Gracias papá, por los daddy issues

 

Los retos de la ausencia paternal se pagan caro.

Me da la impresión de que el tema de los daddy issues se puso “de moda” en los últimos tiempos. No sé, fue como si de repente empezamos a justificar ciertos comportamientos, especialmente en nuestras relaciones, basados en la relación que tuvimos con nuestro papá. Hay películas, series y canciones que hablan de los daddy issues, pero la realidad es que cuando llevas años lidiando con eso, el tema no tiene nada de chistoso.

Decir que mi papá y yo llevamos una relación complicada, es decir mucho. De hecho, no sé si hablar dos veces al año cuente como relación. No entraré en detalles, pero les diré que no hay ni una historia traumática tradicional, ni una separación complicada. Simplemente él y yo nunca vivimos juntos, y su figura en mi infancia era que me visitara una o dos veces por semana y ayudara a pagar las colegiaturas. Yo nunca hice preguntas, ni pedí explicaciones, solo aprendí a vivir con ello.

Para mí eso no era ser un mal padre y crecí pensando que tener un papá, aunque fuera de nombre, era suficiente. Todo bien, hasta que un día el papá de mi primer noviecito llegó a dejarlo al curso de inglés, lo despidió con un beso en la frente y a mí se me hizo un nudo en la garganta. Por supuesto, no dije nada, guardé ese y otros recuerdos en un closet, y seguí con mi vida. El problema es que me pasó como en las caricaturas y un día ese closet se llenó tanto que se abrió y todo lo que tenía adentro me cayó encima.

Unas semanas después, estaba en sentada en el sillón de un psiquiatra, contándole a ese extraño y buen señor cómo otra vez había arruinado las cosas con alguien que quería. “¿Qué cómo es mi relación con mi papá? Ah, pero yo no vine acá por él, sino por lo que estoy pasando…” No necesitó mucho para darse cuenta que los problemas no eran de ahora.

Mis daddy issues se reflejaron en un montón de cosas, pero especialmente en mi relación con los hombres. A falta de papá, me aferré a lo que tenía (o creía tener), me volví insegura y controladora, hice cosas solo para que la gente no se fuera, y temía que algo o alguien alterara ese orden. A la mala toca aprender que esos son tus issues y que nadie, ni tus novios, ni tu amantes, ni tus amigos, son responsables de ellos.

Muchas veces pienso en que me hubiera gustado enfrentar mis daddy issues sin sacrificar cosas en el camino. De niña me gustaba que mis compañeritos pensaran que mi relación con mi papá era como las de los demás; a nadie le gusta ser la rara de la clase. De grande me di cuenta que, aunque algunos se criaron con ambos padres, eso no significaba que sus relaciones fueran idílicas. Después de todo vivimos en Latinoamérica, donde la paternidad responsable aún es un concepto lejano, así que básicamente la mayoría estamos fucked up.

A mí me gustaría decir que estoy curada, pero los daddy issues no desaparecen de un día para otro. A veces aún tengo problemas para confiar, para pedir un favor, para decirle a alguien que lo quiero, para creer que alguien me quiere. También me di cuenta del montón de cosas que no sé hacer, simplemente porque nadie me las enseñó. Y probablemente no me debería sentir mal por ello. Efectivamente las relaciones son 50-50, uno hiere y otro sufre, pero lo importante es no ser nosotros los que hacen el daño.

 

Última modificación Viernes, 10 Diciembre 2021 15:42
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