Y SI VOLVIERAN...

Veo un video y la historia rompe los paradigmas existentes. La inteligencia artificial da un paso hacia lo extraordinario en este sentido.

Es un experimento socioemocional. Han pedido a varias personas un audio con la voz de alguna persona querida o amada, que ya partió de este plano terrenal.

La experiencia que viven es demasiado intensa.

Volver a escuchar al abuelo, al padre o a la mamá supera cualquier expectativa, incluso de quien, como yo, solo soy partícipe del video.

La reacción de cada quien, aunque distinta, tiene un denominador común: la sorpresa y la emoción. Las lágrimas afloran y los sentimientos apabullan al familiar que quedó acá, por ahora.

La charla, claro, es mínima. Trata de cómo va la persona que escucha al ser fallecido, replicado por la IA. De si hubo algo que quedó pendiente entre ambos.

Me quedo un rato absorto en mis pensamientos. Y me pregunto qué les diría yo a mis padres, en principio, de la algo extensa lista de seres queridos que ya partieron.

Les diría, que sí, que estoy bien, que aún en medio de las derrotas sufridas, sigo jugando. Que soy feliz por ratos (entendiendo que la felicidad no es una sensación eterna), que tengo mis bajones, que aprendí de ellos a pelear hasta las fuerzas den. Que los extraño y que quedé con todo lo que ellos me dieron a costa de ellos mismos.

También, que la nostalgia vuelve de cuando en vez. Que recordarlos es bifocal, pues el pensamiento trae escenas que dan calma y alegría, por lo vivido, pero también potencia la soledad y el vacío.

¿Y si volvieran..?

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PODRIDOS...

El daño está hecho. Lo hacen para mandar un mensaje. Que los propios tengan temor y sepan que si actúan mal su castigo llegará de una manera cruel. Pero el mensaje también es claro para el rival, para que sepa que pueden ser tan violentos como quieran.

En la encrucijada, la gente común, esa que se levanta para ir al trabajo a ganarse el mínimo, que deja familia en casa, es golpeada por la violencia extrema que estos criminales causan.

Gente envuelta en sábanas, en basureros ilegales, cortadas en pedazos. Mujeres, hombres y adolescentes aparecen cotidianamente, causando la sorpresa, no porque esto suceda, sino porque uno ya tiene una historia macabra qué contar.

La plebe se mata, el vulgo es salvaje. La élite se vanagloria que no conoce la decadencia humana, se siente, no solo en lo económico, sino en la fase de ser humano, superior. Pero sus vicios son otros.

La sociedad está enferma, presa de la frustración, alejada de los pocos valores que debe haber para convivir. La violencia como referente. Sin el mínimo pensamiento crítico que nos haga recapacitar frente a un suceso y las consecuencias de nuestros actos.

Estamos podridos...