SUEÑO...
IA+ "El mercado indígena" de Andrés Curruchich

SUEÑO...

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SUEÑO...

País eterno, con sus millones de historias, arraigado en mi ADN, fecundo, de muchas facetas, con tanto por ofrecer, rico, multicolor, multilingüe, pluricultural.

País eterno, carcomido por los fantasmas de los tiranos, deshuesado y descerebrado por los buitres, esos que bañaron de sangre de muchas mentes brillantes su tierra.

País que avanza, que permite algunas cosas y niega otras. País que comulga con consignas de igualdad y que lleva en su esencia racismo velado.

País atormentado por la avaricia, el deseo de poder y por la ambición desmedida de pocos que quieren solo para ellos.

País del "indio" olvidado, del que cada mañana se levanta y, aunque tenga una tierrita, no tiene para producir y menos para comer.

País del "indio" soberbio, agigantado porque sí pudo producir y tiene recursos suficientes para pavonearse.

País del "indio", el mestizo y el ladino que duermen en la calle sin más pretensión que ir día a día y que en ese lapso una mano sensible o solidaria les de una moneda. Pero también de estos que atesoran la prepotencia como principal característica.

País de niños que se balancean entre las opciones del sistema. Poco o nulo estudio; mala, regular o aceptable educación desde el esquema estatal y algunos centros privados.

País de niños con el temor de ser objetivos de la delincuencia, ya sea como víctimas o como reclutas.

País de niños que mueren de hambre, que mueren de ausencia de atención y medicina, que se desnutren a causa de la tecnología y la distancia con sus padres.

País de valores pasados de moda, de insensatez. 

País de gente trabajadora, que no se arruga, que saca pecho. De gente que cree y es escéptica. País de clima maravilloso.

País de rostros serios, tristes y melancólicos, pero esperanzados de un mañana menos jodido.

País de procesiones y cuetes en las navidades y año nuevo. País de tortillas blancas y negras, de las que nos comemos todo, incluso la doble ele al pronunciar la palabra; de atoles y recados. País de pan con café, chocolate con roscas adornadas con semillas de ajonjolí.

País que amo, país que sueño con todos esos matices pero menos corrupto, más inclusivo con los que menos poseen desde cosas inherentes a su persona, pasando por las materiales hasta las intangibles como las ilusiones.

País que amo, y sueño más justo, menos perverso por aquellos que se dicen ser patriotas pero que solo buscan mantener su feudo intocable y privilegios ancestrales. Nada más.

 

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MUJER...

Siempre, presente, intensa, apasionada, sede maravillosa de mis caricias y besos.

Epicentro del terremoto que se produce en mis entrañas, de las tormentas que me afirman sensaciones, la vida y que dibujan paisajes excepcionales.

Mujer de sonrisa plena, de piel de fuego, de mirada que cobija, enamora y que hace enloquecer.

Te veo y quiero volar; te siento con el fluir de mis dedos en toda tu extensión, te añoro en la distancia y te disfruto en la cercanía.

Acurrucas tu alma entre mis brazos y yo enciendo la hoguera para darte calor cuando lo requieras. 

Mujer, siempre presente. Intensa. 

 

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