Tormenta

EMOCIONES
Suena una canción en la radio. Te pones a bailar y yo te devoro, como tigre enjaulado a su porción de alimento. Le hago una reverencia a tu trajecito nuevo. Me impacta. La danza se prolonga aunque la música no la escuchamos más. Un silencio roto, una cama compartida, el amor traducido en sudor y cansancio. Tu mirada perdida, tus manos afiladas ensañándose con mi espalda. Marcas de pasión, recuerdos de las miles de batallas.

Me enredo en tu pelo, me quemo en tu piel, me robo tus ansias; te sueño. Eres tan real como el martirio de este pueblo, tan cínica como los autobuseros pidiendo más plata al genio de la lámpara de Aladino, victimizándose, haciéndose millonarios, cual buitres en cementerio clandestino. 

Tan mía como la sed de justicia; tan ajena como la vida sin drama ni problemas. Las ironías nos agobian. Nos pervierten como el poder al pequeño, como aquella historia del Señor de los Anillos. Miles de ambiciones convertidas en guerras dirigidas, despiadadas, sangrientas, todo por un poco de poder, de ese que transforma al ser humano (si es que aún los hay) en apenas seres, en profetas de la miseria, del terrible fin del mundo que se viene, antes o después, pero siempre en su momento, para cada uno.

Me robas un beso, la atención, y me regalas una sonrisa cargada de emociones, de locuras de dos, de esas que harían sonrojarse a los muchos, a los pocos, a los todos. Te convertiste, eres, fuiste, seguirás siendo. Yo, solo soy ahora. No antes, no después, como este nebuloso presente, como ese imaginado futuro nuestro, el de la gente. Y los milagros son tan pocos, y las esperanzas tan intermitentes. Mis soledades no son nada y las de todos son un golpe a la sensibilidad. Pero olvidemos esto, dame un beso más y quédate cubriendo con tus formas esta piel que se añeja como el vino.

TORMENTA
Cierro los ojos y se me aturden los sueños; quiero despertar y no quiero. Me ametrallan los instantes a tu lado, y quiero más. Estoy cansado, veo tus ojos, siento tus labios, invado tu ser, me torturo, provoco el delirio, sacudo tus manos, beso tu esencia, me como las ansias, bebo el destino, descuido la vida, la derrocho, me la gasto cada día, escucho tus pasos, siento tu aroma, imagino tus formas, alimento tus sueños.

Tu cabello en mi rostro, tus manos en mi boca, la tele encendida, la radio sonando, los gritos al lado, la cama candente, la lucha total; el insomnio, un aliado; el tiempo, muy poco; el cansancio, un terrible rival.

Una rosa, un recuerdo, un detalle, una sutil llave; tu sonrisa, la magia en contragolpe perforando mi ser. Tu mirada, un dardo letal y certero.Los murmullos, normales, la historia se escribe, los sin vida buscando hacerla a mi costa. Infamia, envidia, locura, soledad, llanto.

Hoy es el ahora, mañana no existe. Utopía de locos, más allá de la vida. Te quiero porque te quiero, el tiempo que tú quieras te quiero, no más, no menos. Hoy, ahora, a tiempo completo, si es que existe eso.

Fragmentos de sueños creados. Fragmentos, vaya, eso es lo que queda. Es un rompecabezas la existencia. De a poco se arma, como a cuenta gotas. La noche se viene, lo tuyo también. El frío es aliado; la soledad, un detalle; el castigo el adiós, el vacío indescriptible.

Abro los ojos y me cuesta seguir. La voz no dice nada, la calma es un grito iracundo que invade la mente. Veo el reloj, la eternidad, estocada del tiempo. Herida que avanza, cáncer de todos.

Cierro los ojos, se me aturden los sueños, y te quiero igual. Bueno, un poco más.

TODO POR ELLA
Va la pequeñita, saltando, caminando, haciendo su camino, haciendo vibrar, haciendo malabares, tan campante como una mariposa (de esas que tú me haces sentir en la barriga).
La veo a su paso por el terreno baldío, el manto verde, cuidado al máximo -para hacerle reverencia-, por la calle cerrada, como diciéndole al asfalto: aquí la que brilla soy yo.
Parece tan inquieta, orgullosa, tan impaciente, tan sofisticada, porque las hay de muchas naturalezas. Pero ojo, siempre habrá alguien que con sus caricias la haga danzar, embellecer la noche, maravillar a los humanos, a los hambrientos de magia e ilusión.

Y aunque pareciera ser masoquista, su naturaleza le permite darse esos lujos, soportar desde un sutil toque hasta un poderoso y sólido golpe. Por ella y por aquellos que son bendecidos es que muchos sufrimos o gozamos. Y ella, tan pequeñita y caprichosa; seductora de hombres, pero ahora, también de las mujeres, quienes cedieron a su embrujo, a su estirpe de cazadora. 

Es tan independiente que, incluso, en el peor de los casos, hasta nos deja que la apreciemos con aquellos cavernícolas que no tienen más recurso que mandarla al aire, al vacío, sin ideas, sin luces, sin nada más que su torpeza. Precursora del vicio más grande del mundo: el futbol. Es una diva, una diosa, una dama soberbia, hermosa, bella, suculenta. De ella viven muchos, de pasar años y años conociéndola, saboreando las mieles que puede provocar, pero igual, que puede matar de infarto, de desamor. Decir no, cuando todo el mundo añora lo contrario. La llaman de muchas maneras, pero ella seguirá siendo ella, por los siglos de los siglos, amén.