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Anayansi Bran

Coronavirus en mi realidad


A finales de diciembre de 2019 se dieron a conocer los primeros casos de coronavirus en la ciudad de Wuhan, China. Aunque la tasa de letalidad es bastante baja, la sociedad no ha podido manejarlo de una manera tranquila.

Para poder dar un mejor concepto, explicaré que es dicho virus. El coronavirus no es solo uno, en realidad es una familia de virus que se descubrieron en los años 60. Existen tipos, y estos causan diferentes enfermedades. Puede llegar a ser una gripe hasta un problema respiratorio bastante grave. El nombre del virus que estamos sufriendo en este momento es COVID-19 y las personas pueden contagiarse a través de una tos, estornudo o al hablar. No se sabe realmente cúal es su origen, sin embargo, se cree que tiene una procedencia animal.

Papel higiénico, un reflejo de la sociedad
El viernes 13 de febrero, el presidente Alejandro Giammattei confirmó el primer caso de Covid-19 en Guatemala, país donde vivo. Eran las 13:45 horas y estaba en mi trabajo, una heladería que está afuera de un supermercado. Cuando recién me enteré de la noticia, me preocupé un poco. Pasó una hora y la afluencia de personas en el supermercado La Torre fue demasiada. Veía a la gente saliendo con carretas llenas de papel higiénico, productos de limpieza y comida enlatada. Me sentía como en una película. Siendo sincera, no entendía lo de papel higiénico, pues pensaba que en este tipo de situaciones, comida era lo más importante para no salir de casa. Claro está que me equivoqué.

Me causa gracia cada vez que ingreso a twitter y veo memes burlándose sobre la compra loca del papel higiénico.

También veo como la gente enloquece y como las reflexiones de las personas me hacen sentir mal por reírme de los otros tweets.

Pienso que la compra del papel higiénico es provocada por el miedo. Como dije antes, imagino que las personas se sienten como en una película. La necesidad de actuar al ver que las demás personas lo hacen es inevitable.

Hace unas horas, mi papá me daba su opinión, misma con la cual concuerdo mucho. Él cree que la compra enloquecida del papel higiénico es simplemente un reflejo de una sociedad y un estilo de vida donde la comodidad es lo que sobresale. Cuando escuche eso, pude verlo de esa manera, pues si los analizamos, estamos acostumbrados (o al menos en la capital de Guatemala) a poder elegir lo que queramos en el supermercado. Es por ello que al ver que las cosas se están acabando, los demás corren para poder ser de “esos” que no se quedarán sin papel higiénico.

El desabastecimiento de supermercados no es la solución

Por otro lado, ese mismo viernes 13, tenía una reunión social con amigos de mi novio. Amigos que estudian medicina en la Universidad de San Carlos. Antes de ir a nuestro destino, nos juntamos en el supermercado La Torre del Boulevard Vista Hermosa, en zona 15 de la ciudad capital. Eran las 18:50 horas masomenos y como buenos jóvenes, íbamos directo al pasillo de alcohol.

Yo iba de primero en la fila de pollitos, como mamá gallina y única mujer. Mientras caminaba noté que todos los pasillos estaban llenos, ¡había tanta gente! Habían personas con carretas llenas de cajitas de jugos y leche. No estoy exagerando, imaginen la típica película de apocalipsis. Imaginen esa escena de los supermercados vacíos. La verdad, mientras veía eso, lo único que pensaba era que la situación no era normal. Me preguntaba si estaba subestimando al virus y si iba a empeorar. Finalmente llegamos al pasillo y la gente que pasaba cerca de nosotros nos lanzaban sus miradas juzgadoras:

“Estos borrachos, no le amagan”,

escuché de un señor que pasaba por detrás mía. Todo ignoramos las miradas y los comentarios, hicimos una cola de 45 minutos y total... nos fuimos.

Eran las 20:00 horas y entrando al lugar de la reunión, algunos ya estaban intoxicados y otros a medio camino. Ya no pensaba que era la única que estaba subestimando la situación, pensaba que gran parte de los jóvenes lo estaba haciendo. Incluso futuros médicos, quienes considero que deben de tomarlo de forma seria. En definitiva, esa noche no la pase tranquila. Traté de relajarme y pasarla bien, pero fue imposible.

Martes 17 de marzo, tres días después de esa anoche, seguía (y sigo) pensando lo mismo. La mayoría de los jóvenes subestiman todo y la compra desenfrenada es innecesaria. En mi opinión, debemos de hacer conciencia y tomarnos las cosas en serio. Pienso que como sociedad debemos de actuar bien, comprar las cosas necesarias y no ser egoístas con los demás. El individualismo es peor que el Covid-19. Desabastecer los supermercados no es la solución.

Pánico en el trabajo
Como mencione antes, trabajo en una heladería. Donde claramente tengo contacto con muchas personas. Muchas de mis compañeras empezaron a enviar sus opiniones debido al virus, por medio del grupo de WhatsApp del equipo. Mientras una insistía, el valor se le iba recargando a la siguiente para mandar también sus incomodidades. Así se mantuvo el grupo durante el viernes, sábado y domingo. Las dueñas de la empresa no comunicaban nada acerca de faltar, solo nos decían que mantuviéramos la calma. Muchas molestas, empezaron a no llegar. Claro, temían por su salud.

El lunes 16 de marzo a las 20:00 el presidente Alejandro Giammattei lanzó un comunicado acerca de las medidas.

Todo ha estado calmado, desde entonces. Muchas personas ya no salieron y mi trabajo decidió cerrar por seguridad. Considero que, si no fuese por que el presidente dio a conocer las medidas, el pánico hubiese aumentado. El pánico es muy peligroso. Puede causar muchísimos problemas. En mi trabajo causó varios (amenazas y despidos) y no me imagino como están otras empresas. Debo decir que ha reducido toda esta histeria, eso claro está, pero sigue existiendo y en mi opinión no hay que ignorarlo. Pues no todas las personas actúan civilizadamente.


¿Qué pienso de la situación?
Identifico muchas cosas, egoísmo, miedo, descontrol, y en el fondo un poco de esperanza. Considero que las personas deben de relajarse un poco, pero no en extremo. La reacción de las personas era de esperarse. Solo era cuestión de tiempo. Es claro que enoja ver a las personas egoístas y todavía más, las malas actitudes. Sin embargo, siempre hay que tener fe, y si no sale nada bien, pues siendo realista era lo que tenía que pasar.

Toque de queda
Resumiendo lo que ha pasado estos días: hay toque de queda de 16:00 a 4:00 horas, por 8 días, que terminan el próximo lunes (se supone), con excepción a los que trabajan en call center, y las personas que trabajan en servicios médicos y alimenticios; los vehículos y personal de salud, farmacias y servicios a domicilio. Y, justo el martes, el Congreso aprobó la prórroga de 30 días más al estado de Calamidad Pública.

A pesar de que el presidente declaró toque de queda, muchas personas han sido capturadas por estar fuera de sus casas (se habla de 1,400 capturas). Me frustra ver que las personas no se toman en serio la situación. Me frustra ver que la irresponsabilidad y el egoísmo predomina en las personas. Pues si hay toque de queda es para contener el virus, en pro del bienestar de toda la población. Debemos de ser consientes y pensar en los demás.

25 de marzo: llevo 10 días en mi casa y solo puedo decir que me siento agradecida de estar en la posición en donde estoy. Puedo recibir mis clases de la universidad en línea bajo un techo con comodidades, tengo comida y servicios con normalidad. Mi papá trabaja desde casa y podemos sobrevivir. Pero me pregunto qué pasa con toda la gente que no puede darse estos lujos. Veo que mi circulo cercano esta bien, twittean cosas como:

“día 8: ya me comí todo”,

y solo me rectifica que todos debemos de estar agradecidos por lo que tenemos y que somos totalmente privilegiados. Me siento impotente porque no puedo hacer nada, pero no pierdo la esperanza en que todo esto acabara pronto (sea la situación que estén viviendo) para todos.

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