Asalto fallido en la 83, conexión Santa Fe


Ese día había perdido mi celular. En realidad estaba ensimismado en mis pensamientos, abstraído totalmente. Un materialista como yo no pierde las cosas. Pero me resigné a que lo había perdido y aunque muy barato el teléfono de Q100 tenía mi agenda telefónica pero bueno, qué más da.


Entonces volteo a ver a la entrada de la camioneta 83 en la que iba, y aparece un tipo 1.75m con una camisola de futbol, quizás del Betis, no lo sé, de deportes no se nada. Nos vio a todos y luego gritó:

“¡Bueno, hijos de la gran puta esto es un asalto, vivos los quiero demen sus mierdas!”.

Lo primero que hice, fue pensar en el teléfono de la empresa (Perder dos celulares el mismo día, muy mal) y luego volteé a ver a la parte de atrás del bus, pero no había un supuesto secuaz, estaba solo. El ladrón estaba solo.

Al observar mejor las cosas, él ladrón no tenía ningún arma en las manos, en ese momento, empezó ha zangolotear a una anciana que estaba en el primer asiento. Para ese momento el chofer gritó:

“¡Ese cerote anda solo muchá, agárrenlo!”

para ese momento, él caminaba por el pasillo de la camioneta, pasó a la par de mi asiento se le dejó ir un señor, quizá de 1.60m a lo más, pero con la peculiaridad de tener unos bíceps bien formados, y unos trapecios envidiables, seguro pensó:

“todas esas horas en el gimnasio hoy serán puestas a prueba”.

Forcejeaban y de pronto me vi parado en el asiento, aferrado al pasamanos y le dejo ir aquella patada voladora columpiandome. El chico del gimnacio dio un paso atrás, parecía coreografía. El zapato acertó en la espina dorsal.

“¡Aaaaaaaay!”

su cuerpo chocaba contra la ventana y se desplomaba sobre el asiento vacío.

Ya entonces cuatro sujetos más, dos de cada lado de la camioneta cayeron sobre él.

shhhhhh… nasty.

Golpes por todos lados, solo se cubría la cabeza y gritaba. Uno de los atacantes, con sus llaves entre los dedos le abrió la cabeza de un puñetazo (y seguro se chingó la mano). Un quinto que apareció de la nada y gritó,

“'¡Saquémoslo mucha, saquémoslo de la camioneta!”.

El ladrón fue expulsado del bus. La camioneta empezó a avanzar y el ladrón, llorando gritaba detrás del bus,

"¡Mi bolsón!, ¡Mi bolsón se quedó en la camioneta!"

Trató de regresar a la camioneta pero no lo lograba. Al pasar por la parte de afuera, cerca de la ventana donde yo estaba, aún alcancé a escupirlo. Todos regresaron a sus asientos y en silencio continuamos nuestro recorrido.

Una señora, la mujer mangoneada por el ladrón, recogió el bolsón. Cuando la 83 cruzó en el la 11 calle, la que viene de la plazuela España, me bajé de la camioneta, justo frente a ese restaurante chino, Lai Lai.

El talón del pie con el que di la patada con mis botas caterpillar me dolía. El tobillo de la otra pierna sangraba. Al pararme sobre el sillón, este se hundió y mi tobillo fue a dar con el marco del asiento.

Supongo que eso fue lo que pasó.

Aunque me dolía un poco seguí caminando, iba a celebrar los dos años de relación con mi novia. Llegué molesto.

Este evento ocurrió el 14 de mayo de 2008.

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