Buscar trabajo en tiempos de Infornet

Luego de 45 minutos a la espera de oír mi nombre para la prueba de inglés, empecé con la introspección. Éramos como siete desempleados los que pretendíamos trabajar en ese call center. Era nuestro lugar como exproletarios con deudas, el último vagón del tren del trabajo destinado a los protomillenial por excelencia.

Papeles en orden, fotocopia de DPI y del recibo del agua. Todo listo para comenzar con un salario base de Q3,000 en ventas. Sucedió entonces que la licenciada en administración, que estuvo a la par mía todo ese tiempo, no pasó el examen. Lo supe por la cara de decepción que llevaba. Luego fue mi turno y tampoco pasé la prueba. Mi talón de Aquiles fue el vocabulario, según la amable examinadora.

A la salida, solo me quedó pensar que después de todo, por más que me guste la lencería, de vendedor telefónico puede que no me vaya tan bien:

“Hello’ ma’ lady, what do you want this time, a thong? Boyshorts? Maybe this lovely Cheekini?”

con mi confiable y seductora voz de tenor gangoso.

Luego recordé la conversación en el call center anterior, ese en el que sí gané la primera prueba de inglés, pero me anunciaron que no podría trabajar con ellos si no me comprometía como mínimo un año. También les debía garantizar no tener una demanda laboral abierta. Y claro, presentar cuentas cabales con nuestro amigo Infornet.

“¿Pero cómo, aún existe eso?”,

pregunté con un dejo de sorpresa y cara de virgen dolorosa, llevándome la mano a la boca.

“Sí caballero, si tiene deudas con bancos o antecedentes, no puede ser parte de nuestra familia”,

me respondió la chica de, quizá, unos 24 años.

“¿Sabe qué seño? No nos compliquemos. Gracias por su tiempo”,

fue la frase que usé para cerrar la conversación.

También recordé eso sitios Computrabajo y Transdoc. No tengo nada en contra de ellos, seguramente mucha gente recibe sus favores, pero luego de meses en la busca de un empleo dentro de su plataforma y sin recibir ofertas, me hace preguntarme si realmente pido tanto y ofrezco tan poco.

Agrego en ese momento una conversación que tuve noches antes:

“vos no tenés familia, podés aguantarla… con hijos la cosa cambia”,

y me parece un subterfugio moral para justificar que la sociedad te la puede cobrar con no emplearte por no tener descendencia.

Para terminar, rememoré un examen de polígrafo con telemetría chino/alemana infalible, en el que debía ser honesto; si no, no me contraban. En lugar de preguntarme si consumía alcaloides, o la veracidad del historial salarial que tengo en mi curriculum, las preguntas giraron alrededor de mi relación con falsificadores de billetes y bandas de blanqueo de capital. Sigo sin entender por qué ese examen; también lo perdí.

La columna Textoservidor S. A. se publicó cada tres semanas en la Revista Contrapoder de Guatemala.

Actualización: Ahora, tanto tiempo después lo sé. La pregunta era:

“¿Ha trabajado para alguien con nexos de corrupción o de lavado de dinero?”

“Sí, la última época de Siglo.21 tenía a Roxana Baldetti como dueña”.

“Limítese a responder Sí o no, por favor”.

Ahora yo pregunto… ¿Debía decir no y mentir, o decir la verdad y perjudicarme?

 

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