Eso es romper cadenas

Cuando era niño, ir a comprar zapatos o ropa era un poco molesto.

Una familiar muy cercana era muy parca e incluso grosera con las empleadas que nos atendían. Cuando ella pedía un número de zapato, le traían uno que no era. Ella, molesta y con carácter enojado, decía: señorita. Le dije que era 7 no 7 y medio. La pobre señorita contestaba: es que no tenemos 7... y ahí era otra sarta de cosas que decía. Al final, siempre salía molesto.

En las tiendas por departamentos era similar. Cuando la encargada de empacar regalos no lo empacaba como quería, ella decía: “Señorita ¿sabe empacar o no?”.

Imagínense para un niño de 10 años estar a la par y no saber qué hacer. Lastimosamente siempre tuve esa imagen y concepto: Ser enojado para que la gente te haga caso y a la postre, que no se monten.

Acepto que a veces he sido molesto y hasta enojado con algunas personas, pero también me doy cuenta que es posible cambiar.

Por ejemplo, el domingo pasado fuimos a una librería y mi esposa pidió a una señorita que envolviera un libro grande. La encargada era una joven vacacionista y, por lo visto, le costaba empacarlo. Mi esposa, con la diplomacia y paciencia que le caracteriza, le dijo: "¿usted sabe hacer bolsitas?" En ese momento, tuve una regresión instantánea y casi sentía ese sabor amargo e intranquilidad que me invadía cuando era pequeño.

La señorita le dijo que no, que le era difícil con el papel que tenía. Mi esposa le dijo: “Si quiere le enseño. No es difícil y le va a ser fácil para cuando tenga que envolver cosas grandes o pequeñas”. Se tomaron 15 minutos. Ese cuarto de hora fue una enseñanza, no solo para ella, sino para mí.

Es posible cambiar actitudes y comportamientos que uno arrastra desde pequeño. El hecho de que la gente no sea igual a nuestra familia no significa que sean más o menos que nosotros. Me refiero a que cada quien tiene su forma de trabajar o de hacer las cosas. Es fácil decir que no somos iguales, pero es difícil aceptarlo.

Cualquier dice que no es racista ni que hace de menos a nadie... pero si se acerca alguien de raza negra o indígena al lugar donde estamos, inmediatamente agarramos nuestro bolso o nos tocamos el pantalón para verificar si todavía está la billetera. ¿verdad? También decimos que no somos machistas pero no dejamos de ver de reojo a la chica con minifalda. ¿O no?

Este fin de año y el comienzo del otro es una oportunidad para vernos nosotros mismos y estar más atentos a lo que podemos cambiar. No son cambios abruptos. Es poco a poco... es un día a la vez.

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Última modificación Domingo, 17 Marzo 2024 11:03
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