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«No concibo los días sin el prodigio que regala la letra escrita»
Poeta, narrador, editor y gestor cultural, la obra de Rudy Alfonzo Gomez Rivas (Aguacatán, Huehuetenango, 1977) llegó a los oídos del público que lo escuchó en su municipio natal, Quetzaltenango, Ciudad de Guatemala, San Salvador y La Habana; también cruzó el océano Atlántico para llegar ante el auditorio que lo recibió en la ciudad polaca de Poznán.
Como maestro, estimula la creación literaria entre sus estudiantes y los motiva a publicar en páginas fabricadas con material reciclado. Sus poemas están al alcance del lector en La fría hoguera de las palabras (2011), El silencio como invento (2012), Imperecedera muerte (2013), Saudade (2017), Arena de la muerte (2017) y Mares en el corazón del perro (2021); sus cuentos están al alcance en Desheredados inquilinos (2011) y Tiliches (2023).
No concibe que nadie subraye párrafos entre las páginas de los libros, le duele la ausencia de todo volumen que no regresó a sus manos tras prestarlo y agradece cada encuentro con un título nuevo.
¿Cuántos libros tiene tu biblioteca?
Un aproximado de 4,000 títulos. Prevalece la poesía como cordón umbilical e inexorable a mi condición de poeta.
¿Cómo los tenés organizados: por autor, por temas, por áreas lingüísticas o indiscriminadamente?
Aunque desearía tener los libros considerando los criterios que mencionas, los libros los tengo colocados de manera indiscriminada. En algún momento de mis días, si estos me alcanzan, espero tener una biblioteca organizada.
¿Qué criterio seguís para comprar: un criterio racional, la recomendación de un amigo, las críticas que se publican, o te dejás llevar por el impulso?
Generalmente el mejor referente son los propios libros, hasta ahora han sido el canal que me van sugiriendo títulos y autores. Me entristece mucho no encontrar en nuestro medio los libros que se desean adquirir.
¿Qué hacés para controlar la superpoblación, la cantidad excesiva de volúmenes?
No es un acontecimiento que me preocupa, al contrario, amo los libros; lo que sí desearía es tener más espacio para hospedar la mayor cantidad de libros posibles. Se tiene la idea equivocada que en tu biblioteca deben estar los libros que únicamente has leído. Lo cual me parece un crimen para alguien que ama los libros: en algún momento ese libro te sorprenderá o llegará a tus manos de manera inesperada. Ese encuentro siempre hace latir el corazón con mayor fuerza.
¿Recordás el primer libro que leíste?
La metamorfosis, de Franz Kafka.
¿Cuál es el ejemplar más valioso que poseés?
Cuando se trata de libros, es muy difícil, casi imposible responder a eso. Todos los libros adquiridos, incluso aquellos que te han regalado o compartido, son valiosos; sobre todo porque tengo la premisa que todo libro que terminas de leer, aporta y transforma la realidad y la propia vida.
¿Cuál es el libro que más veces has releído?
Siempre vuelvo a Nueve cuentos sin final feliz, Anton Chéjov; En una lengua rota, Mario Montalbeti; Poemas escogidos, César Vallejo; Las fotos de la señora Loos, Reina María Rodríguez; Cincuentena, Luis García Montero; Las máquinas de la alegría, Ray Bradbury; Contra la muerte y otras visiones, Gonzalo Rojas, y Poesía completa, Ángel Escobar.
¿Qué te hace abandonar la lectura de un libro?
Nunca he abandonado la lectura de un libro.
¿Qué obra famosa no terminaste de leer?
La grieta, Doris Lessing.
¿Hay títulos de los cuales tenés más de una edición?
El Principito, de Saint-Exupéry.
¿Tenés un lugar específico para los libros que escribiste o editaste, eso que podríamos llamar la egoteca?
Los libros que he publicado, ya sea colectivos o individuales, guardan un lugar especial dentro de la biblioteca. Sólo deseo que mi familia por elección pueda en su momento, resguardar ese patrimonio que se ha construido durante 27 años; no me refiero solo a mis libros de autor, sino a toda la biblioteca.
¿Leés solo libros impresos o también electrónicos?
Me cuesta mucho leer libros electrónicos. Mi preferencia persiste sobre los libros impresos. Lo primero que hago cuando un libro llega a mi mundo es abrirlo y olerlo, es un ritual que me envuelve y crea desde ese instante una conexión para siempre con el libro.
¿Acostumbrás prestar libros a tus amistades?
Antes lo hacía. Ahora ya no presto los libros, es muy doloroso cuando un libro ya no regresa, sufro mucho por eso. Algo se quiebra con esa pérdida.
¿Devolvés los libros que te prestan?
Siempre lo hago, no estoy tranquilo sabiendo que tengo un libro que no me pertenece.
¿Cuáles son tus hábitos de lectura? ¿Tenés un lugar y un horario fijos para leer?
La lectura por obviedad debe realizarse en un ambiente tranquilo, así que prefiero leer por la noche, cuando ya la casa se queda inmóvil, porque sus inquilinos a excepción mía, ya están durmiendo y por la madrugada, esa quietud de las primeras horas donde los gallos son detonantes naturales para iniciar las labores del día, es impagable.
¿Acostumbrás subrayar y anotar los libros que leés?
Respeto los hábitos de otros lectores, me parece una total falta de respeto rayar, hacer anotaciones o doblar las páginas de un libro. El libro es una suerte de ser que tiene vida propia. Por lo tanto, merece los cuidados más delicados.
¿Sos monógamo para leer o leés más de un libro a la vez?
En los primeros años como lector era monógamo. Con el tiempo, patenticé ese hábito de leer varios libros al mismo tiempo. Considero que esa práctica oxigena las lecturas. Me divierte mucho y mantiene los sentidos a la expectativa. Me da mucha tristeza imaginar que mucha gente alrededor del mundo no lee, no concibo los días sin el prodigio que regala la letra escrita.
¿Qué libros estás leyendo ahora?
Problemas en el paraíso, Slavoj Žižek; Hábitat del camaleón, Santiago Vizcaíno; Llamo desde otro planeta, Alessio Brandolini; Sacrificios humanos, María Fernando Ampuero; Poesía esencial, Mircea Cărtărescu; El amor y los ángeles, Rafael Alberti; La arqueología del saber, Michel Foucault, y La canción de Lilí, Francisco Granizo.
¿Con qué personaje literario te gustaría tomar un café?
Me inquieta y admiro mucho la figura literaria de Mircea Cărtărescu.
Si pudieras quedarte a vivir en un libro, ¿en cuál lo harías?
Cárcel de árboles, Rodrigo Rey Rosa. Un libro fascinante, me atrapó desde las primeras líneas; quisiera ser la víctima que burla los mecanismos de control y saber que ese hecho le permitió crear su propia realidad y lenguaje. Es una crítica a muchos de los problemas sociales que se viven en países como el nuestro.
Por último, si alguien quisiera iniciarse en la lectura y te pidiese ayuda, ¿qué diez títulos le recomendarías leer?
Doce cuentos peregrinos, Gabriel García Márquez; Clarivigilia primaveral, Miguel Ángel Asturias; Sara sonríe de último, Víctor Muñoz; El Principito de Saint-Exupéry; Grito en la sombra, Humberto Ak’abal; los cuentos de Oscar Wilde; Romancero gitano, Federico García Lorca; Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll; Robinson Crusoe, Daniel Defoe, y Complejo, Santiago Vizcaíno.
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