
- De amor y otras drogas
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¿Por qué nos hicieron sentir culpa por tocarnos?
Mayo no es solo el mes de Mamá, también el de la Masturbación.
“Para eso mejor me masturbo”, soltó una de mis mejores amigas hace unos días en una conversación. “Por supuesto”, le respondí mientras me reía de lo atinado de su comentario. Pocas veces reparamos en lo bien que se siente poder hablar de estas cosas entre mujeres, aunque me haya tomado casi 20 años.
Descubrí el placer de “tocarme” cuando aún era una niña. Antes de que quieran llamar a la inquisición, sepan que en ese momento yo no tenía ninguna noción de lo que era el deseo sexual. Simplemente me gustaba cómo se sentía cuando mi entrepierna rozaba con algo, ya fuera una silla o una alfombra sobre la que jugaba.
Por supuesto, las cosas cambiaron entrando a la adolescencia. A eso de los 12 o 13 años, tuve el primer novio a escondidas, los primeros besos y las primeras caricias. Realmente nunca pasó mucho entre nosotros, pero fue el despertar de mi sexualidad y de descubrir qué cosas me gustaban.
La primera vez que me masturbé, no tenía conciencia de lo que estaba haciendo o de lo que iba lograr. Era un sábado por la noche, todos en mi casa se habían ido a un cumpleaños y yo estaba sola viendo algo en la tele: The Film Zone, Golden o Cinemax… si saben a lo que me refiero.
Todo comenzó por instinto, por encima de la ropa: se sentía bien, como si mi vida estaba a punto de cambiar. Y no, no estoy exagerando. Fue un orgasmo, sin yo siquiera saber qué era eso. Supongo que por mi edad y por la errónea creencia de que las chicas no lo hacemos, nadie, ni mi mamá, ni en el colegio, me había hablado de la masturbación.
Por supuesto, sabía que eso tan trascendental que acababa de pasar no era bien visto. No dije nada y pasó mucho tiempo para que volviera a suceder. Unos meses después en mi cable pusieron un canal que se llamaba Cosmo TV, en el que los programas de sexo, incluido Sex & The City, eran de lo más normal. Solo así comencé a tomar conciencia de lo que había pasado.
Si de por si sentía que había hecho “algo malo”, súmenle que en mis años adolescentes empecé a ir a la iglesia evangélica. Todas las culpas se multiplicaron por 10 y más cuando en un grupo de jóvenes alguien dijo que cada vez que alguien se masturbaba era como abortar un hijo. ¡Ay amistades, según esa teoría yo para esa fecha ya llevaba más de 100 abortos!
Otra cosa con la que también nos hacían sentir culpa a las chicas de mi época era la virginidad, y esa teoría de que lo eras SÍ Y SOLO SÍ tenías el himen intacto. Obvio que durante mucho tiempo temí que cuando finalmente estuviera con “el amor de mi vida” se iba a dar cuenta que no era virgen.
Por mucho tiempo viví con la culpa. Nadie hablaba de eso y yo creía que era la única que lo hacía entre mi grupo de amigas. Seguro habían más, pero nadie nos dijo que podíamos hablar de eso.
Masturbarse no es malo, masturbarse no es algo por lo que deberías sentir culpa. No te quedás ciega (mi astigmatismo es herencia de mi papá), no te salen pelos en las manos (y si te salen no es por eso), ni es algo reservado exclusivamente para los hombres, ni algo que haces solo cuando estás soltera.
Pero el tema de la masturbación es muy amplio… La próxima semana hay más.