Allan Martínez

Bob Dylan: A 60 años de “Los tiempos cambian”

Un repaso por la vida de un gigante.

Fue por el 2004 que, luego de 20 años, Bob Dylan concedía una entrevista al programa de televisión 60 minutos de CBS. El motivo fue el lanzamiento de su primer libro biográfico titulado Crónicas volumen I. Ese día supe que el mundo musical se cerraría para mí. Mi cabeza y mi alma me ordenaban a sentarme y escuchar al más grande.

La primera vez que me topé con él fue en la transmisión del funeral de John F Kennedy Jr. en 1999. Al terminar el cortejo fúnebre, el presentador con voz entrecortada se despidió con “A Hard Rain’s Gonna Fall”. Los letreros para televidentes con discapacidad auditiva colgaban las letras que más parecían una profecía. “Terminamos con Bob Dylan y una de sus grandes éxitos”, dijo. La elocuencia de sus letras me dejó frío. 

No volví a escuchar a Dylan, salvo en una clase de comunicación alternativa en la Universidad Rafael Landivar donde se habló de “la trova latinoamericana”. Sentía que entre aquella poesía y belleza lírica se perdía el golpe contestatario y antisistema. “Deberían escuchar a Dylan”, me dije. 

Ese noviembre del 2004, en su entrevista con Ed Bradley de CBS, pude presenciar al hombre sin tener una idea concreta de quién era. Con semblante espigado soltaba respuestas lacónicas, ironías deslumbrantes y burlonas que daban muestra de una genialidad casi de un iluminado. Habló de aquel verano de creatividad en la que compuso Blowin’ in the Wind en 10 minutos. Decía decepcionado: “No sé cómo pude escribir esas canciones. Parecía que se escribieron mágicamente. No creo que pueda escribir algo así otra vez”. 

Letras y sonido esencial

Luego de la entrevista me propuse comprar sus discos. Con la internet aún en muletas, busqué la discografía. Eran más de 40 discos, así que decidí comprar los 5 primeros. Mientras venían, encontré la colección de Essentials de Bob Dylan, un disco doble que abarcaba lo más sonado de su carrera. Tuve suerte. En ninguna tienda de discos que se decía especializada lo conocían. Los cinco discos llegaron al cabo de 3 meses y tuve que pagar Q1,500 y puse en crisis mi economía pero no me importó.

Busqué por otros lados la manera de pedir su libro. En una venta de libros en inglés cerca de donde vivía, logré mandar a pedir Chronicles. Se tardaron 4 meses. Ni siquiera sabían quién era el mentado Dylan.

Escuché cientos de veces The Freewheellin’ Bob Dylan. Después me sumergí en su tercer disco The Times They Are A-Changing y al sonar The Times They Are A- Changing me transporté a una parte de mi cerebro que ya había escuchado en mi subconsciente. Los cambios de época, la reivindicación del desterrado, lo moral y lo justo sobre el statu quo, el triunfo de la justicia, la esperanza en su esplendor. With god on our side tiene una estrofa incendiaria que deja en qué pensar: That Jesus Christ was/ Betrayed by a kiss /But I can't think for you / You'll have to decide / Whether Judas Iscariot / Had God on his side. Se puede tener compasión por el traidor o todo era parte del plan.

When The Ship Comes In, sigue fascinándome y pensar que Dylan la escribió en una sentada, porque no le dieron el cuarto de un hotel que quería. Sobre la llegada de una esperanza brillante luego de mucha injusticia. Vaya talento de alguien que puede sacar agua de las piedras.

Era el 63 cuando este gran disco fue grabado y no habían asesinado a Kennedy. Al igual que Springsteen con The Rising y la caída de las torres gemelas, The Times They Are A-Changing animaba a seguir en la lucha por un mejor mundo pero la muerte de Kennedy traumatizó a toda la nación y a él.

44 años después, me enteraba de lo fundamental que fue Dylan para aquel movimiento de Derechos Humanos en EE.UU. al cantar With God On Our Side luego que el reverendo Martin Luther King Jr. pronunciara el discurso “I Have A Dream”. Sin embargo, con aquel magnicidio, el desencanto y la total decepción lo llevarían fuera del folk al rock y al blues lo que causó un escándalo y grandes discos como Bring it all back home, Highway 61 revisited y brutal Blonde on Blonde.

Con los 70 llegaron grandes discos como Blood on Tacks, Basement Tapes, Desire, Street Legal. Los 80 fueron una década perdida de Dylan. Con discos muy malos, hechos a propósito según el buen Bob. Fue hasta Oh Mercy y el Unplugged de 1995 que Dylan recuperó su espíritu creativo y regresó triunfante al cerrar la década con el grandísimo Time Out Of Mind y el Love And Theft.

En los últimos 20 años, cada disco es mejor que el otro. Modern Time y Together Through Life son discos de esa norteamérica de suburbios y leyendas de desiertos con vaqueros fantasmas y vagabundos en trenes que recorren una América fantasmagórica y fascinante.

Es tan fascinante el mundo creado por Dylan que el director Todd Haynes hizo un biopic de la leyenda. Una lectura de un Dylan que fue multifacético, que se reinventaba en cada disco y hay un actor para cada etapa desde Cate Blanchet, Christian Bale y el gran Heath Ledger. 

Para 2006, Martin Scorsese anunciaba un documental de Dylan, se titulaba No Direction Home. Y claro, tuve que pedirlo por PoBox. Se tardaron 2 meses.

Es un documental que abarca desde su nacimiento hasta el polémico cambio de folk por el blues y que incluye el infame grito de un espectador llamándolo: ¡Judas! 

Dylan en mi cabeza

Intentaré explicar la sombra de Bob, que rondaría mi diario vivir en aquellos años. Estaba famélico por buscar la verdad y letras que golpean y rompen costillas y quijadas. El grunge me había dado algo, pero Dylan estaba años luz adelante. I ain't a-saying you treated me unkind/ You could've done better but I don't mind /You just kinda wasted my precious time /But don't think twice, it's all right.  Recién terminaba una relación y eso sonó a somatón de puerta. 

La crudeza de Like A Rolling Stone rompe cualquier craneo. La caída en desgracia de una chica y lo que tendrá que pagar para sobrevivir. Cómo se siente estar por tu propia cuenta, sin dirección a casa como una piedra rodante. El camino que todos pasamos para ir a un destino inhóspito o un hogar que nunca será nuestro. 

Dylan puede ser mucho más oscuro que una piedra rodante. De alguna manera buscaba en esa época que Dylan se volviera en mi escudo emocional, como un padre sobreprotector que evita que te hieran y eso impide que crezcas y madurés. Pero el dolor y el abandono te llevan por caminos y esquinas incomprensibles, con personajes propios de los detectives salvajes de Roberto Bolaño, buscando vidas que no existen o amores imposibles que confluyen como personajes de circo. Blood on Tracks es eso. La autodestrucción del mundo con poesía. Habitar otra vida para huir del dolor. Desde el desprecio de You are an Idiot babe / It’s a wonder that you still know how to breathe y la ternura de You’re gonna make me lonesome when you go. Incluso la micra esperanza que transmite If You See Her, Say Hello me deja helado, es acerca de esos momentos cuando no se puede restaurar el amor tirado en la carretera, y la inclemente nostalgia que pega por un perdón que va 10 años tarde.

Para cuando llegamos a Not Dark Yet parece aquel momento de lucidez luego del congelamiento emocional donde se enfrenta una realidad destruida. Un poema derrotero y miserable que busca salvar una humanidad a medias 

Una gira contra todos

Dylan sigue con su Neverending tour que inició en 1987. A casi 80 años sigue y parece que no va a parar, aunque se rumora que este año será el último.

De una manera muy superficial puedo decir que el Nobel fue merecido sobre todo por su poesía y su aporte a la literatura universal. El mundo en su mayoría se disgustó y, para muchos, fue como si hubiera recibido un Grammy demeritando totalmente el premio. Pero si uno se adentra en las letras sin la música, se transporta a una dimensión que nos lleva a otra vida, de personajes circenses que lloran mientras ríen, que nos muestran su humanidad sin vergüenza alguna y no eso lo mejor de la vida.

He tenido la teoría, así como muchos, que la música te encuentra. A veces pienso que a muchos los encuentra. Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Luis Eduardo Auté, Mercedes Sosa, Victor Jara, Joaquín Sabina o Juan Manuel Serrat, Leonard Cohen, Bruce Springsteen y Sixto Rodríguez son gigantes y cada uno de nosotros tiene su músico de cabecera o gurú. A todos los he escuchado. Sabina, Jara, Serrat y sorpresa: Rodríguez, han llegado poco a poco a mi psique, y les reconozco mucho, sobre todo a Sabina pero es Dylan el que rompe cualquier intento de alcanzar el trono donde se encuentra. Siempre regreso a él. 

Sus canciones enseñan a vivir, a recuperarse, a destruirse y reinventarse, pero sobre todo, a tener fe. No se puede entender el mundo de la música sin Dylan. Es el primero y siempre lo será. 

Última modificación Miércoles, 31 Enero 2024 13:20
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