San Pedro de Compostela

Superpoderes

Ahora tengo cuidado con lo que deseo, porque se puede cumplir.

Tenía 15 o 16 años cuando platicaba en un grupo de amigos sobre qué especialidad o poder nos gustaría tener. Como jóvenes de colegio para varones y con las hormonas al tope, unos pasaban de poderes al estilo Marvel como correr más rápido o traspasar muros, para luego aproximarse a los más calenturientos como ser invisible para entrar al colegio de mujeres más cercano y no ser visto…. poniéndolo de manera sencilla y menos obscena.

Recuerdo que, por mi forma de ser y mi manera de pensar, yo les dije: pues a mi me gustaría ver sin ser visto y oír sin ser oído. ¡¿Cómo así?! me preguntaron todos. Entonces, les expliqué:

Así como acá, yo estoy en la esquina de la última fila. Veo lo que hace cada uno y ninguno se da cuenta que lo veo. Además, puedo observar los gestos de quienes hablan y, por esos gestos, adivino de qué hablan.

No sé si fue muy maduro de mi parte, pero todos se quedaron callados, tratando de asimilar esa explosión o bomba que les dejé en sus manos. Prácticamente les decía que tuvieran cuidado con lo que hacían. Recuerden también que yo fui parte de aquella pandilla de los panes que una vez les conté acá.

Esa forma de ver y escuchar a los demás me llevó a estudiar Publicidad y luego Periodismo. No quiero echarme flores a mí mismo, pero es la verdad. Considero que puedo escuchar a las personas y esas mismas personas se sienten cómodas de ser escuchadas. Por otro lado, observo algunas características de ciertas personas y sé cómo tratarlas de la mejor manera. Como les digo, ha sido bueno tomarse un par de minutos y ser empáticos.

Pero el superpoder no viene ahí. Nunca me imaginé que la tecnología nos permitiría tener el superpoder de ver todo lo que hace la gente. Hoy por la mañana, por ejemplo, vi que mi primo fue a Machu Picchu, caminó tres horas para llegar a la Laguna Humantay y cenó en un fino restaurante en Quitó, Perú. También, veo como crece cada cinco días, el bebé de mi excompañera de la primera agencia donde trabajé. Además, sin llevar la cuenta, sé que cada viernes un familiar cercano se empina una cerveza o un vino, dependiendo de cómo le fue esta semana en su “trabajo”, entre comillas porque ya me di cuenta que no es un trabajo como tal lo que hace.

Estas mismas personas y sus redes sociales me lo han permitido. Yo nunca les pregunté, solo me enviaron una solicitud de amistad y le di clic. Seguramente, otras personas verán lo que hago o infieren quién es San Pedro de Compostela, pero es eso: Nosotros le damos el poder a los demás para que sepan nuestra vida.

Recuerdo las caras de mis compañeros cuando hablábamos de los superpoderes. Tenían una expresión de: “Eso nunca sucederá”.  Ahora sucede y somos nosotros quienes no vigilamos, sino que somos vigilados. 

Ya todos estamos metidos en esto. Lo malo es que hay muchos que nunca lo pidieron, sino preguntenle a los millones de niños y niñas que han sido fotografiados y están en el archivo de fotos de Facebook y Google desde que nacieron hasta ahora que tienen 10 o 15 años. 

Quise ver sin ser visto y escuchar sin ser escuchado… pero la verdad, da miedo saber que otros tienen también ese poder.

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