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Mami, siempre trato de ser fuerte
Guatemala 30 de diciembre de 2019
Sra. Cecilia Herrera Martínez,
Mama de Karen
Presente
Te saluda tu hija más pequeña, deseando que donde quiera que tú estés te encuentres bien. Probablemente nos extrañes mucho, igual que nosotros tu familia. Cada día que pasa sentimos más tu partida. Sabes que no ha sido nada fácil este proceso, siempre trato de ser fuerte, de no llorar para no mostrar mis sentimientos. Soporto que las personas me vean y deseo nunca estén en mis zapatos, cuando a todos nos va pasar algún día.
Pasa que, cuando apenas tienes 20 años, el mundo se te viene encima. Todo lo que aspirabas, no lo anhelas más. Tú sabías de esos sueños inalcanzables que yo te contaba en los que me veía triunfando. Te veía a ti orgullosa de mí por haberlo hecho. Eso me hacía despertar cada mañana para estar más cerca de ellos. Todos esos anhelos se convirtieron en un vacío, tengo un corazón dentro de un cuerpo que respiraba por obligación.
Se me vienen muchas cosas a mi mente y a mis ojos lágrimas, se niegan a dejarme ver lo que escribo, bloqueos mentales que no me dejan recordar lo último vivido. Lidiar con la gente es lo más duro madre. Que te cuestionen a ti porque Dios no te dio más vida para poderte jubilar después de esos 33 años dedicados a la misma institución para la que yo trabajo actualmente.
Estoy agradecida con Dios por esa oportunidad de trabajar contigo, poder ir a desayunar antes de empezar a trabajar. O, cuando ya era tarde, me escribieras un mensaje que fuera a tu lugar a traer un cereal, contártelo todo era mi parte favorita. A pesar de tu enfermedad, escuchabas mis ridículos problemas, me alentabas a seguir adelante. Trataste de prepararme a mí y a mis hermanos de tu partida y lo único que yo te podía decir era que no dejaras de luchar, que los planes de Dios son perfectos, pero en silencio también veía tu sufrimiento, no podía decir nada, solo quería darte una pastilla con un vaso de agua y esperar que eso te diera calma, rogando a Dios que te quitara el dolor, pero esa noche no sucedió. Tú te quejabas de ese dolor, y a mí más me dolía la impotencia de no podértelo quitar, sujetando mi medalla de la virgen con mucha fuerza y rogándole por ti.
En la mañana siguiente, papá decidió llevarte a un hospital privado porque ya habías pasado días enteros en el IGSS de zona 6.
“Karen, tú te quedas con la abuela”,
solo vi que te subieron al carro y no te dije una sola palabra. Luego empezaron las llamadas de mis hermanas:
“Karen, mi mami no está bien..”
“Karen, los médicos dicen que está muy mal”...
Luego llamaron mis primas, que fuéramos al hospital donde tú estabas. Llegamos donde mis hermanos estaban, afuera del hospital, asimilando lo sucedido, solo me recuerdo que las gemelas me lo dijeron y yo necesitaba verlo y así fue.
Para poder verte, debía destapar tu rostro de una sábana blanca, tu corazón había dejado de palpitar. Lo único que pude pensar era que no te quejabas de ese maldito dolor, el que tenías la noche anterior. No sé si estaba agradecida o no, comprendía el tamaño del acontecimiento.
Me despedí de ti, pero no podía llorar, solo pensaba en la abuela, si ella podía soportar este dolor que yo aún no asimilaba. Tus hermanos y tus sobrinos lloraban reclamaban a Dios el porqué de esa situación, y en medio de todo, nos veían a mí y a mis hermanos con desprecio. Decían que nosotros no éramos iguales, ellos tenían sentimientos y nosotros solo pensábamos en que más procedía luego de tu partida.
“Son fríos, ellos no sienten”,
nos hacían a un lado por el dolor que habían perdido una tía, una hermana, pero yo había perdido a mi madre.
Ha pasado más de un año y ellos ya no te quieren mencionar, no quieren venir a ver a la abuela, con la excusa de que la casa les trae recuerdos de ti. Tú y yo sabemos de lo que padecen ellos, esperar la muerte para venir a llorarle por unos días y después olvidar lo que paso.
Nunca le reclame a Dios de tu partida, solo sentía que todo lo que yo hacía estaba mal, no tenía sentido. Poco a poco perdí el interés de la vida me dedique a existir y como diría una canción que suena en la radio,” me olvide de vivir”.
Cada Navidad tenía esa nostalgia, de pensar en cual de todas no iba a estar presente alguien de mi familia, se llegó esa Navidad y nosotros solo recordábamos las anteriores, todos ayudándote a ti hacer tamales, hacer la masa es una de las que cosas que más recuerdo, ni siquiera estábamos pensando en cenar cuando tocaron la puerta y era Evelyn, tu amiga más cercana desde hace 20 años. Yo la admiro y aprecio mucho, y su presencia nos reconfortó bastante. Por segunda ocasión el timbre sonó y era Marta, la señora que venden tortillas, que nos estaba dando un pollo horneado, ensalada y un delicioso ponche, diciéndonos que no estuviéramos tristes, “coman ella está bien”, es algo que nunca voy a olvidar.
Mami tus hermanos solo llamaron a la abuela para ver cómo estaba, y que sentíamos nosotros de que tú no estuvieras. Para ser sincera, yo en lo personal, sentía que ellos nos querían hundir más en la tristeza y el dolor de tu partida. Yo era la única que te podía ver en mis sueños, esos dulces sueños que el último de ellos, me mostraba que tú estabas bien.
Madre, después de tu partida, mi vida se vino abajo. Tuve problemas en la oficina, no estaba estudiando, solo sabía que habían convivios donde podía tomar todo lo que quería. No te preocupes mamá, eso no duro mucho, siempre mis valores y principios me detuvieron de hacer cosas fuera de lugar. La gente podía inducirme pero nunca lo lograron.
Habían veces que necesitaba llamarte y solo podía llorar bajito por tu ausencia, aunque habían otras en que gritaba muy fuerte, esperando que me escucharas, probablemente necesitaba alejarme de todo. Irme de viaje, sentir olas del mar, encontrar esa paz que solo Dios y tú me podían dar. No recuerdo como decidí seguir la universidad, solo recuerdo que tenía un trato contigo, de estudiar el siguiente año. Al principio no estabas de acuerdo con mi carrera, pero la ilusión que yo tenía te contagio y decidiste apoyarme.
Mami, me tocó reestructurar toda mi vida, sigue siendo difícil, pero trato de hacerlo. Tú sabes que los problemas siempre están, pero la presión es mayor. Afrontar mis problemas era fácil al lado tuyo pero ahora, antes de poder enfrentarlo, debo antes aceptar que no puedo llamarte para pedirte ayuda. No puedo ir a tu lugar a buscarte porque simplemente no voy a encontrarte. Ir y venir al trabajo no es fácil, enfrentar a las personas que lo único que te dicen es que debes de superar el dolor de la partida. Decirlo es tan fácil, pero vivirlo, ahí es lo complicado.
Mami, las personas que alguna vez me apoyaron me dieron la espalda. Nunca supe porqué, probablemente la gente no te va a aguantar toda la vida, pero dos personas en especial me dejaron sola y eso me hizo sentir demasiado triste. Mi jefe, que en su afán de ayudarme me presionaba con el trabajo de tal manera que yo no soportaba, y no era porque no era capaz de desempeñarlo, sino la injusticia de tener el puesto con mayor exigencia laboral, pero con una plaza poco remunerada y sin derecho de horas extraordinarias. Recuerda que habían compañeros en la misma área con mucha capacidad y con un salario que redoblaba al mío sumando a eso 70 horas extras.
Empezaron a comparar sus puestos con el mío, pero yo no podía aspirar a una de esas plazas por falta de estudios universitarios, pero tampoco podía ir a ella porque mi trabajo me exigía quedarme después de mi horario. Pase 4 meses tratando de llevar mi trabajo y la universidad a flote, porque tenía esperanza que algo bueno saliera de todo eso Mami. Con tener 8 cursos en la universidad podía optar a una mejor plaza. Cuando los obtuve, su respuesta fue que atrás de mí había muchas personas esperando esa oportunidad hace años y yo apenas cumplía un año y medio.
¿Qué podían esperar, que querían ellos que yo hiciera? Pues me humillaron, me decepcionaron, pero aun así la producción del área debía continuar. Ellos se equivocaron mami, yo no me preocupe más, una que otra palabra les dije y simplemente me cambiaron de área no estaba segura si había hecho lo correcto, pero todos me decían que era yo la que estaba mal. Ahora veo a Ignacio -mi jefe- quien antes no solo era mi jefe, sino también mi amigo, como un completo desconocido.
Pero Mami no solo fue Oswaldo, solo recuerdo que antes me animaba con sus palabras diciéndome que yo debía ser luz entre las personas, nunca debía de apagar mi luz propia. Él también tenía problemas, con su familia por sus preferencias sexuales. Siempre lo apoye en sus decisiones y yo le preguntaba a él ¿amigo y tu luz? y solo se reía y me decía: ahí está parpadeando y terminábamos riéndonos de los problemas. Luego el cambio mucho conmigo, una compañera también se encargó de eso. Yo le brinde mi amistad, junto a mi amigo y lo único que hizo fue sustituirme. Nunca lo entendí, probablemente me cambio por ella, pero no comprendía por qué. Solo recuerdo que la última vez, le pregunte nuevamente ¿amigo y tu luz? y él fríamente contesto: esa siempre estuvo apagada. Probablemente nunca fue mi amigo, pero yo si le consideraba así. Nunca más insistí y las personas siempre, con ese don de quererlo saber todo, ¿Qué pasó? Simplemente las ignoraba. Eso también me toco superarlo Mami, tu sabes que en mi la maldad no funciona, solo pienso en que Dios bendiga sus vidas y me dé a mí la paz que tanto necesito.
En mi nueva área, gracias a Dios, estoy bien. Tú sabes que siempre me esfuerzo por hacer bien mi trabajo, aunque últimamente he descuidado la universidad, y no quiero que eso siga así, por eso estoy intentando retomar nuevamente mis cursos, porque son un peldaño más que subo hacia mis sueños, quizá en el camino se vayan moldeando pero no cambian su esencia.
Mami aquí en casa te extrañamos, a veces siento que vas a llamar o que vas a venir, trato siempre de ser fuerte, hacer las cosas bien, cuidar a la abuela, comprender a mi papá y unirme más a mis hermanos. Solo quiero que sepas que siempre te llevo en mi corazón y en mi mente, nunca me olvido de ti. A veces mis hermanos dicen que mi voz y mis expresiones son iguales a las tuyas, eso me agrada, porque siempre pienso en ti, aunque no recuerde como fue ese último abrazo, ese último beso o la última llamada, te siento muy cerca de mí y solo respiro profundo pensando “no la voy a decepcionar” y voy a triunfar porque se lo debo a Dios y a ti mamá.
No te olvides de mí como yo no lo haré de ti con amor,
Karen Vanessa Osorio Herrera.
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