Doctor Gonzo

«todo libro, en su momento, tiene una singular importancia. no es más que otro o menos que ninguno».

armando rivera (1964) es un escritor y editor con una trayectoria de años en el universo literario, cuyas obras exploran la naturaleza humana a través de una narrativa poética e introspectiva. Ha publicado varias colecciones de relatos y microrrelatos, entre ellas, Utopía tras el farallón, Comerciales para mi muerte, El mundo feliz de las cigarras ciclistas y Los dados de Dios.
Su obra más reciente, Los hablantes, se despliega como una enigmática colección en prosa poética, donde el lenguaje parece no solo definirnos, sino envolverse en la esencia misma de lo humano, esto según lo dicen sus editores. Un hombre dedicado a la palabra escrita, acá sus respuestas.

¿Cuántos libros tiene tu biblioteca?
como un privilegio hermoso, la biblioteca que he tenido la oportunidad de compartir, primero con mis padre/madre, luego con mis hijos e hija, es de aproximadamente de 3,000 volúmenes, la cual se incrementa con los años, aunque en la actualidad soy nómada, por lo que no sé cómo la organizan mis hijxs. lo que te puedo comentar es que a veces llevo de sobrepeso en el equipaje libros, los cuales termino obsequiado para que otras personas se maravillen con el objeto en sí mismo. 

¿Cómo los tenés organizados: por autor, por temas, por áreas lingüísticas o indiscriminadamente?
la organización de la biblioteca es variada. en lo personal se nutre de dos vertientes: a) literatura y b) ciencias sociales, a tramos del hogar, con sus libreros empotrados de pared a pared, que cuentan con esa clasificaciones, pero no tiene un orden sistemático. 

¿Qué criterio seguís para comprar: un criterio racional, la recomendación de un amigo, las críticas que se publican, o te dejás llevar por el impulso?
el criterio no es racional ni tiene un orden. por ejemplo, si estoy redactando un cuento sobre la producción bibliográfica, para citar algo, adquiero libros sobre el tema, cito de memoria: piglia con el último lector o salinas basave, bajo la luz de una estrella muerta. hacia la extinción del lector hedonista (recomendación oportuna sobre la dinámica actual de la lectura). sin embargo, la pregunta me recordó una anécdota, tenía un amigo, ahora no lo es, quien trabaja en el campo del derecho, este sujeto cada vez que un proceso legal no tenía un cauce en el orden jurídico, se compraba corbatas, ¡vaya rareza! pero aceptando la comparación, a ratos como un ejercicio de posibilidades, pues me asomo por una librería de la calle corrientes —argentina— o cualquier librería en coyoacán —méxico— y por placer hurgo en los estantes, ¡ohh!, sorpresa, encuentro un título sugestivo, leo por obligación la contraportada y si me atrapa, lo compro. por ejemplo, el invencible verano de liliana, de cristina rivera garza. ese título me parece maravilloso.

¿Qué hacés para controlar la superpoblación, la cantidad excesiva de volúmenes? 
sonrío. creo que nunca habrá sobrepoblación de libros. en dado caso, si el espacio físico de las libreras es insuficiente, pues me daba por construir o fabricar más libreros. eso nos llevará a un callejón de imposibilidad. si a las paredes de la casa no les queda más espacio, se tendrá que solventar en el futuro. ¿sucederá? 

¿recordás el primer libro que leíste?
sí. como comenté, tuve el privilegio de criarme en un hogar lector, por lo que había libros para gustos diversos. mis padres nos regalaban libros en nuestros cumpleaños. mis hermanos, hasta donde los recuerdo, eran excelentes lectores. de esa cuenta, encontré en la inmensa biblioteca, un librito, poco usual a las lecturas de lo obvio, el cual se titula las aventuras de juan platita. con los años supe que era de un uruguayo: julio barreiro. por extraña razón, intuyo la posición de los subalternos, en el universo narrativo había un personaje menor, plomito; este simpático ser me parecía genial, porque no tenía la arrogancia de juan platita, hecho —obvio— de plata. creo que la temática era sobre los valores, tendría que volverla a leer, pero lo que ahora me resulta curioso es cómo llegó un libro de un uruguayo a la biblioteca familiar, en la lejana década de los 60’, milenio pasado. 

¿Cuál es el ejemplar más valioso que poseés? 
esa pregunta es poco acertada. se encadena por secuencia fortuita a la respuesta anterior. si el personaje era juan platita porque me convocaba plomito, porque sin el personaje plomito no se explica juan platita, pues es la misma distancia de una pregunta que me hicieron en un noticiero en jujuy, al norte de argentina, ¿cuál es el lugar más hermoso que ha visitado? sonreí, ante la bella presentadora: «si te respondo tal o cual, ¿qué van a opinar mis amigos de cual o tal otro lugar?». lo mismo me pasa con los libros, si solo los evaluara por su materialidad, digamos su antigüedad, pues sería un criterio muy limitado. todo libro, en su momento, tiene una singular importancia. no es más que otro o menos que ninguno. simplemente, es.

¿Cuál es el libro que más veces has releído?
por simpática razón caeré en el lugar común, es el ingenioso hidalgo de la triste figura. recuerdo que mi padre, por obligación, me hizo leer el quijote a los siete años. odié el libro. además, porque me hizo leerlo en castellano antiguo, ¡vaya bellaco!, mi padre, contra un niño que amaba jugar baseball o pelota en la calle. los años siempre son causa para la memoria. a los 18 años, por la migración política de mis padres, me quedé en el país a organizar la biblioteca entre otros enseres de la familia. de esa cuenta, una noche, me topé por casualidad con una edición rústica del quijote, de espasa. infame aquella edición, mal impresa en papel periódico, pero recordaba vagamente las aventuras del hidalgo; me clavé en la lectura noctámbula. fascinante. cuando cumplí 40 años, me obsequié la edición de el ingenioso hidalgo don quixote de la mancha del año 1605, con ilustraciones de doré. con la salvedad que fue la tercera vez que leí el libro, ¡vaya!, sólo que esta vez no pude volver a vivir la muerte del noble caballero. 

¿Qué te hace abandonar la lectura de un libro?
por algunas razones, pero —por lo general— los termino o vuelvo a su lectura meses o años más tarde. recuerdo dos libros tan disímiles como singulares. a) los compañeros, de marco antonio flores, y madame bovary, de flaubert. de los compañeros, en ese momento fue el tratamiento del tema, el desencanto a la utopía socialista es poco acertado, por lo que me pareció banal. tuve que leer el resto de la obra de flores, luego lo conocí en persona, platiqué con él y volví años más tarde al libro. con flaubert, pues es obligatorio leerlo. es como criticar a javier payeras, bromo o prado sin haberlos leído; en lo personal disiento de sus posiciones estéticas, pero fue una obligación en su momento, porque el principio básico es que la lectura es una exploración constante, no una obligación. 

¿Qué obra famosa no terminaste de leer?
como lo comenté, flaubert, pero lo leí años más tarde y sigue sin atraparme la historia. me parece que los prejuicios sobre la sexualidad, desde la visión normada del heteropatriarcado, es un tema poco atractivo para comprender el placer sin prejuicios.

¿Hay títulos de los cuales tenés más de una edición?
algunos. he comprado varias veces una trilogía, sin llegar a serlo propiamente, son las distopías de huxley, orwell y bradbury. también rulfo o los poemas de miguel hernández, pero no llevo contabilidad del objeto libro. sólo están o son para el goce de la lectura. 

¿Tenés un lugar específico para los libros que escribiste o editaste, eso que podríamos llamar la egoteca?
creo que la egoteca la empeñé por un par de asados en la argentina. alguna vez hice algunas fotos de los mismos para un currículo, pero no valió de mucho.

¿Leés sólo libros impresos o también electrónicos?
por placer, en papel. por obligatoriedad, lo que me envían por digital. recordá que tuve el oficio de editor, noble oficio si ante todo tenés respeto por el o la escritora en cuestión, aunque los retés a sus lecturas o su ritmo de escritura. 

¿Acostumbrás prestar libros a tus amistades? 
más que prestar, pienso en que los voy a regalar. eso me recuerda una anécdota, creo que estaba en el norte de chile. esa noche, luego de unas cervezas, un par de cabritos me asaltaron. se llevaron unas lucas (plata) que tenía, pero les vi en el rostro la angustia por la pobreza. entonces, pensé, lo necesitan más que yo. así que cuando presto un libro, intuyo que lo estoy obsequiando. eso me reanima porque alguien más los disfrutará. ¿de qué te sirve tener un cementerio de libros, en vez de una biblioteca en movimiento? 

¿Devolvés los libros que te prestan?
por lo general no pido libros prestados. a veces me apropio de ellos sin que nadie se entere. sucede mucho en los hostales donde he trabajado, los europeos compran libros que luego abandonan, yo me los llevo para dejarlos o tal vez obsequiarlos unas millas más adelante.

¿Cuáles son tus hábitos de lectura?
a todas horas, pero el insomnio es cómplice, así me sorprenda la soledad. aunque no puedo leer en autobuses o aviones.

¿Tenés un lugar y un horario fijos para leer?
no.

¿Acostumbrás subrayar y anotar los libros que leés? 
siempre. de hecho me sucedió algo curioso con un libro que una persona muy amada me obsequió en argentina, el espectáculo del tiempo, de juan josé becerra. comencé subrayando el libro, luego contracontestando algunos capítulos al margen o al final de los mismos, y terminé curiosamente montando una novela sobre la novela hasta que tuvo su propio universo narrativo. algo genial porque el autor me cautivó. un croto, el boludo. 

¿Sos monógamo para leer o leés más de un libro a la vez?
orgiástico. 

¿Qué libro estás leyendo ahora?
cuatro. a saber: a) los siete ensayos de filosofía de la liberación, de enrique dussel. b) marienban eléctrico, de enrique vila-matas; c) mortal y rosa, de francisco umbral, y los ninguneados, de fabrizio mejía madrid.

¿Con qué personaje literario te gustaría tomar un café?
no sé. creo que leerlos es suficiente. pero tuve el privilegio de desayunar una vez, en silencio, con bryce echenique, en santo domingo. no sé. podría ser a través de alguna médium, más que tomar un café, no soy tan arrogante, escuchar en vivo a miguel ángel asturias o alejo carpentier. más que personajes, me quedo con los y las autoras. el personaje es ficción.

Si pudieras quedarte a vivir en un libro, ¿en cuál lo harías?
no podría quedarme a vivir en ninguna parte. por una parte soy nómada, es decir, no tengo a donde volver. por eso sé que me escaparía al siguiente universo. 

Por último, si alguien quisiera iniciarse en la lectura y te pidiese ayuda, ¿qué diez títulos le recomendarías leer?
no sé. creo que es una imposibilidad de lectura. lo que a mí me cautivó no forzosamente puede convocar la lectura a otro ser. además, no es lo mismo escuchar a un hombre o mujer que nunca ha leído que a un escolar del secundario, quien no lee porque el sistema de enseñanza lo obligó al odio de la lectura.
por aparte, ¿qué me parece a mí, desde la percepción del español, recomendable? sería otra pregunta. igual caería forzosamente en el lugar de mis gustos. pero supongamos que los debo universalizar. si tuviera que leerle a un niño o niña, como lo hice con mis hijxs, les leería abuelita aventurera de ana maría machado. todo viaje es una imaginación. si en una ocasión me pide un joven de secundaria que explique la independencia, le contaría primero la historia de ti noel en el reino de este mundo, de alejo carpentier, para romperle al imperio su posición de dominación y explicar la necesaria insurrección. si por el contrario un joven enamorado de la pampa me pide enamorar a una muchacha, le recitaría algunos versos de jaime sabines, «los amorosos». o un estudiante universitario, entrado en años, que intentara explicar la independencia de centroamérica, lo sugeriría morelos, de fernando benítez, le ampliaría el panorama de la aldeanidad en centroamérica. si un hombre mayor, atribulado por su vida laboral o sus decepciones amorosas, pues le sugeriría el quijote, para que se vaya por el mundo a rescatar a una mujer que ame. ¿qué sé yo? si me encontrara afecto a un acto sororo, le diría a una mujer «vamos, lee, a dolores reyes, argentina, la novela cometierra o el increíble verano de liliana, de rivera garza». si un amigo o amiga se enfrenta a la muerte por cáncer de un familiar, pues le sugeriría que leyera mortal y rosa, de francisco umbral. es el duelo de todos los duelos, no creo que alguien salga inmune de ese libro si tiene a la muerte en un costado. por el otro perfil, si me enfrento a un académico acartonado lo obligaría a leer de la sociología de la descolonización al nuevo antiimperialismo decolonial, de ramón grosfoguel. pero si un día de lluvia cualquiera, a un ser humano, hombre o mujer, le da por la nostalgia, le diría «leé el espejo de lida sal, de miguel ángel asturias», y así sucesivamente. en cada caso, primero tendría el privilegio de escuchar a quien desea leer, tomar un café o una cerveza, luego decirle vamos por américa latina a través de los ojos de eduardo galeano. son nuestras venas. 

 

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