pandillas, maras, desadaptados sociales, que en términos reales son simplemente asesinos.
Se oxidarían los recuerdos de tanto y tanto gobierno (en esta era dorada de la democracia a la chapina) que sigue haciendo el bien para los cercanos, para los pocos, para los garrapatas que drenan la esperanza.
Bueno, podría cambiar un infierno por otro. Pero me niego a pensar que no exista conciencia social, y hablo de la real, no de la de la foto, no la de la que recibe limosnas y se las queda.
Estamos viviendo tiempos de cambio, reza el refrán de un programa de una periodista mexicana, pero eso implica dar oportunidades, que no es fomentar la vagancia, la mediocridad, la pereza.
Preferimos seguir manteniendo un sistema, por ejemplo, el del transporte urbano, con un subsidio que en nada ha servido al pueblo. Guatemala necesita una revolución cultural, educativa, industrial, superar el estadio del pueblo que solo fue hecho para la agricultura. Hay otras expresiones que fomentan un desarrollo integral, pero nadie de los que tienen poder quiere hacer nada.
En este país se fomenta el amiguismo, que es sinónimo de aguantar las mediocridades, y en esta cadena perdemos todos. Guatemala no avanza, el país se cae a pedazos, la nación no existe, y la mejoría de los chapines se ve lejana.
Podría irme, pero como muchos, tengo un hálito de esperanza que me seduce a seguir luchando en medio de tanta falta de certeza.

Última modificación Domingo, 17 Marzo 2024 11:30
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