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Tiranos
y ahora la culpa la tienen los "indios esos".
TIRANOS...
Vociferan que son defensores de la soberanía, que es imperdonable la injerencia extranjera, que nadie es superior a la ley, pero ellos se pasan la Constitución por...
Dan discursos falsos, defienden a unos cuantos por sus actos corruptos,
porque se deben tapar con la misma chamarra.
El de ahora, le entregó a su amor, dinero por montones para que nunca más se preocupe.
Culpan a otros de sus errores y es tal su desvergüenza que se lavan las manos por la escalada de precios, de lo imposible que es vivir para los que apenas tienen un sueldo que es mínimo mínimo, y ahora la culpa la tienen los "indios esos".
Se llenan la boca denigrando desde el poder, a quienes buscan cuando quieren votos y se toman fotos con los niños.
Tienen todo bajo su control.
Entes deportivos, de justicia, de producción y de coerción les rinden pleitesía, de los cuales se han apropiado con tiranos menores.
El país y la mayoría de la población les vale un comino.
Ellos y aquellos que los defienden, los aburguesados, los que tienen negocios turbios, los que defienden la vida de los no nacidos y festejan la barbarie diaria de tanto crimen, los que defienden el discurso de la familia, pero que gozan de las mieles de las remesas de aquellos que tuvieron que irse y con ello desintegrar sus familias.
Se somatan el pecho por una república independiente, pero solo esconden sus deseos más oscuros en esta finca de pocos, racistas y tiranos. Para ello se hizo el Estado, para protegerlos, para seguir teniendo esclavos.
Se divierten con la miseria que siembran. Tiranos.
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AZUL MARINO...
Tu ropa cayó al suelo. Me deslumbraste. Pequeña traviesa hermosa.
Tu sonrisa fue una bomba nuclear que me elevó por el aire y me lanzó sin paracaídas en tu vida.
Te dibujé. Mis dedos se llenaron de ti. Mi vida se llenó de ti. Mi tranquilidad se llenó de ti. Mi boca, mi sed, mi piel, mi frío, mi calor.
Te fundiste en mi ser. Tu cabello sedujo mi mente y causó un tsunami eterno. Al menos hasta que yo exista.
Me miraste y me derretí. Temblé. Me empujaste hacia atrás. Cedí. Me rodeaste con tus piernas. Me aprisionaste con tu Ecuador. Te inclinaste y bañaste mi rostro con el tuyo.
Un beso. Mil caricias. Un millón de sensaciones. Volamos juntos, por el azul marino de nuestra historia.