- Gonzo²
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Solo espero que los Reyes Magos sean más amables que Santa
Desde los ocho años más o menos, he tenido un conflicto grande con Santa Claus y es que de la noche a la mañana, en uno de esos años en donde la crisis económica afectó, resulta que me soltaron, así en seco, que el señor ese no existía.
Tampoco es que en los años que para mi existió, le haya tenido mucha fe. Por más que me portara bien, y hacía mi mejor esfuerzo para no joderle tanto la vida a mi tía, como se me exigía, nunca cumplió a cabalidad con las solicitudes. Y no es que las peticiones hayan sido muchas, es que sencillamente las listas de regalos, que con tanto esfuerzo redactaba y en donde le explicaba a detalle de cuáles juguetes quería, le valían madre.
Recuerdo que en algunas ocasiones se le ocurrió traer lo que para él eran “equivalentes”.
Por ejemplo, si pedía Micromachines, lo mínimo que esperabas de niño, era que trajera aunque sea uno de esos pequeños carritos, y no que te trajera un cartón de carritos normales de a 10 por cinco quetzales, o al menos creo que eso valían allá por los 90.
En fin, tras destaparse la farsa del señor, fue mi abuelita la que sustituyó a Santa, ya para entonces no me preocupaba en hacer listas de regalos, le decía lo que me gustaba y lo que quería, pero a veces, como a Santa, se le ocurría poner “equivalentes” bajo el árbol de navidad.
Durante mis 20 las cosas mejoraron un poco, traía menos cosas pero más puntuales, no se si influyó en algo que yo tomara el papel de Santa y comprara las cosas que quería o necesitaba. Me convertí en mi propia oficina local de Santa.
Pasó el tiempo y entonces, en algunas ocasiones, cuando el dinero abundaba en esta oficina local de Santa, sucedía la máxima más falsa del capitalismo: “la riqueza empezaba a derramar” y otros individuos resultaban salpicados por aquella abundancia, fueron buenos años.
Ya para finales de los 20s las cosas empezaron a ponerse de nuevo dificiles con el Señor. Para solventar el asunto hicimos un acuerdo no escrito que consistió en un intercambio con la familia. Esto tenía como fin evitar que el señor comprara una gran cantidad de regalos y que pudiera invertir más en darle una mejor vida a sus duendes, supongo.
Pasamos así varios años, si bien solo era un regalo siempre eran puntuales; por que dentro del acuerdo estaba que, para facilitarle la tarea al señor y que fuera algo que nos gustara, diríamos que queríamos o que necesitábamos, es decir, haríamos una lista corta.
Pasamos así alrededor de cinco años, no mal, pero tampoco excelente, sin embargo, este año la crisis de nuevo llegó a Santa y se portó culero en extremo. Debo reconocer que el haber comprado casa, y tener a uno de sus dos duendes estudiando pudo haber influido, pero se pasó.
Logró que se perdiera la tradición del intercambio que le ahorraba un buen billete. Este año no regaló ni madre.
A modo de justificarlo, he de reconocer que en 2017 la crisis no solo lo afectó a él. Los fafaregalos que las empresas, cada año dan a los periodistas, también bajaron hasta niveles nunca antes vistos, o al menos en mi caso.
El único fafaregalo que recibí el año pasado fue el paqueton de 15 chelas de la cervecería, de ahí para adelante, ni una taza con chocolates, ni botellas, nada, absolutamente nada.
Supongo que Mendez Ruiz le echaría la culpa a la CICIG. Diría que es persecución penal como la que “hay” en contra de varios empresarios, los cuales, asustados, están por parar en la cárcel. Todo debido a los trances que hicieron. De ninguna manera le echaría esa culpa a los empresario corruptos por prestarse al juego perverso de querer chuparle la sangre al Estado a cualquier costo. Pero eso ya es otro asunto.
Mañana es 6 de enero de 2018, espero que los Reyes Magos este año no sean culeros como fue Santa.
Con ellos las cosas han sido diferentes, nunca esperé nada. Sin embargo, cada año, desde que conocí a mi esposa y a su familia, me han sorprendido dejandome dinero dentro un zapato, poco, por supuesto, pero cuando no esperas nada de alguien, un gesto así vale más que todos los regalos que le pediste a Santa.