- La ciudad de la luna
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33 meses
Hay muchas mentiras acerca de las niñas que murieron en el Hogar Seguro, Virgen de la Asunción, acá podés conocer más.
8 de marzo de 2017, 41 niñas que vivían bajo el resguardo del Estado, mueren en el incendio del Hogar Seguro “Virgen de la Asunción.” Hasta hace unas semanas, tal vez la historia volvió a contarse y las mujeres por la memoria, entre activistas y madres, están dispuestas a contarla, una y otra vez. Narrar la vida y los porqués de las 41 niñas, para no olvidar y para dejar de criminalizar sus historias de vida.
El 25 de noviembre, desde la melancolía y la alegría de un barrilete gigante, mismo que portaba los 41 rostros de las niñas y se recibió la marcha de las mujeres que enfilaban al grito de la justicia por las 56. Cuando este estuvo frente al Palacio Nacional de la Cultura, juraría que mi corazón latió por todas las que ya no están presentes.
Hace algunos, años antes de la tragedia, conocí a “Susana”, trabajé con ella por un año, dentro de un proyecto de jóvenes en riesgo social. En septiembre de aquel año, ella había cumplido 15 años, había dejado de asistir al programa de rendimiento académico, que yo tenía a mi cargo, debido a problemas graves en el instituto y a una conducta complicada. Por lo que noté, me atrevo a decir que era abusada por su papá. La mamá algún día me comentó que la niña había sangrado de la nariz, debido a un golpe que ella le había dado y manifestaba abiertamente, que quería que la niña se fuera a un lugar de resguardo, al Hogar Seguro “ Virgen de la Asunción”, estaba en la lista de posibilidades, sin embargo, la niña era responsable de sus siete hermanos y uno que venía en camino.
Ella soñaba con ser futbolista, en mi cumpleaños número 26, me obsequió un panda de felpa, le encantaban los perros y bromeaba todo el tiempo, luego de unos tres meses de no asistir, llegó a mi salón para que le apoyara en un trabajo de clases, le pedí que fuera a su casa para avisar que estaría conmigo, hasta hoy sigo esperando que vuelva, pero la “alevosía de un suicidio” me responde una y otra vez que me quedaré en el tiempo, recibiendo aquel panda en mi cumpleaños.

Llegué al Altar por la Memoria de las 41 niñas en junio de 2017, con “Susana” hecha un nudo en la garganta, también con una historia personal a los 17 años, por la que aún espero justicia y desde aquel día, he visto pasar 30 meses, entre flores, copal, velas, ocote ardiendo y en la espera por la justicia y la dignidad de las 41. Se marca un antes y un después del 12 de septiembre de 2019, en esta disputa por el territorio de la memoria de las niñas, víctimas del incendio, son 41 historias, con nombres propios, sueños adolescentes, historias que ahora se escribirán, cuantas veces sea necesario, en busca de justicia.
El 12 de septiembre de 2019, las cruces desaparecen durante la madrugada en las vísperas de las fiestas de Independencia y de la inauguración de la fachada del Palacio. Sin embargo, la resistencia se hace presente y ante la decisión del Ministro de Cultura y Deportes, Elder Súchite, no pasó ni un mes para que La Unión de Mujeres Guatemaltecas y la Colectiva “Plaza de las Niñas, 8 de marzo” cortaran, lijaran y pintaran una octava generación de cruces; para que semanas después, a éstas, se sumarán 2,500 cruces más que representan cada una de las muertes violentas de mujeres, que han sucedido durante el Gobierno de Jimmy Morales, en un Estado calificable como misógino y femicida, con vacíos enormes carentes de Justicia.
Mantener viva la memoria de las 41, no es un “capricho,” menos un” “reto” sobre todo, ante la imposición obligatoria de la amnesia; en el caso de la niñas, enunciar la justicia es hablar de reparación digna. Un mural donde nadie lo vea, no va a reparar en nada el dolor de las madres por la pérdida de sus hijas.
En el caso del Hogar Seguro “Virgen de la Asunción” las audiencias son suspendidas una y otra vez, durante ya casi tres años. Hace pocas semanas, las 15 niñas supervivientes de la tragedia, fueron acusadas de 15 delitos, donde uno principalmente las responsabiliza del incendio que cobro la vida de sus compañeras con quienes convivían en el hogar.
El Estado evade una vez más la justicia y posiciona a las niñas como criminales para lavarse la manos. En todo este hilo cabe una trampa más de estigmatización, luego de que el abogado Ludwig Jacob Sandoval Jerez, quien supuestamente denunciara a las niñas por haber iniciado el fuego, promueve la imposibilidad de mantener una memoria digna de las víctimas aumenta de forma desmesurada, hasta que se tiene la oportunidad de conocer cada una de las historias y sus familias.
Nuestro pensamiento construido en los sólidos andamios del patriarcado, nunca nos va permitir ver que es por la desigualdad, la injusticia social y el desamparo constitucional de las garantías, no solo para la vida misma sino para la justicia en un país que deserta de la paz que nunca logramos y de un fuego con olor a pólvora, que no ha cesado, que no se nos permite a las mujeres y niñas de escasos recursos, las mismas oportunidades que tienen los hombres, para un desarrollo integral para una vida digna.
En la “Plaza de las Niñas 8 de marzo,” (antes llamada Plaza de la Constitución) este 8 de diciembre de 2019, luego de 33 meses, las cruces silentes y vigilantes mantienen como tesoro vivo el nombre de las 41 niñas, en un altar ceremonial, lugar que convoca a más luchas y resistencias para que el mundo no olvide a las 41, llevando a las personas de la comunidad esta historia porque algunos aún la desconoce. El accionar político de Derechos Humanos en vía de la prevención y total erradicación de la violencia contra la mujer y las niñas, es un lugar para el encuentro entre todas para la sanación, el abrazo, la ternura, la alegría, el canto y el baile, para acompañar y cuidar a la otra mientras, el Fuego arde alumbrando ese camino oscuro por donde transita la ¡Justicia!.