Alive Inside: La música y la memoria

Los recuerdos me vienen por fragmentos.

Primero la aguja posándose en el acetato y luego el sonido que producía al girar, una especie de cantos de danza ceremonial de indios navajos. No recuerdo de qué era el disco pero sí las sensaciones que me producía, me llevaron a una especie de trance.

Le rogaba a cualquiera que estuviese en la casa que me pusiera el misterioso disco. O también recuerdo de cuando tenía que oír a escondidas mis cassettes de heavy metal en un perro de peluche parlanchín de mi hermana con un reproductor de cassettes en la parte de atrás, y solo que en vez de oír « Hola, te quiero » escuchaba la voz de Vince Neil de Mötley Crüe cantando Kickstart my heart mientras el muñeco movía los ojos y la boca. De esa manera no corría el riesgo de que mi mamá me quemara vivo con todo y cassettes.

¿Por qué evoco éstas memorias? porque pienso que al final de cuentas somos el conjunto de todos esos recuerdos vividos, y que la música forma una parte importante de lo que somos y seremos. Hace algunos días vi el documental Alive Inside: A Story of Music & Memory del director Michael Rossato-Bennett, un fascinante viaje a través de los recuerdos de personas de la tercera edad que sufren de Alzheimer y demencia senil. En él sigue por tres años a Dan Cohen quien apuesta por la música como terapia sanadora capaz de conectarnos con los recuerdos perdidos.

Más allá de los fuertes cócteles de pastillas multicolor, pareciera que un iPod y unos audífonos llegan más lejos que la medicina. Van al alma de las personas a donde solo la música es capaz de llegar. Un film conmovedor, doloroso y hermoso a la vez y que en lo personal me llevó a los dos lugares que probablemente más temo –la vejez y el olvido-.

Si de algo me aferro son de mis memorias pero si ellas decidieran irse de mi cabeza en algún momento, y mi mente se fuera a una especie de limbo, solo espero que ese lugar sea mi antiguo cuarto, con las paredes tapizadas con los pósters de mis grupos preferidos y mientras mi mirada esté perdida en algún punto, espero que ese perro de peluche de mi hermana de esos años, venga y se siente a la par de mi cama y me cante todas esas canciones que escuchábamos juntos por las noches cuando todo parecía que era perfecto.

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