Julia Guzmán

Querida inseguridad: vete a la chingada

Es cómo una pelea constante entre querer hacer algo nuevo y el miedo por hacerlo. Lo detesto porque suelo sentirme ridícula por sentir miedo hacia algo que talvez todos hacen, como publicar fotos en Instagram. Probablemente haya perdido muchas oportunidades solo por los terribles escenarios que imagino en mi cabeza, pero aceptarlo es el primer paso.

No sé si es solo a mí, pero suelo pensar demasiado las cosas. Cuando me invitan a comer o tengo que hacer un mandado, probablemente antes de tener una respuesta puedo tener una crisis tremenda. Puedo crear miles de escenarios en los que puede pasar cualquier cosa y la inseguridad me hace imposible ver con claridad las cosas.

Probablemente haya una respuesta lógica hacia eso, algún trauma de la niñez o que me botaron de chiquita. Más de algún terapeuta dirá que el enemigo más grande es uno mismo y es totalmente cierto. Solo nuestra mente puede llegar a conocernos mejor que nadie. Talvez sea por eso es que solemos crear terribles escenarios con nuestros peores miedos. Cuántas oportunidades no nos hemos perdido porque creamos situaciones que están lejos de pasar pero aun así nos asustan.

La inseguridad y la frustración pueden crear estragos tan grandes que a veces puede hacer que lo único que queramos sea perdernos en una isla donde nadie ni nada nos moleste.

En mi caso, mi mayor inseguridad es ser juzgada. Me gusta escribir, suelo hacerlo sobre muchas cosas románticas que probablemente no pasen en la vida real, pero es mi escape y me gusta. El caso es que desde los 12 años lo hago y hasta hace 3 años me atreví a enseñarselo a alguien.

Llegar a escribir sobre cualquier cosa que se atraviese en mi mente y exponerlo al público es un gran paso para reducir esa inseguridad. No es que alguien de mi círculo cercano sepa que escribo en esta plataforma o, peor aún, que lean lo que escribo.

Pero tener un espacio para hablar se siente bien. Aun así, sé que algún día lograré enseñar mis textos cursis a más de dos personas, cómo diría icarly Arriba la esperanza abuelita.

A veces, cuando me agarra la vena influencer, suelo tener unas ganas de armar un Instagram bonito. No sé si lo han visto, pero hay gente que tiene un Instagram tan organizado y tan combinado que ¡Wow! osea yo quiero algo asi.

Esa es otra de mis más grandes inseguridades. Se suponía que cómo propósito de año nuevo organizaría mi feed y lo haría bonito. Descargue una app donde podría ordenarlo y subir las fotos que quisiera. A finales de diciembre me fui de viaje y tuve la suerte de poder hacer una sesión de fotos. Era de aprovechar que por fin tenía a mi tío “el fotógrafo” y a mi prima “la influencer” para sacar fotos bonitas.

Pasó el tiempo, publique las primeras 3 fotos y ahí quedó. Primer propósito de Año nuevo que deje en menos de 15 días. Esto estaba peor que la gente que dice que se va a poner a dieta y a la semana la miramos en Mcdonalds. No es que quisiera renunciar pero el “¿qué dirán?” se había subido a mi cabeza.

Meses después, conocí a una compañera de clase, que al hablar sobre la misma inseguridad que teníamos sobre las redes sociales y la envidia que nos daban los feeds bonitos me convenció de subir la foto que seguía en la organización.

Creo que al final lo que debo aprender es a confiar más en mi y en las personas. Se supone que las amistades están para apoyarse y todo eso. Mientras tanto, estamos en la etapa donde el mecanismo de defensa es el sarcasmo, la ironía y esconderse del mundo. Ojala a los 25 ya sabremos mandar a la chingada las inseguridades porque llegar a los 30 con los mismos traumas no suena nice.

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