Se vale decir que no

 

Hombres necios que no entienden...

Es viernes, pero es tan noche que casi es sábado. Llevamos un rato bebiendo en grupo, y R. me dice que vayamos a su casa. R. es eso que podríamos llamar un “amigo de un amigo” y, a pesar de conocernos desde hace ratos, nunca hemos tenido nada. Tal vez hubo uno que otro intento de su parte hace un tiempo, pero no recuerdo si yo estaba enamorada de alguien más o simplemente no me gustaba. Esta noche es diferente, quizá sea el alcohol o quizá ya me vaya a bajar y ando más caliente de lo habitual (no se escandalicen, las mujeres también nos ponemos calientes), pero después de insistir un poco acepto su invitación.

En mi mente la fórmula parece sencilla: necesito sexo, él necesita sexo y nos lo vamos a dar. Nos besamos apresurados, casi sin sentirle el gusto, y nos quitamos la ropa también apresurados, suena mi teléfono y atiendo una llamada equis, pero que me quita la atención. Regreso con él, trato de retomar las cosas y simplemente no puedo. Tengo una cogida allí, casi servida, pero empiezo a sentir que algo no está bien y le digo pare, que me tengo que ir. Obvio no le gusta lo que digo, pero lo respeta, y cuando estoy en la puerta alcanza a decir:

“Aunque sea me la hubieras chupado”,

con carita para dar pena, pero no amigo, no es limosna ni premio de consolación.

Arrepentirse justo antes de coger es algo más común de lo que se imaginan y no, no es ninguna clase de foreplay o juego previo. Las mujeres no solemos bromear con esas cosas, ni decimos que no como un sí camuflajeado, como en una canción de Richie Arjona. Supongo que cada cabeza es un mundo, pero contrario a lo que muchos piensan tampoco nos encanta andar dejando a la gente a medias, ni lo vemos como un deporte, ni decimos que no para hacernos las difíciles. Cuando lo hacemos suele haber una razón de peso: desde que no nos late una persona hasta que no habíamos planeado coger esa noche y no nos rasuramos las piernas. Sí, tal vez la segunda les parezca de risa, pero la clave de disfrutar el sexo es sentirnos cómodas y muchas no lo están si no lucen on point.

Negarse a coger tampoco se limita a los encuentros casuales. Un conocido decía que lo único bueno de su matrimonio era el “sexo seguro”. Extrañamente no se refería a que por fin se podía coger sin condón, sino que una esposa “tiene” obligación de acostarse con su marido y por eso el sexo es seguro. No sean así hombres, las esposas también tienen derecho a decir que no. Contrario a lo que hayan visto en las películas o en el porno, una mujer no se pasa el día tendida en la cama, esperando por su hombre, para que este llegue y le de un par de embestidas antes de quedarse dormido.

Para las mujeres el “no” suele tener sus orígenes en la adolescencia. Recuerdo perfecto a mis compañeros de colegio referirse a alguna chica como “una gran calientahuevos”. Era tan despectiva la clasificación que obviamente muchas se sintieron en la “responsabilidad” de acostarse con sus novios, para que ellos después se lo contaran a medio colegio. Parece que en una sociedad tan hipócrita como la de #MiWate o eres muy frígida o eres muy puta. Lo que nadie piensa es que a esa edad hay muchos miedos (infundados o no): a perder la virginidad, a que tu cuerpo cambie y tu mamá se de cuenta, a no saber cuidarte y quedar embarazada, a que te peguen una enfermedad venérea. Voy a sonar a tía, pero chicas, si no se sienten cómodas, mejor no lo hagan.

Creo que fue en una película española que escuché por primera vez aquello de “Es de mala educación dejar la mesa servida”, para referirse a que no estaba bien dejar a alguien a medias. Pues creo que es mucho peor coger porque te sientes presionada, porque tu novio se esforzó mucho con esa cena romántica o porque simplemente te da pena decirle que no al chico que conociste en Tinder. Coger es rico, pero solo si lo haces con ganas.

Última modificación Viernes, 10 Diciembre 2021 15:46
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