San Pedro de Compostela

De mi otro yo

Ser periodista en Guatemala, muy aparte de la violencia imperante y los riesgos que existen, es algo así como montarse un personaje. En primer lugar, debo decir que no me gradué de periodismo ni de Ciencias de la Comunicación, sino que tuve la suerte de ser becado por mi propio padre en una carrera de Económicas.

En segundo lugar, lo obvio. Entré al periodismo por necesidad de trabajo y por suerte, designio de Mercurio, dios del Olimpo encargado de los mensajes entre dioses. Después de trabajar en el glamoroso mundo de la publicidad -cuando no estaba infestada de acentos extranjeros- entré a un diario muy conocido.

Acá lo del personaje. Nunca pude ser otro personaje que el que me puso “la prensa”. Era el representante de un medio que asistía a los eventos para documentarlos y compartirlos en las páginas sociales, pero nunca para comentarlos.

Siempre quise escribir que en lugar de “la pasarela realizada a beneficio de x o y causa social por el reconocido club de damas de un país lejano y glamoroso”, pudiera escribir: “A falta de modelos atractivas, se colaron las nietas de las abuelas extranjeras que, a su propia manera, trataron de desfilar en tacones”. Si, es frustrante y tragicómico, pero es la verdad en un reconocido medio en un país como este.

El periodismo Gonzo -del cual viene el nombre de está página- se basa en ello. Me imagino a Hunter S. Thompson entrar a la sala de redacción con su último reportaje sin las tradicionales preguntas de periodismo universitario: qué, cuándo, dónde, quién y porqué; sino con algo novedoso: lo que vivió dentro de esa carrera de motos, lo que observó en la audiencia, o simplemente lo que sintió después de haberse dado cuenta que la cobertura había pasado sin darse cuenta por la goma que cargaba.

Hoy me presento, no como mi primer yo -si es que hay varios- sino con el que me gusta escribir y, si es posible, opinar. En mis próximas publicaciones me encantará compartir mi apreciación de lo común, de lo que todos ven pero no se animan a escribir… porque en Internet todo puede ser usado en nuestra contra.

Por ello, utilizo un pseudónimo. No como una forma cobarde de escribir, sino como una forma bufonesca de hacer lo que más me gusta o ¿a quien no le hubiera gustado decir algo así como “bueno, ¿y a qué hora vamos a hablar del testamento?” en pleno funeral?

El editor me pidió temas y todavía los estoy pensando. Mientras tanto, decidí presentar mi otro yo. Espero sea de su agrado y, que por lo menos, usted piense: “no perdí mi tiempo, aprendí algo nuevo hoy”.

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