© Foto: Zayda Noriega.

Reivindicar la virtud de la rebeldía (36 meses)

“Cuando las mujeres extienden su corte para calmar el viento y piden permiso al espíritu del I´x para que el fuego nazca, vuelvo a al calor del rebozo de mi madre, a la leña ardiendo en la casa de la abuela mientras el huracán pasaba, vuelvo a la mirada de la mujer que aparece en mis sueños, tocando mi mano o haciéndome cosquillas, provocando que despierte entre risas”

Vuelve marzo y la calle, las plazas y la sonrisa de las otras, nos convoca para volver a defender nuestro “territorio- cuerpo,” la vida y nuestras resistencias ante las violencias que enfrentamos en nuestros espacios y realidades. En 2018 el Congreso de la República de Guatemala declaró el ocho de marzo como el “Día Nacional de las Víctimas de la Tragedia ocurrida en el Hogar Seguro “Virgen de la Asunción”. La historia cambió para muchas de nosotras, una espera y guardia de 36 meses, reivindicando el fuego sagrado, contando nuestras historias. La madre de Nancy Paola, una de las 41; cuenta que buscó a su hija en la morgue, guiándose por una cicatriz de una operación reciente y como ella lo expresa “por el latir de su corazón”. Mantuvo la esperanza de que la niña no hubiera estado en la tragedia, porque Nancy debía estar en la enfermería de HSVA por estar en recuperación y bajo cuidados post-operatorios. Hasta que le entregaron los restos de su hija, quien había ingresado al hogar el 1 de marzo de 2017, tras salir de su casa y ubicarla con la activación de una alerta Alba-Keneth.

Entre pasos adelantados y los que nos hacen regresar, nuestras consignas llegan más lejos, removiéndonos en lo más interno, despertando, abriendo los sentidos a nuevas posibilidades, devolviéndonos la mirada hacia nosotras. Un llamado de emergencia, ante cifras alarmantes, en lo que va de 2020 se han registrado 70 femicidios en el Ministerio Público, entonces convocarnos y hacer visible nuestra oposición ante la violencia es uno de los primeros auxilios más precisos. Entre nosotras sabemos que el asumir un estado de conciencia y coherencia por defender nuestra vida y la de quienes nos rodean nos posiciona en un punto en donde empezamos a vivir procesos que nos transforman y nos permiten otras oportunidades algunas dulces y otras un tanto dolorosas.

Por eso hablo de un despertar, a veces hablo de despertar y hace frío, a veces hay rayitos de sol colándose por la ventana y ante esta dictadura de la violencia que planea cooptarnos hasta el libre pensamiento, la rebeldía es otro de los medicamentos del botiquín de primeros auxilios. Incomodar, cuestionar, contrariar y si fuera necesario, señalar no debe ser un crimen si te está atentando contra nuestros derechos. Salir a las calles, escribir en las paredes o hacer arte; para nuestras madres puede resultar más que riesgoso; innecesario, pero más allá del derecho de expresarnos, es ahí donde se vuelve concretar la rebeldía que nos quitaron cuando recién cumplíamos los quince años de edad. Pero la virtud de la rebeldía va más allá.

De todo aquello que nos han negado, retomarlo es rebeldía, aprender a ver la belleza dentro de la hostilidad, desobedecer, desaprender y deconstruirnos también es un acto de rebeldía. En lo personal no considero que la rebeldía corresponda a un perfil psicológico en términos de desarrollo y edad cronológica, tengo la certeza que es también algo que nos robaron en casa y en la escuela, cuando apenas empezábamos a caminar la vida.

A 36 meses de permanecer y nombrar la plaza como Plaza de las Niñas “8 de marzo”, hablamos de autonomía, resistencia como de rebeldía, en esta defensa de la memoria, del territorio y de nuestra cosmovisión, empezamos a soñar con medidas de reparación, hilando a la necesidad de activar el nombre de las niñas como sujetas políticas, nos atrevemos a soñar con 41 escuelas para niñas que lleven el nombre de las niñas. Las madres de las niñas quienes en ocasiones se cuestionan si hacer de su sentir un acto político o no, sin embargo saben que es necesario para la justicia y para reivindicar a sus hijas, ante un carente y fallido sistema de protección para la niñez y adolescencia. El proceso de justicia del caso de HSVA continúa lentamente, las 15 sobrevivientes siguen luchando, entre ellas una desaparecida desde noviembre de 2018.

Por eso es que nada nos detiene y continuamos en rebeldía, la rebelión de reivindicar nuestras consignas, nuestras flores, nuestro fuego, el abrazarnos en las calles y “de tratarnos con amor y ternura entre nosotras” por las que ya se han marchado, por las que permanecemos y por las que vendrán.

Rosario Jerez

Lesbiana feminista

 


“Reivindicar nuestro derecho de ser, es un acto de rebeldía, es desobedecer los dogmas establecidos y es ejercer nuestra libertad de decidir sobre nuestros cuerpos y vida. Es florecer dentro de una jaula de opresiones que históricamente ha subordinado a las mujeres dentro de un sistema normativo heterosexuado”. dl.









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