Radio Faro Cultural, Odilio, Cristina y porqué debés escucharla

Hay una práctica que mantengo cuando estoy en el tráfico, lo hago desde que andaba en camioneta y ahora que puedo andar en carro: escuchar Radio Faro Cultural (104.5 FM). Pese a tener servicios de streaming con la música favorita, uno se harta de buscar temas. A veces, uno quiere escuchar lo que otros consideran que se debe escuchar; a veces, cuando estás harto de los embotellamientos de la ciudad, cuando creés que debe caer el meteorito del fin del mundo, escuchar Radio Faro apaciguará las ganas de dejar tirado el carro y abandonarlo todo.

No disertaré acerca de lo malo y lo peor de la parrilla radial de Guatemala, pero sí diré que Radio Faro es una joya que todos deben escuchar, el Ministerio de Cultura y Deportes (MCD) apoyar, y las personas que hacen arte acudir para dar a conocer su trabajo. Radio Faro es un momento congelado en el tiempo. La edición y tipo de producción no evolucionaron a la tendencia actual y eso es lo que resalto. En lugar de tener locutores recién salidos del colegio repitiendo tonterías que ven en tiktok, el 104.5 de Radio Faro te da música clásica, marimba, programas educativos como Barroco de dos mundos, o las jornadas de ópera. Su oferta: escuchar arte y cultura ¿Cómo no aplaudirlo en esta época de videos de 15 segundos? Escucharla es atender a los resabios de la radio guatemalteca de antaño.

A esto agregamos la voz de Odilio de León, una tesitura profunda, nasal y pausada. Es como si un templo del tiempo te hablara. Es afable, dan ganas de pedirle que te relate la historia del universo. ¿Cómo no encontrar sosiego en medio del tráfico? Creo que tener el mundo informativo en el teléfono nos permite buscar sólo lo que nos gusta, pero nos perdemos del aporte de otros y de su manera de pensar. Seguro, algo se aprende, es una voz de esas que ya no es escuchan en la radio. Luego de una pieza narra: “Acabamos de escuchar el Concierto número 275 en Si menor de Ludwig von Finkelstein, interpretado por la filarmónica de Bradenburgistan, bajo la dirección de la director Nicolasa Victoriniox”.

Con Cristina Altamira es otra cosa. Su programa Barroco de dos mundos lleva más de 20 años evidenciando la música guatemalteca barroca. No tiene parangón en la producción auditiva del país. Su timbre de voz demanda obediencia, informa, es clara, precisa, sin adornos; cada episodio es una cátedra universitaria, la intensidad de su palabras te obliga a estar atento: ¡O aprendés, o aprendés! Es evidente el trabajo de investigación para alimentar cada programa.

Una mirada simplista dirá que Radio Faro debe evolucionar con el tiempo, pero creo que para eso está el resto de radios que ponen reguetón con pasito duranguense, o pasito duranguense con reguetón. ¿Qué de malo hay que al menos una radio se dedique a la cultura? En redes me enteré de un rumor, pido disculpas por no verificarlo, de que hace un par de años llegó una administración nueva y se le ocurrió cancelar el programa de marimba. Supongo que quedó en rumor, hubiera sido una de esas decisiones de debut y despedida, o al menos, eso debería hacer una administración mínimamente decente en el MCD. Menos mal, sigue. Y no es que sea fanático de la marimba, pero reconozco su valor cultural y más importante aún, hay oyentes que eso buscan en Radio Faro.

No conozco toda la programación de Radio Faro, no la escucho todo el día, pero sé que si la ubico en el dial no me decepcionará. Por eso propongo que la escuchen, más durante el tráfico, los tranquilizará e informará porque cada media hora tienen cápsulas informativas de cultura y de momentos históricos, aún conservan la costumbre antañona de dar la hora. 

Radio Faro Cultural es Patrimonio Cultural de la Nación, según Acuerdo Ministerial 0124/2005 y Decreto Legislativo 042-2005; su historia comenzó el 2 de octubre de 1950 y a las puertas de sus 74 años habría que preguntarse si el MCD le da el presupuesto necesario para existir. ¿Las dos voces que menciono arriba son reconocidas como lo merecen?  

El 104.5 de Radio Faro Cultural narró la renuncia de Árbenz, la guerra interna, vio la llegada de Internet y las redes sociales: debe continuar. Está en nosotros que no muera, y no sé, la vida continúa, si sigo en este plano seguro seré de esos dones que la escuchan leyendo noticias en algún lugar del país, acompañado de un café con los lentes en la nariz.

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