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Quiero dejar el nido
Aquellos anhelos de la primera juventud.
Con dedicatoria a la Licenciada Brenda Ubieto, que conste que no lo preescribi antes de publicarlo.
A veces solemos soñar sobre el futuro. Cuando tenga 20 haré tal cosa o cuando tenga 30 ya debería haber hecho esto, y así sucesivamente. Si me lo preguntan creo que mis expectativas se vieron ilusionadas por las películas gringas y los libros románticos.
Pinches películas gringas que solo juegan con mis expectativas laborales, y pinches libros románticos que hacen que quiera tener un macho alfa, un millonario o ambos parecidos a Christian Grey.
Pero qué pasa con los sueños anuales, los propósitos del año. Sí, te estoy hablando a ti, ritual de quedarse debajo de la mesa para encontrar amor. Solemos tener expectativas sobre lo que pasará en ese año que a veces pueden sobrepasarnos y a veces decepcionarnos.
A tres meses de cumplir 20 años puedo decirles que mi vida no va como lo había esperado. No hay un romance universitario, no hay una práctica en mi trabajo soñado y definitivamente no hay una vida social.
Si tuviéramos una máquina de los deseos y pudiera decidir qué vida llevar en la próxima década...uff creo que el genio se aburriría de cada detalle planeado. Pero como no tenemos genio se los voy a decir a ustedes.
Mis 20 años empiezan probando una bebida alcohólica. Me puedo imaginar en un restaurante con una bebida +18 para mi solita y probando tranquilamente sin miedo a regaños o culpas porque no puedo beber alcohol ya que mis padres me lo dicen.
Les prometo que cuando tenía 15 años envidiaba a mis amigos que tenían padres tranquilos. Eran de esos padres que les decían a sus hijos que preferían que probaran con ellos en familia a que lo hicieran a escondidas.
Me gustaría tener la libertad de decirle a mi mamá "me voy a la Antigua'' y que ella no me haga preguntas como ¿Quiénes van? ¿Dónde es? Y que me tenga que llevar ella misma porque no confía en mis amigos.
Les prometo que en mis 19 años de robar oxígeno nunca me he subido en otro carro que no sea el de algún familiar. Recuerdo que una vez le dije que un amigo quería ir a la nutricionista, que quería que lo acompañara. No me dejó porque no lo conocía y no conocía la forma en que manejaba. Les juro que a veces me siento demasiado controlada por mis padres.
También me gustaría ir a un concierto o ir a dormir a casa de una amiga. Mi vida social se queda corta con las películas gringas y las series de Netflix. Sería genial poder decirle a mi mamá “ya vengo” o “me voy con tal persona” y que ella confiara en mí como para no hacer preguntas más que “¿cuándo vas a volver?”.
Lo peor de todo es que cuando le digo que ella no confía en mí, ella lo tuerce todo y empieza el camino de la culpa. Este se basa en decir que soy lo más preciado en la vida, que si me pasara algo se moriría y no es que no confíe en mí sino en la gente que existe.
Me parece todo tan falso porque si ella dice todo ese su monólogo cristiano que Dios está conmigo y que ella confía en Dios entonces porque no puede confiar en su Dios y dejar que empiece a vivir por mi cuenta.
En mi mundo ideal tengo una práctica en una editorial o en un medio audiovisual y tengo una vida aparte de mi casa. Puedo decir que no tranquilamente a mi familia o puedo encerrarme y no compartir con ellos sin que me hagan sentir culpable por hacerlo. Puedo decir las cosas que pienso sin que mi mamá me diga que no es correcto hablar de eso o qué es grosero lo que digo.
En mi bella fantasía puedo decir que no quiero ir a una reunión familiar o salir con mis amigos en vez de con la familia y no sentirme culpable o tener que cancelar porque según mi mamá la familia va primero.
Y todo esto lo quiero para mis 20 años ¿se imaginan lo que querré para mis 25 o 30? Sería increíble tener un cuaderno en el cual puedes escribir todo lo que quieras y se cumple. En un mundo de posibilidades talvez algún día podríamos tener todo lo que soñamos. Por el momento, creo que lo único que puedo hacer es soñar, ya saben lo que dicen “soñar es gratis y no cuesta nada”.