Eddy Roma

Apuntes escritos de prisa (y más tarde revisados) para celebrar el veinte aniversario de La Ensenada

Para conocer el corazón de un país leé a sus poetas.

 

A la memoria de

Claudio Concepción Pérez

y Alberto Lissabet Hernández

 

Es poco frecuente encontrarse con antologías dedicadas a presentar lo mejor de la poesía escrita por autores nacidos o radicados en el mismo municipio. Tampoco es usual que la creación literaria de ese municipio asegure su continuidad a pesar de los manotazos causados por el olvido y el alejamiento del suelo natal.

Debe subrayarse que las nuevas generaciones de escritores tienen conocimiento de la tradición que les precede. Saben cuáles son los trabajos de sus mayores, se las arreglan para conseguirlos y se los pasan con esa mirada de complicidad que delata la pasión por ejercer el mismo oficio.

 Todo esto se me reveló a los pocos meses de entablar correspondencia con el poeta cubano Youre Merino. Cierto día, me mandó un ejemplar de La Ensenada, selección de Ana Gloria González Ochoa que incluye a 28 poetas originarios de, o residentes en, el pueblo de Banes, provincia de Holguín, oriente de Cuba, nacidos entre 1888 y 1975. La dedicatoria está fechada el 26 de julio de 2001, justo el cumpleaños del cantante inglés Mick Jagger.

Ana Gloria González Ochoa, directora de la biblioteca de Banes y antologadora de "La Ensenada".

¿Qué me encontré en cada página de La Ensenada cuando la leí por primera vez, y qué sigue manifestándose pasados los veinte años de su puesta en marcha por Ediciones Holguín? a) La vocación literaria despunta a cualquier edad, sin alardes de precocidad o madurez; b) pueden surgir voces bien diferenciadas en los talleres literarios; c) la décima y el verso libre coexisten sin recelos; d) no se necesita residir en la capital del país —la atracción que ejerce La Habana rivaliza con la inmensidad de la Ciudad de México y el encanto de Buenos Aires— para escribir poesía a tono con los tiempos que corren, a salvo de las pavorosas caídas relacionadas con la madre, el paisaje y la patria.

Algo que espero discernir un día de éstos se asienta en la porción norte de la antigua provincia de Oriente. Ese «algo» traza las líneas rectas que conectan al puerto de Gibara con el caserío de Aguas Claras y el pueblo de Banes; forman un triángulo bien marcado. En Gibara nació Guillermo Cabrera Infante, el primer escritor pop de América; ciertos árboles de Aguas Claras aún conservan los poemas rayados de prisa por el niño Reinaldo Arenas; Banes, como se demostró con certificado del registro civil en mano, fue la cuna primera de Gastón Baquero. Es el paisano inevitable: todo poeta banense debe librar pulso contra la «Teoría de la línea y de la esfera», «Qué pasa, qué está pasando», «Saúl sobre su espada» y las «Palabras escritas en la arena por un inocente». Pero no se desalienta, como lo demuestran varios de los autores incluidos en La Ensenada.

En veinte años pasan cantidad de cosas. Nacemos, crecemos, nos vamos o nos quedamos; al final, nos morimos. Pero ciertas palabras anotadas a mano sobre el primer papel encontrado, o tecleadas en la computadora, o dictadas de prisa al teléfono para que no se olviden al día siguiente, se incorporan a ese «algo» que les acabo de mencionar y prevalecen como el paraje descrito por Gastón Baquero en uno de sus poemas primeros:

 

El parque de mi pueblo tiene

cuatro laureles y el busto de un patriota.

 

Cuando la tarde es hecha

una lumbre tranquila,

arriban silenciosos los ancianos.

 

También se acercan los niños, los jóvenes y los adultos a su propia ensenada y penetran entre todas las maneras posibles para nombrar al mundo que los rodea. Algún día tendrán su lugar en las antologías que darán cuenta del quehacer literario publicado durante las primeras décadas del siglo xxi; tengo fe de que el relevo está asegurado en Banes.

(Las fotos están tomadas de https://www.facebook.com/radiobanes)

 

Cinco muestras de La Ensenada

 

 Retorno

 

Al devolverme en mi andanza

casi se acuna mis brazos

cuando percibo en mis pasos

la pupila que me alcanza.

Y cuando la noche avanza

admiro cada detalle;

acepto que el viento talle

el silencio que me ata,

mientras la luna desata

la semblanza de mi calle.

 

Mi calle tiene otro verde.

En octubre se me esfuma

y resurge de la bruma

que tras rozarla se me pierde.

Vivo donde yo recuerde

su flamboyán de arrebol,

me descubro con su sol,

me demoro con su brisa

porque en mí se patentiza

su empeño de caracol.

Claudio Concepción Pérez (1947-2021)

 

 

Tras la puerta

 

Se ha cerrado una puerta

ya comienzan a desbocarse

las manos

las miradas

las inquietas palabras

 

Se ha cerrado

y tras ella deja un sinfín

de desarmadas dudas.

 

Se ha cerrado.

 

Acontecen desmedidos sucesos

se desnuda el alma

se crea un nuevo abecedario…

 

Se ha cerrado una puerta

lo sabe toda la galaxia

lo saben los valientes dedos

que no la quieren abrir.

Martha Vizcaíno Teruel (1964)

 

 

Décimas al silencio

yo te amo    dulce silencio

cuando en mi pensar profundo

mi triste luz no confundo

con otra que no presencio

 

si de penas me licencio

en este callar maduro

sólo a ti    amigo seguro

corro a besarte las plantas

allí donde te levantas

como reino del futuro

 

yo te amo    dulce silencio

aunque no quieran oírte

los que dudan en decirte

las verdades que sentencio

 

y si a solas conferencio

mis pesadumbres contigo

sálvame del enemigo

cuya ceniza fatal

ya no importará al final

si en tu andar estás conmigo

 

2000

 Alberto Figueiras Carretero (1968)

 

Historia del ángel y las danzadoras

Para Mirna F.S.

 

Otras serán las migas,

otro el ángel

cuando se deshojan las

danzadoras

y detrás del telón queda el

sobresalto y las

crepitaciones de la mujer que

no tendremos.

 

Las danzadoras adoran las

migas y el ángel

y habrá que saber hurgar tanta

gentileza

y asueto

porque migas y danzadoras

serán el telón

en los ojos afelpados del ángel

que no baila,

y no habrá que apurar el vientre

y luego desnudarlo

en las tabernas.

 

Otras serán las lívidas resonancias,

otras las extrañezas porque

nadie va a quedar

iluminado como un ángel

lento,

nadie deleita más que las

danzadoras

si no responden

y no son sino un humillo en las

arterias,

—piú non ti dico e piú no ti

rispondo—,*

aunque ángel y danzadoras sean

seres normales

cuando las luces palidecen.

 

Otras serán las migas,

otra la fábula y la danza,

 

sin palabras, no más.

 

(*) La Divina Comedia, Dante Alighieri

 

Libni Díaz (Banes, 1969)

 

 

Génesis

 

En el principio construí

mi cielo y mi tierra,

la obra estaba desordenada,

y vacía,

las tinieblas estaban sobre

la faz del abismo,

tu espíritu se movía

sobre las aguas

y dije yo: Seas mi amor, y

fuisteis mi amor

y comprobé videntemente que tú

eras buena,

te separé de la luz y las tinieblas.

Llamé a la luz día,

a las tinieblas noche

y a ti te nombré amor

y fue una tarde, noche

y una mañana

el día que

   pude

        conocerte.

 

Youre Merino (Banes, 1975)

Los poetas Alberto Figueiras Carretero (izquierdo) y Youre Merino.
Última modificación Miércoles, 27 Abril 2022 11:03
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