- Gonzo²
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La Covid19 entró en mi hogar, se sentó en mi mesa y durmió en mi cama
Días antes, mi mamá y yo habíamos tenido la plática incomoda, y que nadie quiere tener, acerca de un plan de acción, por si nos tocaba vivir de cerca la enfermedad. Todo empezó el 17 de junio, cuando mi hermana me saludó por videollamada. Aparentemente, tenía síntomas leves de gripe. Con mi mamá habíamos acordado que si mi hermana llegaba a tener gripe, sacaríamos a mi sobrina de su casa, en lo que averiguábamos de que se trataba. Así, el plan entró en acción.
Mi sobrina llegó a mi casa sin ningún síntoma de la gripe, a la que mi hermana se estaba enfrentando. En nuestra lógica, si los síntomas desaparecían en un plazo de cinco días, solo era gripe, y no había más de qué preocuparnos. Pasado ese tiempo, mi hermana se recuperó y, con confianza, mi sobrina regresó a su casa.
Al día siguiente, mi pareja empezó con síntomas leves de gripe. Ese mismo día, mi hermana amaneció con síntomas más fuertes: su recuperación fue engañosa. Para entender a lo que nos estábamos enfrentando, mi pareja se realizó un hisopado y mi hermana se lo hizo al día siguiente. Los dos resultaron positivos.

Al tener un resultado positivo de una prueba de Covid19, sentís que se te acabó el tiempo.
La cabeza te da vueltas, te empieza a faltar el aire. Quizá estás ante un ataque de pánico, pero, que te falte el aire, tampoco es algo que querés que pase. Si actúas responsablemente, pensás en los lugares donde has estado y con quiénes te has topado. Entrás en negación porque no querés depender de un ventilador en algún hospital nacional, si es que encontrás. En conclusión, sentís que te vas a morir.

Después de esa lucha interna, que tuviste para aceptar tu resultado positivo, debés contarlo a tu familia, que, gracias a tanta noticia negativa, sabe que te va ir mal, y se preocupa y lamenta por no estar junto a vos. Claro, creen que te vas a poner mal, te faltará la respiración, te vas a ir a un hospital y te vas a morir. Todo esto, sin que te puedan ver.
Ante dos resultados positivos y síntomas, traté de actuar responsablemente: avisé a mi trabajo sobre el contacto que tuve y me hice un hisopado. Me acerqué al San Juan de Dios para realizar la prueba. Es un proceso sencillo, pero que te lleva un par de horas y requiere de mucha paciencia y temple, para poder enfrentarse a escenas que no querés ver, o que no estas con el ánimo para vivir esa realidad.
Mientras esperaba por mi orden de laboratorio, llegó una señora llorando desesperadamente pidiendo ayuda para su papá, a quien se le había dificultado la respiración, al ayudarla, los médicos pudieron constatar que había fallecido. Esto a escasos metros de donde estás, en plena luz del día.
Hacés la fila, te ingresan en la emergencia de adultos, pasás con un médico para que te mida los niveles de oxígeno y genere la orden de laboratorio. Luego pasás a que te tomen la muestra y esperás el resultado que, en teoría, te lo darán en tres días hábiles. Más adelante explicaré el “en teoría”.
A todo esto, ya habíamos consultado sobre nuestros síntomas con una amiga internista, que atiende pacientes con Covid. Sin esperar, nos dijo que debíamos empezar un tratamiento, el cual constaba de 12 pastillas diarias, durante 10 días, cada 8 horas. Estas (creemos que es el éxito de que funcione) deben tomarse a las horas exactas y sin que se te olvide. Por si acaso, nos sonaban cuatro alarmas diarias. También debés seguirlas tomando, aunque te empecés a sentir bien. Hay que terminar los tratamientos. Dejamos de ver noticias y redes sociales, porque están llenas de negatividad, y, honestamente, es lo que menos querés en esos momentos.
Conforme pasan los días los síntomas irán cambiando. Un par de días la sudoración excesiva no te dejará dormir, la fiebre no es fácil de bajar y el dolor de cabeza se vuelve una parte de uno. Después que superás eso, dejás de sentir el olor y el sabor. Sabés que estás comiendo porque lo estás viendo.
El ánimo siempre tratamos de tenerlo arriba y buscábamos la manera de distraer la mente. En esos días supimos que una tía había fallecido, presuntamente de Covid. Llegó un lunes al hospital y el miércoles murió. Esas noticias no ayudan mucho ni para el ánimo propio, ni el de tus familiares. Llevamos meses sin vernos y lo primero que pensás es: “le puede pasar lo mismo y ya no lo veré”. Eso es a lo que temés.
Llegamos al día 10 del tratamiento. Nos fue bien, ya no teníamos ningún tipo de síntoma y nos dieron de alta de la medicina. Solo debíamos esperar otros cinco días para terminar bien el aislamiento. Podemos decir que, gracias a ponerle atención a los síntomas a tiempo, consultarlo con un médico, recibir cariño y afecto de todas partes, y tomar la medicina al pie de la receta, pudimos salir bien de la enfermedad.
Estar en aislamiento total, te puede jugar muchas cosas en la cabeza, y aquí algunas cosas que aprendí estando en él:
Soy de los que está en contra, y hasta odiaba, eso de:
“Si no salís de esta cuarentena aprendiendo algo nuevo o teniendo otra actitud, de nada habrá servido”.
Pero estar en aislamiento te abre los ojos en muchas cosas y te das cuenta de las cosas esenciales en la vida. O simplemente creés que te vas a morir y empezás a valorar las pequeñas cosas.

Supe que hay más personas de las que me imaginaba, que se preocupan por mi bienestar.
Recibir llamadas, mensajes y notas de voz es un constante abrazo al alma. Son esos pequeños detalles los que hacen que no bajés el animo. También sabés a quien le repelas, y pues está bien, porque te das cuenta del detox social que debes hacer después de sobrevivir.
Valorás el poder de la oración.
Aquí no vengo hablar de una religión en especifico, ni llegó mi momento de evangelizar, pero hubo muchas personas unidas en oración para pedir por nuestra salud y nuestro bienestar, y en esos momentos llenan de paz. Independientemente en qué creás, siempre es bueno tener un poco de fe.
Sabés que estás con la persona indicada cuando te toca que enfrentar una enfermedad como esta.
No imagino como la pasaría si me hubiera tocado hacer aislamiento solo, o si me hubiera tocado llegar a un hospital, y que mis vecinos de camillas fueran unos completos desconocidos. Enfermarse en pareja tiene sus ventajas, porque juntos nos levantábamos el ánimo y podíamos hacer una comparación de síntomas. Por si no fueran suficientes las alarmas, tenés quien te recuerde que debés tomar la medicina. Al final, sentís satisfacción que ninguno de los dos tuvo que recurrir a un hospital, y logramos salir juntos.
También logras entender otras cosas como:
Lo maleducadas que están las personas para enfrentar cualquier tipo de enfermedad.
Deberían de enseñarnos los niveles de atención en salud y así sabríamos que uno no va por cualquier cosita al hospital. Eso ayudaría a no saturar los hospitales de personas con síntomas leves. También entender que no debemos automedicarnos y que, lo mejor, es ir al médico cuando empecemos a sentir algo que afecte nuestro bienestar.
Los ataques de ansiedad que a muchas personas les dan, solo con saber que son positivos, hace que les falte la respiración.
Es lo que menos querés que te pase, porque que te falte la respiración con Covid solo es sinónimo de muerte.
No hay un plan de educación de qué hacer después de que te dan tu resultado positivo.
Los medios y las redes sociales están saturadas de una única noticia, que es lo peligroso y mortal que es el Covid. No te dicen que mantengas la calma y en 15 días podes salir de ella.
Para los que creen que hay que dejar madurar las gripes (como dijeran las viejitas), pues no querido amigo...
Si tenés síntomas debés de ir al medico y empezar un tratamiento inmediatamente. Es lo más efectivo para poder salir bien de la enfermedad. No dejés que primero te falte la respiración para empezar a preocuparte.

La medicina la compré, gastamos Q580 cada uno, no comparto qué medicamentos porque no creo en la automedicación. Toda la medicina la compramos en la farmacia social, que sirve de mucho, porque sino, nos hubiera salido más caro.
Hoy cumplimos 21 días desde el primer diagnóstico. Nos sentimos plenamente bien, animados y más queridos que nunca. Escribo desde mi privilegio de estar bien y tener la oportunidad de tener un trabajo y la facilidad de guardar aislamiento desde la comodidad de mi casa. En ningún momento quiero menospreciar los testimonios de los que se recuperaron de otra manera, o los que lamentablemente perdieron a un familiar en la lucha contra la Covid 19. Por cierto, “en teoría” debía recibir mi resultado en tres días hábiles, pero yo sigo esperando los míos.
Mi hermana, digamos que fue quien se puso peor de los cuatro, porque sí llego a sentir falta de aire y mucha fatiga, pero ya está mejor, de hecho, también cumplió sus 21 días y ya la otra semana empieza a trabajar. Mi sobrina, la internista nos dijo que seguro, fue asintomática, porque nunca presento ningún síntoma, pero igual le dieron medicamentos cada cierto tiempo, por cualquier cosa. Pero ya todo superado.