Ala, ¿no tendrá una hamburguesa más culera?

Como desconozco de un espacio en el que uno como consumidor pueda publicar su opinión acerca de productos o servicios, pues juego al pionero y los invito a despotricar sobre esta condición social: cuando sos el consumidor al que le escupen la cara.


No nos alteremos antes de tiempo. No trabajo para la Diaco, tampoco estoy en contra de una marca en específico. Sabemos que los titanes de la alimentación chatarra tienen tentáculos por todos lados, y por ello no me arriesgaré a decir que tal o cual franquicia es un fraude. Ya saben, nunca se sabe para quién se trabaja.

Pero… ¿acaso no les rompe el corazón la publicidad engañosa?

Vamos ilusionados y en hordas a comprar esa maravillosa hamburguesa y ¡zas!, nos dan un bodoque mal formado. Una cosa que se supone nos tenemos que comer y por la cual pagamos. En resumen, nos patean las bolas: “¡come eso perra, te guste o no, para eso te alcanza!”.

La publicidad de por sí es un engaño, pero la exageración y afirmaciones falsas acerca de un producto no son más que un escupitajo a nuestras ilusiones. Ya sé, ya sé, hay cosas que la publicidad me ofrece que son abstractas, como la felicidad o la sensación de bienestar, y por tanto dependerá de cada uno, y no son medibles, pero que de una superhamburguesa jugosa, como la de las fotos, pasen a una malformación comestible, digamos que son otros veinte pesos.

Es una pena que no exista la protección al consumidor como nos la imaginamos. Una protección real, una que diga “la hamburguesa de esta caja ni se acerca a la de la publicidad. O cambia la caja, o cambia la hamburguesa”. Pero no, no pasará. Como tampoco dejaremos de comer ahí y por eso no cambian.

Pista: Una vez me sirvieron un pedazo de puyaso (Perdonen… culotte) del tamaño de tres fichas de Q1 (Sí, lo medí) y pagué Q69.

No invito a dejar de consumir sus productos, jamás lo haré, yo no lo hago, pero lo cierto es que nos mienten en la cara y no por eso evitaré el tema. Cada vez que debo abrir una caja de hamburguesas me santiguo. ¿Esta vez se acercará un poco a la foto del anuncio? Yo solo quiero grasas trans ricas y estéticamente correctas. Quiero sentirme bien y olvidar mis problemas. Quiero ser un mejor ser humano y con su hamburguesa lo lograré, ¿por qué me lo roban? (léase con sarcasmo).

Cuando no pasa, que es la mayoría de las veces, recuerdo Falling Down (1993). Cuando Michael Douglas encarna a D-Fens y nos defiende a los consumidores desamparados de comida chatarra.


“¿Podría tener un Whammyburger doble con queso? Y una orden de papas Whammy con una Choco-Wham”.

Luego de recibirla, abre la caja y es el momento del estallido.

“Mira, esto es de lo que estoy hablando. Mira eso -señala el anuncio de hamburguesas-. ¿Ves lo que quiero decir? La hamburguesa es regordeta, jugosa, de tres pulgadas de grosor. Mira esto -muestra su hamburguesa-: es miserable, aplastada. Alguien puede decirme ¿qué está mal con esta imagen?

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Si dinero es lo que quieren, que se lo ganen de una mejor manera.

Este texto se publicó en el sitio Tenet.com

Última modificación Domingo, 17 Marzo 2024 10:10
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