
- Ciudad Bizarra
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Días Perfectos.
“You just keep me hanging on”
Lou Reed
¡Riiinnnnng…riiiinnnnnggggg…riiiiinggg..ringggg!
Sonaba el viejo teléfono verde de mi casa. Ese chunche era capaz de resucitar hasta al mismo Lázaro de nuevo. Nunca había escapatoria. Tenía que levantarme a contestar. Por esos días me quedaba solo en la casa. Algo así como una especie de tregua con mi familia. Por diversas razones cada quien agarraba rumbo por su cuenta. Eran días de vacaciones y yo podía disfrutar de pocos días de descanso.
Luego de sacar las 5 o 6 retrasadas que solía dejar cada año en el colegio.
-Mano que onda ¿Cómo te va? Me pregunto P. Con mi voz de ultratumba le contesté que nada, que echando la güeva. ¿Qué más podría hacer?
-¡Dejate de cuentos vos, echándote una paja estabas, jajajajajaja, se te nota en la voz!.
Bueno, tal vez P tenía un poco de razón, porque siendo puberto ¿qué más se puede hacer? Comer, ver televisión y masturbarte como si no hubiera mañana, recordando cada una de las porno vistas.
-¡Tu madre P! ¡Qué onda! ¿qué contás? -le dije.
Casi nunca platicábamos y se me hacía un poco sospechoso.
-Vos ¿qué crees? -Me dijo, dándole a su voz un tono de suspenso.
- ¡Mano! Ya tengo nuevos juegos para el Sega, un chingo. Mi papá regreso ayer de viaje y me trajo varios. Porque no te venís hoy y echamos verga.
Con P siempre fuimos fanáticos de los videojuegos. A diferencia de mí, P sí tenía recursos para comprarse todos los cartuchos que quisiera. Bueno, más bien sus papás tenían los recursos. El solo tenía que pedir. Tenía ganas de ir, no solo por los juegos si no que también por las meriendas que la mamá de P solía prepararnos cada vez que llegaba.
-¿Querés tu panito con salami o jamón? Recuerdo que me decía la mamá de P. Una amable señora de unos ojos verdes intensos.
- ¡De salami por favor! Le decía yo siempre salivando como perro. Yo estaba harto del jamón barato que se compraba en mi casa.
Luego de pensarlo varias veces. Me decidí a ir. P vivía prácticamente al otra lado de la ciudad. En Vista Hermosa y desde mi casa en el periférico me parecía toda una maldita travesía en varios buses urbanos.
-Pela la verga, es temprano aún y no me regreso tan tarde. -Me dije-. Y así con ganas de pasarme la tarde comiendo sangüiches de salami y acribillando villanos, me subí a uno de los tantos buses que tenía que tomar para llegar a la casa de P.
Ya sentado en el bus, de mi vieja mochila saque el walkman que le había robado a mi papá. Se lo merecía. Un hermoso Sony de bordes redondeados con el mejor sonido del mundo. El iPod de los walkmans en ese entonces. Por ese tiempo me había topado con el disco de Transformer de Lou Reed. Y me había enganchado con la canción Perfect Day. La encontraba hermosa. No podía explicar realmente lo que me provocaba esa melodía. Pero la escuchaba una y otra vez.
Click-rewind-click-play y de nuevo Click-rewind-click-play.
Me gustaba ponerle banda sonora a las imágenes que miraba a través de la ventana sucia y grasosa del bus. La gente en sus carros, los que iban como maniquíes sin moverse. Me divertía mucho ver a los que se rascaban los huevos, los que se hurgaban la nariz, y los pechos y piernas de las conductoras. Oyendo absorto a Lou Reed la ciudad no parecía tan malvada y podrida.
“Oh, it's such a perfect day
I'm glad I spent it with you
Oh, such a perfect day»
Al llegar finalmente al Centro Histórico, tenía que abordar el ultimo bus que me llevaría a la casa de P. Lo mejor de todo era que llegaría con mucha hambre y muchas ganas de intoxicarme de pixeles. Mi día no podría ser mejor. Aborde el bus y como siempre buscaba la ventana para acompañar con imágenes la música que escuchaba. Pero ese día no encontré ninguno disponible.
Me tuve que sentar en el asiento que da al corredor. Retrocedí por no se cuantas veces más la canción y volvía a escuchar el piano de Lou Reed.
“Just a perfect day
Drink Sangria in the park
And then later
When it gets dark, we go home«
Mientras la emoción de no saber que juegos nuevos tendría P. (el maldito no me había querido decir cuáles eran. Disque era una sopresa).
Reed seguía a todo volumen en mis audífonos.
«Just a perfect day
Problems all left alone
Weekenders on our own
It's such fun»
Y de pronto me pareció escuchar un tipo de estruendo. PUUUMMMMMM.
La música me había aislado totalmente del mundo real. Yo seguía metido en el universo de la canción entre sangría, cines y zoológicos. Pero un jalón violento a mi camisa me saco todo ese hermoso mundo. El pasajero que iba a la par mía se trataba de meter entre los asientos, al mismo tiempo que me tiraba de la camisa hacia abajo.
-«¡¿Pero qué putas está pasando?!» - decía hacia mis adentros.
Mientras estaba tratando de razonar qué era lo que realmente sucedía a mi alrededor. Entonces, vi cómo alguien que iba a la par mía pero en la fila del lado izquierdo de asientos, forcejeaba con una señora. Solo alcancé a oír que, con unos alaridos que rompían con la armonía de mi música, gritaba
-“¡Soooolltammmmmmmeeeee hijo de cien millll putasssss!”
-“¡Demeeeee esaaaa mierdaaaaaaa vieja putaaaaaaaaaa, suelteeee esa mierdaaa yaaaa arghghghghghghg!”
Luego, al ver que no podía, la soltó y salió junto con otro, como si ambos tuvieran las habilidades del mismo Flash.
«Just a perfect day
You made me forget myself
I thought I was
Someone else, someone good»
El tipo que iba a la par mía, seguía dándome de jalones hacia abajo. Y todo esto acontecía para mi en cámara lenta. Mi cabeza poco a poco empezaba a procesar lo que estaba pasando. Sí. Yo me estaba convirtiendo junto con otras personas del bus en estadísticas del alza de la violencia en este país.
-¡Manooo! ¡Manoooo! ¿estás bien? ¿no te pasó nada? -Me decía el que iba a mi par, yo apenas le entendía. Y luego me di cuenta que no sabía nada porque seguía con los audífonos puestos. Y me los quite de un jalón.
-¿Ah? ¿qué putas? ¿qué pasó?…sí, sí, si estoy bien, no me paso nada, no me quitaron nada. -Le respondí.
¡Ya seeé que no! ¡te pregunto por el balazo! ¿Seguro que estás bien?
Y fue cuando el estruendo que había escuchado tuvo sentido. Me levante y vi a un señor de unos 65 a 70 años vestido todo de negro con tacuche y un sombrero bastante elegante. Con un revólver 22 en su mano temblorosa.
-¡Ya estoy harto de estos malparidos de mierda! es una lástima que no le haya pegado un tiro a ninguno de esos hijos de puta! ¡Ganas no me faltaron! -Decía mientas jadeaba. Sus ojos reflejaban los de un animal muerto, a leguas se notaba que también estaba muy asustado.
Al terminar de levantarme y acomodarme en el sillón, dirigí mi vista hacia adelante y vi un pequeño orificio en el windshield del bus. Y todo se me revolvió en el estómago. No podía creer que alguien hubiese disparado dentro de ese cacharro.
No vi mi vida pasar frente a mí, pero sí que las piernas empezaron a temblarme.
-Si estoy bien señor, muchas gracias, no me pasó nada. Le dije al buen hombre que seguía preguntándome por mi integridad física.
El chofer el bus siguió su rumbo echando mil maldiciones. Afortunadamente yo estaba ya cerca de la casa de P. Me bajé unas cuadras antes, ya no quería seguir en ese armatoste. Al bajar, por instinto de educación quizá, le dije al chofer.
-¡Graaaaaciasss!
El muy hijo de puta ni paró el bus del todo. Luego me recriminé el por qué rechingados le había dado las gracias, no solo no aminoró la marcha, si no que casi me quiebran el culo en su maldito bus.
¡Cabrón! pensé. Y empecé a caminar hacia la casa de P. Por alguna razón el trayecto se me había hecho más largo de lo normal. Las piernas me pesaban
Al llegar toqué el timbre y me tocó esperar.
¡Ringggggggg Ringggggg! sonaba y no había manera de que contestarán.
-¿Y si este culero no está? Llegué a pensar.
Pero al instante, a través de las rejas del portón, vi el rostro amable de la mamá de P con las cortinas de la ventana hacia un lado, haciéndome señas de que ya me abría la puerta en unos momentos.
La vi acercarse con su sonrisa amable de siempre. Y al verme me saludo con una suave voz y me preguntó si me pasaba algo.
-¡Estas pálido! ¿qué te paso?. Me dijo la señora. Yo la vi y solo suspiré. Empecé a caminar hacia la puerta de entrada.
A P lo vi venir desde el largo corredor que conectaba su cuarto con la sala. Entre chiflidos y ademanes con sus manos me llegó a saludar.
¡¿Queeeeé ondaaaaaa, que bueno que veniste!? ¡Listo para ir a echar pija!
Yo hice una mueca a modo de sonrisa, porque en mi cabeza pensaba que al que casi le daban pija y y un boleto a la vida eterna era a mí.
***
Nos dirigimos a su habitación y ahí estaba la torre de juegos prometida.
No sabíamos ni por dónde empezar. Así que empezamos por lo básico: Sonic The Hedgehog & Knuckles. El maldito juego siempre me mareaba y se lo dejé a P por un momento. Mientras él corría recolectando todos los anillos que podía le conté el incidente del bus. Pero P estaba hipnotizado por el bicho azul. Solo atisbo a decirme «¡Puta, qué gúevos!, que buena onda que no te pasó nada, pero mirá miraaá estaaa mierdaaaa como da vueltas y salta hasta la verga!»
Solo hice un gesto de negación con la cabeza y por un momento decidí que era mejor que me fuera. Todavía sentía que la cabeza y el estómago aún me daban vueltas.
Afortunadamente momentos después la mamá de P entró al cuarto con una buena dotación de panes de salami y un pichel de Tang. Y como buen muerto de hambre los ojos se me iluminaron.
Sentí ese primer bocado como la gloria. Podría haber vivido en un paraíso de panes con salami y Tang por la eternidad si me lo hubieran ofrecido en ese momento –pensé-.
Realmente en ese momento ya no me interesaba jugar. Seguí comiendo y recostado en un costado de la cama saque el walkman y de nuevo click-rewind-click-play.
«Oh, it's such a perfect day
I'm glad I spent it with you»
«You're going to reap just what you sow
You're going to reap just what you sow»
En el fondo P seguía con Sonic y Knuckles dando mil vueltas y su imagen se fue haciendo borrosa conforme mi vista se perdía en la ventana que daba al patio. Yo seguía pensando en el balazo y en la suerte que había tenido. Pero luego todo se silenció en mi cabeza y solo quedaba la voz Lou Reed cantando. Mientras yo seguía comiendo los mejores panes con salami que había probado en mi vida.
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