Se acerca el centenario de Rina Lazo

La obra cumbre de Rina Melanie Lazo Wasem, conocida en el mundo del arte como Rina Lazo, es el mural “Xibalbá: el inframundo de los mayas”. Esta pieza fue expuesta en el Palacio de Bellas Artes de México en 2022, tres años después de la muerte de la artista. Esa exhibición marcó un hito, porque la obra fue la primera de su tipo hecha por una mujer que se mostró en ese importante recinto. 

Durante la inauguración de la muestra, su única hija, Rina García Lazo, contó que su madre trabajó durante 10 años en la obra que consideraba una misión. Los últimos toques se los dio el día de su 96 cumpleaños, el 30 de octubre de 2019, dos días antes de su fallecimiento.

La pieza, es un mural transportable de 2 x 5 metros. Está inspirada en las historias que cuenta el Popol Wuj, así como en sus experiencias que desde la infancia la acompañaron con relación a la cultura Maya. Todas estas, reforzadas y enriquecidas con la amplia investigación que desarrollo durante toda su vida. La obra tiene tres partes representadas: el cielo, la tierra y el inframundo. En una escena se aprecia un autorretrato de la artista, dispuesta a ingresar a esos espacios de la espiritualidad maya.

El temprano inicio en el arte

Rina nació en Guatemala, el 30 de octubre de 1923. Su padre fue el médico Arturo Lazo Midence y su madre, Melanie Wasem. Desde pequeña manifestó su gusto por las artes.

Su familia se mudó a Cobán, Alta Verapaz cuando ella era muy pequeña. Su madre aprendió el idioma maya kekchí y ella la escuchaba y prestaba atención a cada palabra. Sin embargo, no llegó a hablarlo. Mientras tanto siguió su instrucción en arte con una maestra llamada Lolita Villacorta.

Al volver a la capital de Guatemala comenzó sus estudios en el Colegio Alemán y solo regresaba a Cobán para las vacaciones. Ya siendo adolescente, la pintora Carmen Neutze le recomendó estudiar junto a Julio Urruela Vásquez, quien pintó los vitrales del Palacio Nacional de la Cultura. Bajo su instrucción, Rina hizo sus primeras pinturas formales. Luego se inscribió en la Academia Nacional de Bellas Artes, que más adelante se llamaría Escuela Nacional de Artes Plásticas.

De Guatemala a México

Después de la llegada al gobierno de Juan José Arévalo, en 1945, la Asociación de Profesores y Estudiantes de Bellas Artes lanzó una convocatoria para elaborar carteles sobre los actos conmemorativos de la Revolución del 20 de octubre. Rina participó y obtuvo el primer lugar con la obra titulada “Por los caminos de la libertad”. En 1945 ganó la medalla de oro por un cartel elaborado para la Primera Feria del Libro que se llevó a cabo el 19 de julio y un año después ganó un certamen convocado por el Ministerio de Educación y el premio era una beca de año y medio para estudiar pintura en México.

Era 1946 y ese viaje marcó su destino. Ya en la capital mexicana se puso en contacto Juan Antonio Franco, un artista guatemalteco radicado en México, quien había trabajado con Diego Rivera y José Clemente Orozco. Rina ingresó a la Escuela Nacional de pintura, escultura y grabado La Esmeralda para seguir sus estudios en la técnica del fresco.

La alumna predilecta

A los tres meses de empezar clases en La Esmeralda, su profesor Andrés Sánchez Flores la seleccionó para trabajar como asistente del renombrado muralista Diego Rivera.

No solo aprovechó la oportunidad para aprender acerca de las temáticas del artista, su pensamiento político y sus técnicas. En una entrevista concedida a el periódico “La Jornada” de México en 2010 Rina relató: a los tres meses de ingresar a La Esmeralda, se integró al equipo de ayudantes de Rivera, quien en ese momento realizaba el mural Sueño dominical de una tarde en la Alameda Central (1947), en el desaparecido Hotel del Prado. El muralista guanajuatense siempre la consideró una “pintora de gran talento, mi amiga dilecta, mi mano derecha, la mejor de mis ayudantes”.

Artistas revolucionarios y enamorados

Como buena discípula de Rivera, Rina se unió al grupo de Jóvenes Artistas Revolucionarios de México. En ese grupo conoció a Arturo García Bustos, quien era el alumno preferido de Frida Kahlo y era miembro destacado del grupo llamado Los Fridos. Rina y Arturo entablaron una amistad que se convirtió en amor y que los llevó al altar en 1949.

Precisamente, a finales de los años 1940, ya Rina Lazo comenzó a ser reconocida como muralista independiente. En 1949 pintó su primer mural “Los cuatro elementos”. En 1953 regresó a Guatemala y plasmó su obra “Tierra Fértil”, que originalmente estuvo en el Club Italiano, y en la actualidad se encuentra en el Museo de la Universidad de San Carlos (MUSAC).   

En 1954, Diego Rivera pintó “Gloriosa Victoria” donde representó el papel del gobierno de Estados Unidos en el Golpe de Estado de Guatemala. Ahí aparece Rina, quien le contó al periódico La Jornada: “Un día trabajaba en el estudio de San Ángel, donde se pintó este cuadro, y me dijo: ‘Rina, mañana traiga una blusa roja’. Llegué y me indicó: ‘Párese allí con una ametralladora’, que era, por cierto, del nieto de Diego, el hijo de Lupe, quien había dejado una de plástico por allí en el salón. Entonces, me puso con una ametralladora en el grupo de la resistencia guatemalteca”.

El misticismo maya siempre presente

El talento de Rina como muralista le ganó reconocimiento y en 1966, se le encargó realizar la reproducción de los murales precolombinos en Bonampak, ubicados en Chiapas, México. Estos frescos son considerados las obras pictóricas más significativas y mejor conservadas de la cultura maya antigua. Esa primera de dos reproducciones de estos murales se ubicó en el Museo Nacional de Antropología de México. Se trata de una calca realizada directamente de los murales del sitio arqueológico.

En 1995, Rina recibe otro encargo para ese mismo recinto. Ahí plasmó su mural “Venerable Abuelo Maíz”, en el que representa elementos de la cultura mesoamericana. Este trabajo se inauguró en 1996.

Otra de sus obras es la que hizo, junto a su esposo Arturo García Bustos en el diseño y realización de un mural transportable de 2.7 x 7 metros llamado “Realidad y sueño en el mundo maya. Mágico encuentro entre hombres y dioses”, en el Hotel Casa Turquesa en Cancún. 

La casa de La Malinche

Los esposos García Lazo se les presentó la oportunidad de adquirir la casa construida por Hernán Cortés para La Malinche. En ese entonces era propiedad del también artista José Vasconcelos. Ahí vivieron y trabajaron en sus respectivos talleres, hasta que Arturo García Bustos falleció el 7 de abril de 2017. En septiembre de ese mismo año ocurrió un terremoto que dejó grandes daños en la edificación que habitaban. Se empezó a hundir y a agrietar. Su hija, Rina García Lazo, buscó pronto el apoyo del Gobierno de su país para recuperar el inmueble.  La Secretaría de Cultura de México aprobó un recurso para la recimentación de la casa. Sin embargo, esta gestión se tardó y Rina ya no logró ver la culminación de estos trabajos.

En casa de los García Lazo había dos murales y la hija logró quitar el del padre, pero para el de su mamá requirió apoyo. Se trata del mural “Xibalbá, el inframundo de los Mayas”.

Acerca de esta obra, el diario El País de España relata: “La artista guatemalteca Rina Lazo dio las últimas pinceladas a su mural Xibalbá, el inframundo de los mayas el 30 de octubre de 2019. Cumplía 96 años y en una reunión con familiares y amigos anunció con entusiasmo la culminación de una obra. Solo dos días después, el 1 de noviembre, Lazo fallecería en su casa de la alcaldía Coyoacán, en Ciudad de México”. 

¿Y los homenajes?

El 26 de septiembre, la corresponsalía de Guatemala, del Seminario de Cultura de México, que dirige la periodista y gestora cultural María Eugenia Gordillo, dedicó la conmemoración de sus 15 años, a la artista guatemalteca, que durante toda su carrera se identificó como mesoamericana. Gordillo señala que también se elabora un vídeo que se entregará al Fondo de Cultura Económica.

Ni en México ni en Guatemala se tienen más noticias acerca de la conmemoración, por el momento.