- Afrodita
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No merezco otro Juan Carlos
Fue el 15 de diciembre de 2018 e íbamos camino a Chiquimula. En el bus fue donde todo inició. Él me gustaba, yo le gusta y las cosas se daban. Juan Carlos era su nombre. Me enamoré de él locamente. Me enamoro muy fácil, a veces siento que demasiado. Ese día inició lo que yo pensé, sería una historia de amor eterno. La realidad es que era el comienzo de una pesadilla, de una lluvia de lecciones, que por supuesto, necesitaba. Lo tuve que haber presentido antes, nada es para siempre, solo mi yo de entonces, pensaba que los cuentos de hadas existían. Es impresionante lo estúpida que me volví por él. Debo de admitirlo, se esforzó por ganarme el corazón. Detalles, atención, cariño ¿qué más puede pedir una mujer?
Estaba en temporada el musical Jesus Christ Superstar, una obra en la que fui parte del elenco principal, así como él. Todo era perfecto, nos mirábamos cinco veces a la semana, estábamos juntos en escena, compartíamos pasiones, sueños, ideas. El 16 de febrero de ese año teníamos función. Estábamos en el teatro, cuando me llamaron y para mi sorpresa era él quien me buscaba. Tenía un ramo de girasoles, un globo y un libro, que simulaba ser el de la película Up. ¡Oh sorpresa!, me pidió que fuera su novia; muy predecible. Por supuesto, yo y mi ignorancia aceptamos. Pero, una adolescente llena de hormonas y esperanza claro que diría que sí. Inició nuestra relación y empezamos la etapa Honey Moon, cuando todo es perfecto y color de rosa. Yo creía que era el amor de vida, entonces, yo y mi calentura, decidimos regalarle la famosa virginidad.
Idiota. Él me juraba amor eterno y yo le creía, entonces ¿por qué no hacerlo? Lo sé, pensarán ¿tan fácil cayó? Pues sí, tan fácil caí.
Recuerdo que cuando le contábamos a la gente que éramos novios, me preguntaban si era en serio, yo no entendía por qué. Un día estábamos almorzando y le pedí prestado su celular, quería buscar a alguien en Instagram. Sin querer y hablo en serio, fue sin querer, estaba metida en sus mensajes y vi uno en particular. Era de un hombre que le escribió:
“Te veo mañana en el teatro guapo”.
¡¿Qué?! No supe qué cara poner, él inmediatamente me quitó su celular y me manipuló para que yo entendiera que no significaba nada. Como siempre, le creí. Pero, tan estúpida no soy, así que empecé a ser un poco controladora. Fui notando que se juntaba mucho con la persona que le escribió esa vez y los celos se apoderaron de mí. Él noto lo intensa que estaba siendo. El 29 de abril se hartó. Sí, solo duramos dos meses, pero créanme que pasa demasiado en poco tiempo. Cuando terminas con alguien, literalmente sientes que se te parte el corazón, tal vez suene dramático, pero me ocurrió. Sufrí, lloré e incluso queme las cosas que me había dado.
Pasó un año, por fin me sentía bien. Hable del tema con mi mejor amigo y él me hizo una confesión. Me quedé helada. Luisfer, mi mejor amigo, me mostró una conversación que tenía con Juan Carlos, un mes antes de pedirme que fuera su novia. Se estaban mandando fotos de sus partes, así es queridos lectores, de sus genitales.
La conversación fue interrumpida porque Juan Carlos le habló de mí a Luisfer, y como somos amigos, Luisfer lo mando a volar. Era gay. Ese mismo día supe la verdad, casualidades de la vida, Juan Carlos me escribió en la noche, me rogó para que regresáramos. Puedo ser muy buena, pero estaba enojada, así que fui una total zorra y le dije que con enclosetados no me metía. Intentó manipularme, decirme que todo lo que hablaban de él era por envidia, que yo jamás iba a encontrar a alguien que me quisiera como él, que él tenía mi virginidad ¿Qué se cree? Al menos, sabía la verdad y no caería esta vez.
Pasó el tiempo y me fui enterando de otras cosas. Me fue infiel con el dueño de una compañía de teatro, se acostaba con su mejor amigo al tiempo que era mi novio, ese tipo de cosas. Él seguía hablándome para que regresáramos. Yo me burlaba de él y su ingenuidad ¿Quién era el idiota ahora?
Un día le dije que yo sabía sus verdades y me confesó que era bisexual. Entonces entendí, no solo era bisexual, era un inseguro, manipulador, infiel, mentiroso y un fraude. Si él solo me hubiera terminado la relación, sin jugar tanto con mis sentimientos, habría entendido su situación. Pero no, él no hizo eso.
Lo más divertido de esta historia, es que un año después, me paso exactamente lo mismo con otra persona. Pero yo ya no era la misma. No me deje manipular. Aprendí la lección. En mi vida, no hay espacio para mentirosos, manipuladores, inseguros, patanes y por supuesto infieles.
Valgo demasiado como para perder mi tiempo y energía con gente que solo quiere aprovecharse de mis sentimientos.